domingo, 3 de marzo de 2024

Debemos aprender a enfocarnos en aprender ... conociendo nuestro cerebro en combate...

Debemos aprender a enfocarnos en aprender ... conociendo nuestro cerebro en combate... 

Por Cecilio Andrade.

No se si lo saben, pero su increíble cerebro de humano, el algo más de 1.3 kg. de hardware, cuenta con dos sistemas separados y relativamente independientes de software. Uno de los cuales tiene un gran poder de "computación" y ronronea continuamente con la intención de resolver problemas, hasta que nos sorprende con una súbita solución tras una compleja deliberación. 


Básicamente sigue un criterio definido por millones de años de evolución y supervivencia  como especie:


"Estoy siempre atento… 

¡ATENTO!… 

¡debo estar atento!... 

si no estoy atento ... 

perderé..."


Y esto es así tanto para aprender como para actuar, en ambas situaciones si no estuviera realmente atento perderíamos siempre, y en muchos casos la vida.


Sin embargo, como opera más allá del horizonte de la consciencia despierta, somos ciegos a su funcionamiento. Este sistema brinda los beneficios de su inmensa laboriosidad en una multitud de formas como si, aparentemente, procedieran de ningún lugar, desde establecer la sintaxis de una frase hasta subsanar una grave interrupción de su arma mientras evita exponerse en un tiroteo. 


Esta forma de atención, tras bambalinas, suele irrumpir de un modo completamente inesperado en el centro del escenario, como cuando mientras hablamos por teléfono detenidos ante un semáforo en rojo, se que Uds. jamás harían eso (ignoren mi sarcasmo), con la parte que se encarga de conducir situada tras la mente consciente, un bocinazo nos advierte que el semáforo ha pasado a verde.


¿Sorprendente? Aunque la mayor parte de este cableado neuronal se asienta en la parte “inferior” del cerebro, en los circuitos subcorticales, los frutos de su labor afloran súbitamente en la conciencia avisando al neocórtex, la parte más “elevada” del cerebro. Es por ello que se denomina ascendente a esta vía procedente de los estratos cerebrales inferiores, siendo el término habitualmente utilizado por las ciencias cognitivas para referirse a las operaciones llevadas a cabo por la maquinaria neuronal del cerebro inferior, por el subconsciente. 


Igualmente la expresión “descendente” se refiere a la actividad mental, principalmente neocortical  y consciente, que controla e impone sus objetivos sobre el funcionamiento subcortical y subconsciente


En este sentido parecería que existen dos mentes funcionando simultáneamente, no las hay, es una sola funcionando en varios niveles a la vez.


La mente ascendente, el subconsciente es:

  • Más rápida, su tiempo cerebral se mide en términos de milisegundos.
  • Inconsciente, involuntaria, automática y siempre está en funcionamiento.
  • Intuitiva, operando a través de redes de asociaciones.
  • Motivada por impulsos y emociones.
  • Responsable de llevar a cabo las rutinas habituales, guiándolas.
  • Gestora de los modelos mentales del mundo.

La mente descendente, la consciente es:

  • Más lenta, en términos de segundos o décimas de segundo en el mejor de los casos.
  • Consciente y voluntaria.
  • Esforzada.
  • Asiento del autocontrol y de acallar los impulsos emocionales.
  • Capaz de movilizar rutinas automáticas.
  • Capaz de aprender nuevos modelos.
  • Capaz de esbozar nuevos planes.
  • Capaz de hacerse cargo, en cierta medida, del repertorio automático.

La atención voluntaria, la voluntad y la decisión intencional emplean los circuitos descendentes y/o conscientes, mientras que la atención reflexiva, el impulso y los hábitos rutinarios lo hacen con los ascendentes y/o subconscientes. La mente ejecuta una danza continua entre ambas formas de atención ascendente, por estímulos, y atención descendenteconsciente y dirigida.


Mientras repasamos lo que el instructor nos dice que debemos hacer cuando de la señal de ejecución estamos en una modalidad de funcionamiento descendente


Cuando tras mucha práctica ejecutamos el ejercicio sin pensar en cada uno de los gestos, acciones y movimientos, en “piloto automático” fruto del entrenamiento inteligente y atento, estamos en modo ascendente


El sistema multitarea ascendente escanea en paralelo una gigantesca cantidad de entradas del entorno que todavía no han llegado a ocupar el centro de la atención consciente y, después de analizar lo que se halla dentro de ese entorno, “informa” de aquello que ha seleccionado como más relevante.


En cambio, la mente descendente procesa secuencialmente, las cosas, una tras otra, llevando a cabo un análisis más concienzudo, por lo que necesita mucho más tiempo para decidir lo que presentará.


Resulta maravilloso, al menos para mi lo es, que la mente acabe equiparando lo que ocupa el centro de su conciencia con la totalidad de sus operaciones mentales. 


Lo cierto es que la inmensa mayoría de estas operaciones no ocupan el centro del escenario, sino que lo hacen entre el ronroneo del funcionamiento de los sistemas ascendentes, entre bambalinas, en el trasfondo de nuestra mente, subconscientemente.


Entrenar empuñando las emociones.


