domingo, 16 de febrero de 2025

Las armas requieren espíritu como las letras... hoy toca un articulo sin duda pedante y filosófico... sino algo peor.

Las armas requieren espíritu como las letras... hoy toca un articulo sin duda pedante y filosófico... sino algo peor.

Por Cecilio Andrade.

Dedicado a todas las personas que de una forma u otra me habéis mostrado como marcar esa diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. 

No todas estas personas son mis amigas, con las obligaciones que marca esa definición, pero si sois parte de mi quehacer y deshacer diario. 

Respecto a los que si sois mis amigos, espero no haberos decepcionado tanto como para arriesgarme a perder vuestra amistad.

Cada cual sabe donde está su lugar.

Gracias a todos por jalonar mi senda vital. 

Pues si, en la frase que me he atrevido a usar como título, el gran soldado de infantería que fue D. Miguel de Cervantes Saavedra nos regala una gran, aunque poco o nada reconocida, verdad; sin un espíritu correcto portar y emplear armas tan solo nos define como simples y despreciables inconscientes, cuando no alguna cosa peor, si cabe.

Mahatma Gandhi nos legó otra frase más, extraida de la milenaria filosofía de la cultura hindú en la cual creció.

 “Vive como si fueses a morir mañana.

Aprende como si fueses a vivir para siempre”. 


¿La conocían?

¿La aplican?

 En mi caso lo intento, con mayor o menor acierto, sobre todo esta última década de mi vida. 

Antes de eso mi ego me ha generado tan malas jugadas como a casi todos, o al menos eso deseo, no ser el único idiota que se considera así por ese ego, y sobre todo esperando poder mantenerlo siempre con las riendas bien tensas.

Volviendo a la razón de este trabajo, y su entradilla específica, Thomas Huxley comentó que debíamos...

“Intentar aprender algo sobre todo y todo sobre algo”. 


Comentario que en gran forma secundó Vernon Howard...

“Camina siempre por la vida como si tuvieses algo nuevo que aprender y lo harás”. 


Y para mi al menos de eso se trata vivir, en cualquier profesión que nosotros o la vida nos haya colocado. Después de todo... 

”La vida es una experiencia de aprendizaje, solo si aprendes”. 

¿Conocen a Yogi Berra?

Ahora bien, cuando la profesión que ocupa su vida es una de esas en las que el deber le hace correr hacia el peligro en lugar de huir de él, como el 99% de los mortales en su “sano juicio” hacen, si su decisión es arriesgar su vida para salvaguardar la de otros, normalmente desconocidos... 

... ¿debemos simplemente dejarnos llevar?...

... o, por lo contrario...

...¿debemos buscar aprender lo máximo posible de todo lo relacionado, directa o indirectamente, con esa noble labor? 


No contestaré más allá de la frase que me inculcaron hace tantos años al vestir mi primer uniforme con hojas de roble y machete en el pecho... 

“Se parco en palabras y que los hechos hablen por ti”.


Veamos si lo que pretendo transmitir puedo lograrlo con una mínima coherencia, después de todo... 

“Un hombre sabio puede aprender más de una cuestión necia 

que un necio de una cuestión sabia”.


Espero que Bruce Lee no se revuelva en la tumba por mi necedad al parafrasearlo.


Elucubrando... o algo por el estilo.

Hoy, varios de mis grandes amigos disfrutarán de la presente elucubración, lo que según la RAE es "pensamiento, reflexión o hipótesis que es producto de la meditación". 

Por nombrar a algunos:

Ernesto confirmará su reflexión sobre mi “estatus” filosófico.

Esteban que me acerco al satori, término japonés que designa la iluminación en el budismo zen.

Arturo que se me ha ido la “pinza”.

José María sonreirá con indulgencia.

Muñoz suspirará con vehemencia.

José llamará al psiquiátrico más cercano para reservarme una habitación acolchada y una camisa de fuerza.

José Angel lo releerá varias veces.

Pablo lo mirará de reojo.

Ray pretenderá descubrir la verdad del Universo.

Richard abrirá los ojos asombrado.

Rick buscará que se lo traduzca bien su alma gemela.

 En fin, Guti, Pedro, “Santiago”, Sergio, y un largo etcétera, mucho más largo de lo que nunca creí factible. 

De todas formas solo una cosa más antes de empezar la citada elucubración... 

