Desde una charla de hoy mismo sobre el artículo anterior... aprender a aprender para aprender a enseñar.
Por Cecilio Andrade.
Desde el principio de la inteligencia en este planeta vivimos con la necesidad vital del aprendizaje permanente, y en el siglo XXI esta necesidad no ha disminuido ni un ápice. Por desgracia la tendencia social no es muy halagüeña, además de a la estúpida actitud de creer saberlo todo, se añade el haber perdido una competencia básica, como es aprender a aprender.
Sobre ello fue la conversación de hoy… pero no es la primera vez que la realizo, y las que les queda a poco que pueda … ciertamente a la mayoría de los oyentes les sorprende, y no siempre positivamente con ellos mismos… ¿cómo enseñar a aprender a otros, si uno mismo no sabe como aprender a aprender lo que debe enseñar? Tómenlo como un trabalenguas o como una cachetada en el ego… lo mismo dará... si no lo corrigen…
Con esta simple pregunta empiezo casi siempre mi "sermón" a los que se consideran mentores e instructores… ¿Qué es aprender a aprender?
Aprender a aprender es una competencia básica de influencia vital en y para todas las demás que se necesitan en la vida, es la capacidad para proseguir, persistir y organizar el propio aprendizaje, lo que conlleva realizar un control eficaz del tiempo y la información, tanto a nivel individual como grupal. De ahí importancia del aprendizaje permanente, no solo durante la infancia y la juventud, sino también en toda la edad adulta.
Dentro de lo que considero, y no soy el único, como capacidades primarias de todo mentor y/o instructor de cualquier especialidad bajo el epígrafe “saber aprender”, fundamental para “saber enseñar”, nombro cuestiones como:
- Tomar conciencia de las necesidades y procesos del aprendizaje, propio y ajeno, así como tener la capacidad de identificar las oportunidades disponibles.
- Poseer la capacidad de superar los obstáculos con el fin de aprender con éxito.
- Ser capaz de obtener, procesar y asimilar nuevos conocimientos y habilidades de aprendizaje.
- Buscar una guía metodológica y práctica en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
- Adquirir el compromiso de construir el conocimiento a partir de sus aprendizajes y experiencias vitales anteriores, con el fin reutilizar y aplicar ese conocimiento y habilidades en toda variedad de contextos.
- Potenciar la motivación y la confianza.
- Adquirir competencias y capacidades que permitan conocer y regular los procesos de aprendizaje.
- Trabajar la autoestima y la capacidad de aceptar el rechazo que provoca el error, así como la tensión que implica mantener el esfuerzo de enfoque.
- Buscar experimentar el placer que produce entender algo que antes no se comprendía, resolviendo problemas que antes no eran capaces de solucionar.
- Potenciar las capacidades lingüísticas y la adopción de distintos roles y procedimientos.
Este decálogo para aprender a aprender constituye el cimiento ineludible para aprender a enseñar. Siendo, por lo tanto, responsabilidad personalde todos los mentores/instructores en cualquier campo el desarrollarlo y potenciarlo en ellos mismos.
Unido al decálogo anterior va otro conjunto de principios metodológicos particularmente relevantes para la enseñanza y adquisición de esta competencia básica que todo mentor/instructor debe poseer, aprender a enseñar.
- Explorar las concepciones sobre el aprendizaje y la inteligencia, especialmente las creencias preconcebidas sobre qué es ser una persona competente en su campo
- Tratar de forma explícita lo que es aprender tanto con alumnos como con otros mentores/instructores, exponiendo lo que piensan sobre esta cuestión y aportando propuestas de mejora.
- Enseñar, y enseñarse, a regular los propios procesos de aprendizaje, lo que implica planificar, supervisar y evaluar el comportamiento personal cuando se enfrentan a cualquier tarea nueva.
- Instructores y alumnos deben reflexionar acerca de si el sistema que se está empleado es el más adecuado para conseguir los objetivos establecidos y, obviamente, cómo actuar en caso contrario.
- El trabajo en equipo es uno de los pilares para aprender a aprender a enseñar. Trabajar en equipo permite tomar conciencia de los propios procesos cognitivos y emocionales, consensuar objetivos y llegar a acuerdos sobre la forma más idónea de conseguirlos, acordando cómo avanzar, analizar y pensar estrategias y pasos, detectar errores propios y ajenos, entre muchísimos otros factores. Pero quizás la parte más importante de todo ello es que se aprende a exponer en público, a dar explicaciones y argumentos, así como el por qué de que una determinada solución merezca la confianza que justifique los esfuerzos por conseguir resultados.
- Es obligado dedicar un tiempo a reflexionar sobre las conexiones entre los distintos aspectos del contenido que se está impartiendo o aprendiendo, lo cual permitirá profundizar mucho más en el conocimiento.
- Debemos enseñar y aprender cómo debe evaluarse uno mismo, con procedimientos y técnicas de autoevaluación que sean útiles y, sobre todo, honestas y objetivas. Aprender a evaluarse a uno mismo no es tarea fácil y necesita ejercitarse de forma continua para llegar a formar parte del grupo de capacidades y competencias consolidadas tanto del alumno como del más afamado instructor. Es por ello tan importante convertirla en una práctica que se utilice en todas las etapas del aprendizaje, o lo que es lo mismo, durante toda la vida, aunque lógicamente vaya modificándose en función de factores como la edad, estado físico y emocional, o el nivel técnico de cada uno, por nombrar algunos factores.
- Por último es preciso supervisar los resultados, no sólo como objetivo de mejorar el resultado específico, sino también a modo de revisar el proceso en sí mismo de aprender. Esta comprobación significa, además, verificar si se ha sabido dar la respuesta adecuada a las necesidades de los alumnos en cada aspecto. Se trata de evaluar de tal manera que el proceso, además de servir al instructor para regular la enseñanza, le permita al alumno regular su propio aprendizaje. Para ello el alumno debe ser capaz de identificar cuándo aprende y cuándo no, y sobre todo qué forma de aprender le resulta más útil, eficaz, óptima y provechosa.
Hay que valorar también el bagaje cultural y de conocimientos previos, puesto que, obviamente, lo que una persona ya sabe y tiene perfectamente asimilado no solo no es necesario volvérselo a enseñar, como mucho sólo necesitará un refuerzo, sino que puede servir de cimientos para fortalecer otros campos donde se encuentre menos cómodo o incapaz.
En definitiva, como ocurre con cualquier otra parte del saber humano, la adaptación y enfoque individual y personal es fundamental para el éxito.
Y con todo ello, y la verborrea de un señor bajito, pasicorto, feo y disertante hasta morir… concluiremos el artículo de hoy ... cuídense y cuiden de los suyos.
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