En esta parte me centraré en algo que ha sido, y aun lo sigue siendo, considerado una herejía del entrenamiento táctico y operativo, hablaré del entrenamiento enfocado con las emociones presentes, algo que considero como la matriz de un buen y realista entrenamiento. 


Tengo el hábito de leer con la máxima atención, así como escribir, pensar, meditar, e incluso algunos tipos de entrenamientos en seco, escuchando música acorde a la tarea y estado de animo que presento en cada ocasión. Conectar mi ritmo de pensamientos y acciones me ayudan, de algún modo, a concentrarme y visualizar más rápidamente, pongamos por caso, la fórmula del enfrentamiento en movimiento contra varios adversarios. 


Siempre agradecí haber logrado perfeccionar esa capacidad de concentrarme en cualquier situación externa dada, por más caótica o estridente que sea.


Infinidad de veces en medio de un entorno de voces, sonidos urbanos, cuando no de otros no tan “plácidos” ni inofensivos, he logrado sacar parpadeos de enfoque para buscar soluciones a problemas muy concretos y, en muchos casos, urgentes, donde es imposible gritar “¡Silencio Universo!”. Desconecto del ruido y redoblo mi enfoque, concentración y nivel de atención.


Esto es un claro ejemplo del poder de la atención selectiva, la capacidad neuronal de dirigir la atención hacia un único y vital objetivo, ignorando simultáneamente el inmenso aluvión de datos, cada uno de los cuales constituye, en sí mismo, un posible foco de atención. Todo lo cual se puede definir como la toma de posesión por la mente, de un modo claro y vívido, de uno entre varios objetos o cadenas de pensamientos simultáneamente posibles.


Ténganlo siempre en cuenta, Uds., como yo mismo y toda la humanidad, sufrimos de dos tipos de distraccionessensoriales y emocionales


Los  primeros distractores, los sensoriales, son muy simples y por ello fáciles de contrarrestar. Cada segundo apartamos de la mente consciente miles, si no millones, de bits de información. El cerebro aparta de su foco el continuo bombardeo de sonidos, formas, colores, sabores, olores y sensaciones de todo tipo que nos asaltan de forma sistemática.


Otra cosa son las distracciones asociadas a estímulos emocionales, las cuales resultan mucho más problemáticas. 


Puede resultar más o menos sencillo concentrarse en medio del estruendo melódico de una de las joyas compuestas por Iron Maiden, por ejemplo, después de todo ya soy un clásico cincuentón pasado, pero basta con escuchar que alguien pronuncia nuestro nombre o un sonido que asociemos a un riesgo potencial, como el acerrojado de un arma, o el característico chirriar de una frenada brusca, para que ese dato acabe convirtiéndose en un señuelo emocionalmente tan poderoso que resulte imposible desconectar el foco de atención del mismo. 


Foco de atención que se apresta a activar todo el sistema automático de respuesta asociado a ese estímulo.


    En este contexto el principal reto al que todas las personas se enfrentan, aun las más enfocadas y atentas, procede del factor emocional de la vida, como la colisión entre un automóvil y una motocicleta, que aun sin tener nada que ver con uno mismo el recuerdo del motociclista gravemente herido no deja de interferir posteriormente en el pensamiento. 

Interferencias que afloran por una buena razón, obligan a prestar atención a lo que hay que hacer con lo que nos pueda  afectar. La línea divisoria entre la especulación improductiva y la reflexión activa y positiva reside en si nos acerca a alguna solución o comprensión provisional que permita dejar aparcados esos pensamientos o, desgraciadamente, nos mantiene obsesivamente, atrapándonos en un improductivo bucle de reproches. 

Es obvio que toda actuación será mucho menos efectiva cuantas más interferencias obstaculicen la atención. Las investigaciones realizadas al respecto han puesto de relieve la existencia de una elevada correlación entre la fuerza con que la ansiedad interrumpe la concentración y el logro de una respuesta coherente y eficaz.

El asiento neuronal de la capacidad de permanecer con la atención centrada en un objetivo, ignorando simultáneamente todos los demás, reside en las regiones prefrontales del cerebro. Los circuitos especializados de esta región alientan la fortaleza de los datos en los que queremos y debemos concentrarnos, empuñe, alineación y presentación del arma, punto de mira, presión del disparador, objetivo, entorno, y algunos etcétera más; amortiguando, al mismo tiempo, los que se ignora, color de la ropa del objetivo, tipo de automóvil tras el, la niña rubia gritando de miedo a nuestro costado, el autobús que está llegando puntual para variar, y, esta vez si, muchísimos etcétera mas. 


No es de extrañar que por razones de supervivencia evolutiva la atención está obligada a desconectarse de las distracciones emocionales, por lo cual los circuitos neuronales de la atención selectiva incluyen mecanismos de inhibición de la emoción. Significando todo esto que las personas que mejor se concentran y enfocan son relativamente inmunes a la turbulencia emocional, siendo más capaces de permanecer impasibles en medio de crisis, manteniendo el rumbo a través de la mayor marejada emocional.


Y todo ello es factible de entrenarse, por ende… de aprender a gestionarlo. 