“No están todos los que son, 

pero si son todos los que están”.


 El presente trabajo parte de un origen un poco peculiar, por decir algo; una serie de lectores bien intencionados, por lo menos la mayoría lo son, me hicieron llegar mensajes opinando sobre la falta de interés práctico sobre muchos de los temas que he publicado, específicamente todos aquellos que no tenían una utilidad y aplicación puramente técnica  directa sobre las habilidades en el manejo de armas. 

Básicamente me instaron a dejar de perder el tiempo en temas vanos, que el punto fuerte de su interés en mis letras “arrejuntadas” es lo puramente práctico como usuarios de “fierros” más o menos alicatados con policarbonatos varios. 

Que pseudo-poesía táctica más cutre la del párrafo anterior... redios.

En principio di comienzo a una explicación, casi una disculpa, por muchos de esos temas específicos tratados en las decenas de trabajos realizados en estos últimos años. 

Posteriormente, mientras lo estaba escribiendo, me di cuenta que no estaba haciendo nada de eso, ni explicando, ni mucho menos excusándome. 

Lo cierto es que lo estaba trabajando era casi como una tesis. Una tesis más , donde desarrollaba razones y motivos, al igual de las varias que he tenido que presentar, y defender posteriormente, a lo largo de mi vida académica.

Al final no se muy bien que ha salido de todo esto, imagino que Ud´s lo juzgarán al final, eso si logro interesarles como para que lleguen a leerlo entero, que no es logro pequeño ni fácil.


¿Que transmitir?

Mi consideración a la hora de actuar como instructor de armas, técnicas y tácticas siempre va dirigido en varios direcciones que me consta no son muy comunes en este mundillo. 

Además de las cuestiones técnicas y prácticas asumo que mi obligación es explicar la razones, orígenes, pros y contras de todo lo que explico como procedimiento. 

Pero también pretendo llegar más lejos y transmitir muchas más cosas, engreído de mí; algunas tan fuera de tono hoy en día como los tan denostados, hoy en día, Principios y Valores. Otras más filosóficas, como me las describen tantos compañeros y amigos, unas pocas a modo de Código Deontológico como “buenos” de la ecuación de armas y portadores. 

Ya dije que soy poco común, rara avis puede definirme en muchos aspectos, me gusta meterme en “camisas de once varas”.

Las armas requieren espíritu como las letras” nos legó aquel soldado de infantería que fue D. Miguel de Cervantes Saavedra, y así lo he sentido siempre. 

No nos basta con saber como apretar un disparador, o gatillo, si no cuando es Deber hacerlo y cuando es obligación soltarlo. 

No nos basta con saber como empuñar un arma, si no cuando es, de nuevo, Deber, y cuando es acto de conciencia frenarse.  

No nos basta con saber como disparar de una forma efectiva desde debajo de un vehículo con un fusil de asalto, sino saber si mi Deber y Principios me obligan a ello o, por contra, me dicen que debo hablar y esperar. 

Si alquien tan pragmático como Nicolás Maquiavelo escribió...

“Las armas se deben reservar para el último lugar, 

donde y cuando los otros medios no basten”.


¿Por qué creen que lo hizo? 

Siendo él tan, insisto, pragmático, lo normal para él sería ir directamente  al punto, machacar al adversario y dejarse de zarandajas. 

¿No lo creen?

Recuerden esa otra máxima que adornó tantas armas honorables, y muchas otras no tanto ciertamente, a lo largo de los siglos...

“Empúñame con Razón, 

enfúndame con Honor”. 


Y el Honor, no les quepa la más mínima duda de ello, forma parte de las capacidades conscientes del ser humano. 

Una persona es honorable porque decide serlo, al igual que pierden ese Honor por sus propias decisiones conscientes. Y como cualquier acto consciente de nuestras vidas este parte del arma más poderosa que poseemos, ya saben, ese cerebro reducto de la mente y la propia personalidad. 

El cerebro, ese magnífico producto de la evolución, infrautilizado en la mayor parte de las ocasiones, creador y gestor de las más maravillosas obras del ser humano, así como de las más aberrantes y atroces barbaries. 

El Dios y Diablo de la Humanidad. 

Porque, y aquí me permitirán este comentario del que no pienso disculparme, no necesitamos subcontratar dioses ni demonios para achacar bendiciones o maldades a la pura y dura gestión de nuestras armas de destrucción masiva portátiles, nuestras propias voluntades gestionadas por un cerebro de la bestia o del ángel que todos somos  y llevamos dentro.

Ya se me ha ido la “pinza”, más vale que recupere mi hilo argumental sin tantas zarandajas filosóficas.


La cuestión técnica. 

Volviendo a un enfoque pragmático, debemos educarnos como seres humanos y profesionales para poder utilizar armas, tácticas y procedimientos potencialmente letales con un mínimo de criterios, tanto éticos como técnicos, pero sobre todo con la capacidad de evolución y mejora. 

Si consideramos las armas como meras herramientas está claro que la capacidad de utilizarlas con eficacia y precisión es fundamental. 

Ahora bien, ceñir el desempeño profesional desde el punto de vista únicamente de las habilidades físicas, equivale a definir que cualquier tirador deportivo que realice tiradas del tipo 10 “dieces”, es el mejor profesional posible, ya sea policía, oficial de Protección u otros.

Permítanme hacer otra comparación más gráfica. 

Piensen en tres equipos de profesionales armados, uno policial, otro militar y un tercero de protección ejecutiva. 

Cada uno de ellos necesita de un conductor experto para las “tareas” específicas  de cada equipo, y además acorde con la equipación y vehículos de los que dispongan. 

Ahora piensen en otra línea, ¿a quien contratar? 

Obviamente los mejores pilotos son los de Fórmula 1 o de rallies, no creo que nadie dude de ello. 

Pero ¿son los mejor capacitados para las funciones y técnicas a implementar con cada uno de los equipos que comento? 

Sin duda no. 

Correr sobre pista cerrada o itinerario delimitado, no es lo mismo que realizar maniobras ofensivas y defensivas con un vehículo, blindado o no, entre el tráfico de una ciudad, y no hablemos de hacerlo con la dotación completa de un agente de policía o un militar.

Cada oveja con su pareja” dice el saber popular, que yo prefiero parafrasear como “cada lobo en su manada”. 

No les estaré diciendo nada nuevo si les reitero la importancia de tener claro las necesidades puntuales de cada especialización profesional. Muchos podemos portas armas, más las situaciones son tan distintas como las mismas profesiones, y dentro de cada profesión la especialidad, y dentro de cada especialidad la función particular, y dentro de cada función la condición personal de cada individuo.... ¿sigo desglosando?

Sin duda todo eso que describo me lleva a ese refrán tan conocido, “cada loco con su tema”. No pretendan aplicar normas fuera de un punto de vista que no sea el suyo, ya que será correcto desde ese punto y solo coincidirá en algunos otros de su vecino.

¿Recuerdan la fábula que suelo explicar en conferencias y artículos? ¿La de los seis sabios ciegos y un elefante? ¿No? Permítanme repetirla.


Otra vez con la misma fábula... erre que erre...

En la Antigüedad, vivían seis sabios ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente.

Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y así salir de dudas.

Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. De pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema. 

El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas le hicieron tropezar y caer de bruces  contra  el costado del animal. 

-- El elefante  –exclamó– es como una pared de barro secada al sol.

El segundo avanzó con más precaución, con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. 

-- ¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza!.

Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El sabio agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. 

-- Escuchad, este elefante es como una larga serpiente.

Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió también con las manos, y no tuvo dudas.

-- Es igual a una vieja cuerda -- exclamo.

El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: 

-- Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano de cuero.

El sexto sabio, el más anciano, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en su bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. 

-- ¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera.

Satisfecha así su curiosidad, volvieron a colocar las manos sobre el hombre del compañero sabio y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. 

Una vez allí, sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía sombra, retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera. Obviamente creían que los demás estaban equivocados.

¿Actúan Ud´s como los seis sabios ciegos?


Otras cuestiones a tener en cuenta.

Entremos en otras cuestiones que para muchos, por ser menos pragmáticas que este pedante "juntaletras", son menos necesarias. 

Un profesional armado, o un legítimo usuario, tiene una obligación ineludible, saber como, cuando y de que forma debe utilizar sus armas, habilidades y capacidades incluidas bajo el concepto de "armas". 

Yamamoto Tsunetomo comentó sobre ello al describir a los “samuráis ilustrados” respecto a los “samuráis ignorantes”. 