Que cosas ¿verdad?


Enfocarnos para sobrevivir a un enfrentamiento.

Partamos de una realidad para el profesional armado:


"Fracasar en enfocarnos implica fracasar en aprender, 

por ende implica fracasar en sobrevivir a un enfrentamiento."


El fracaso en focalizar la atención suele dejar la mente sumida en cavilaciones improductivas, en bucles de pensamientos repetitivos, cuando no en una ansiedad patológica. Añadamos a todo ello que frente a situaciones de estrés de supervivencia, suele acabar desembocando en impotencia, desesperación y autocompasión, así como en la repetición incesante de gestos, rituales y/o pensamientos improductivos propios de un trastorno obsesivo-compulsivo


La capacidad de desconectar la atención de una cosa intrascendente y dirigirla hacia la que resulta esencial es una capacidad fundamental para la supervivencia individual.


Sin duda estarán de acuerdo conmigo que la falta concentración y enfoque es un mal endémico de nuestra sociedad, y lo grave es que no tiende a mejorar en situaciones de emergencias vitales, casi como si el cerebro de la mayoría de los monos sin pelo actuales hubieran perdido la capacidad de hacerlo por una continua falta de uso. 


Por suerte no es así. Cuanto más firme es el interés para esa atención selectiva, más profundamente es posible sumirse en lo que se esté haciendo, algo que hacemos más habitualmente de lo que se cree, pero aquí lo comento en el contexto que nos ocupa, luchar por la propia vida o la de terceros. 


En medio de un evento caótico es posible encontrar a personas concentradas, capaces de zambullirse en una acción concreta, con los ojos fijos en su objetivo, como absortos en su actuación, independientemente de que sus manos estén dentro de la herida abierta y sangrante de un compañero que no deja de gritar de dolor. La mirada de los no enfocados, por el contrario, deambula a la deriva de un lado a otro, en busca siempre de algo a lo que aferrarse.


Enfocarse es una de las muchas capacidades vitalmente esenciales, cada una de las cuales se asienta en un sistema neuronal específico para fluir a través de la turbulencia de la vida interna, del mundo interpersonal y de los retos que la vida en general depara. 


En los momentos de mayor enfoque, los circuitos de la corteza prefrontal se sincronizan con el objeto enfocado, en un estado denominado cierre de fase


Cuando los ojos de un maestro tirador como pueden ser cada uno en su especialidad Don Eduardo de Cobos o Don Eduardo Abril de Fontcuberta, captan la imagen correcta que deben ver, la correlación de sus miras o visores y el blanco, las señales electroquímicas de su corteza prefrontal se activan en una sincronía muy precisa entre la imagen captada y el dedo que presiona el disparador. 


Cuanto mayor es el enfoque más fuerte es también esa conexión neuronal. Pero si en lugar de enfoque existe una maraña de pensamientos, la sincronía se desvanece, algo propio también del trastorno de déficit de la atención.


Enfocado en lo que aprende, el cerebro relaciona la nueva información con la que ya conoce, estableciendo nuevas conexiones neuronales. Cuando la mente divaga, el cerebro activa una serie de circuitos que nada tienen que ver con lo que esta tratando de aprender o realizar. Por ello es tan difuso el recuerdo de lo sucedido estando distraídos. En una clase normal la mente del alumno más atento suele divagar entre el 20 y el 40% del tiempo, algo que implica un coste muy elevado, ya que la comprensión es inversamente proporcional a la distracción.


En una acción generadora de estrés, de cualquier tipo, la mente elabora un modelo o red mental para conectar con el universo de modelos almacenados que giran en torno al mismo tema, buscando dar sentido a lo que está viviendo. Esa necesariamente amplia red de comprensión descansa sobre el núcleo del aprendizaje previo. 


Cuanto más distraída esté durante la elaboración de ese tejido, y más largo sea el lapso transcurrido hasta darse cuenta de  estar distraída, mayor será el agujero de dicha red y más cosas, en consecuencia, se escaparán. Durante una clase o un entrenamiento, el cerebro establece una red de sendas que definen el conjunto de ideas y experiencias adquiridas. Cuanto mayores sean las distracciones, en profundidad y/o en duración, peor será la calidad de esas tan necesarias y vitales sendas.


Se requiere una mente enfocada para ser efectivos, tanto en el aprendizaje como en el combate por la integridad y la vida. La perdida de enfoque en el antes, durante el aprendizaje y el entrenamiento, generará una mente caótica y fragmentada, desesperada por encontrar las sendas, quizás inexistentes, que le permitan enfrentarse al durante, el enfrentamiento.


Todo acto efectivo requiere de una mente enfocada. Cuanto más distraídos estemos en el antes, más caóticas, inconexas, ineficaces y, en muchos casos, contraproducentes serán las acciones ejecutadas en el durante. Y ni hablemos de pretender reconstruir algo mínimamente coherente en el después.


Y si, para terminar, se puede, y debe, entrenar ese enfoque en el antes para ser eficaces en el durante y tener la posibilidad de disfrutar un después.


Y lo de siempre ... Cuídense y cuiden de los suyos.


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