Tal como el lo definió, un guerrero que espera a enfrentarse con situaciones difíciles para aprender a salir de ellas no es ilustrado. Un guerrero que se preocupa por adelantado de todas las situaciones y soluciones posibles, es sabio. Será por lo tanto capaz de hacerle frente con brillantez cuando la ocasión se presente. No importa lo que ocurra, un samurái ilustrado es aquel que se preocupa de los detalles de la acción, antes de la hora.

Por eso es tan importante estudiar, analizar, planificar, y, en una palabra, meditar. Algo que debe hacerse tanto en lo que afecta directamente en las actuaciones evidentes e inmediatas, como a esa parte interior de la ética y la moral personal. 

pero permítanme ir más lejos aún, debemos saber como plantear el “despues de”, tanto desde la cuestión administrativa y legal, como respecto a la íntima de aceptar la exactitud y corrección de nuestras acciones.

Taisen Deshimaru, en apoyo de los comentarios de Yamamoto Tsunetomo recalcó que...

 “La vía del samurái es imperativa y absoluta.

La práctica, al venir del cuerpo a través del inconsciente, es fundamental en ella. 

De aquí la gran importancia dada a la educación del comportamiento justo”.


Debemos educarnos, no solo entrenar el cuerpo, no solo las capacidades físicas y motoras, la mente es fundamental, sin ella todo lo que hagamos serán meras actividades circenses en el mejor de los casos. 

Necesitamos pensar, al modo de Juvenal con su “mens sana in corpore sano”, revalidando en cierta forma a Confucio cuando explicaba que ...

“El que aprende pero no piensa está perdido.

El que piensa pero no aprende está en gran peligro”.


Permítanme recalcar la importancia de desear aprender y mejorar, y no pasar sin más. 

Tenemos la necesidad de mejorar aprendiendo de todos los campos que nos afecten como profesionales, y más aun en una profesión donde fallar implica jugar con la vida, tanto la propia como la ajena. 

Responsabilidad que vió bien claramente Benjamin Franklin.

 “Ser ignorante no es tanta vergüenza como no tener la voluntad de aprender”. 


Voluntad, la virtud tan faltante en el "bien" pensante mundo actual.

La falta de voluntad de aprender y mejorar genera falsa confianza, y esta, como en el amor, pierde al ser humano. Lo crean o no, lo quieran creer o no, los libros y las canas, considerando estas últimas como experiencia bien asimilada y utilizada, han ganado más batallas que las armas por si solas. 

Y respecto a las batallas no son solo las masivas que aparecen, o aparecerán, en los libros de Historia, en el fondo importa poco el número de combatientes, uno o miles, los principios a aplicar son los mismos.

Pero claro, hay que conocer esos principios.


A modo de agradecimiento sincero.

Agradezco a los lectores que me hacen llegar sus comentarios, de todo corazón lo hago, gracias. 

Pero seguiré intentando transmitir más que el simplemente hacer perfectos agujeros en blancos de cualquier tipo. 

Espero lograr transmitir que las armas, y la profesión de las mismas, implican una Entrega y un Deber esmerado.

Las armas, su portación en realidad, no son un privilegio, son un Deber y una Obligación. 

Deber y Obligación de saber usarlas de forma correcta tanto técnica como éticamente. 

Después de todo, los profesionales armados, los guerreros de hoy, portan sus armas para defender a los que no pueden, o no quieren, defenderse. 

Porque, no se equivoquen, hay malos y hay buenos, y los “buenos” se distinguen tan solo por un detalle, saben cuales son sus Obligaciones y su Deber. 

Y lo principal es simple, evitar que esos malos campen a sus anchas.

Como pueden ver, el trabajo de hoy es “de cita en cita, y cito por que me toca”. 

Mi intención no es ser pedante, antes bien desearía considerar que Ud´s, lectores, lo ven como una demostración que no es una simple opinión personal más. Que desde la más lejana antigüedad hubo hombres y mujeres pensando en las mismas cuestiones que hoy creemos descubrir. 

Por lo que más que descubrir debemos hablar de redescubrir, aunque para muchos tan solo es continuar por la senda que otros nos marcaron. 

Y de nuevo Madame Pompadour tiene toda la razón... 

“Nada nuevo hay bajo sol”. 


Y en la profesión de los “fierros” menos.


Cuídense y cuiden de los suyos.


Barcelona, Enero 2025.

Reescritura de un artículo escrito en Centroamérica en Noviembre 2017.


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