domingo, 3 de diciembre de 2023

Aprendizaje, (in)competencia, actitud, armas, espíritu, Principios y Valores ¿Demasiado para un solo saco?

Aprendizaje, (in)competencia, actitud, armas, espíritu, Principios y Valores ¿Demasiado para un solo saco?

Por Cecilio Andrade.

Hoy me han vuelto a preguntar sobre algo que no hago más que nombrar clase tras clase, sin importar si ya me lo han oido en conferencias o prácticas previas. Me refiero a lo que  en Psicología se denomina las cuatro etapas de la competencia, o modelo de aprendizaje de competencia consciente, donde se relacionan los estados involucrados en el proceso de progresar de la incompetencia a la competencia en una habilidad. Hablo de cuatro, ¿o son cinco?, etapas del aprendizaje y la (in)competencia como una pirámide imposible de subir para muchos.


Dicho modelo es atribuido incorrectamente a Abraham Maslow, quien no lo comenta en sus obras hasta mucho después que Martin M. Broadwell lo describa, en 1969, como los cuatro niveles de enseñanza. Posteriormente dicho modelo fue usado por infinidad de autores y profesionales de distintas disciplinas, en publicaciones y trabajos técnicos de mayor o menor calidad y relevancia.


Aun teniendo muchas y obvias interrelaciones con otros modelos psicológicos, las cuatro etapas originales se ocupan del aprendizaje, señalando que los individuos inicialmente no son conscientes de lo poco, o nada, que saben, siendo por tanto inconscientemente incompetentes. A medida que reconocen dicha incompetencia, si realmente lo hacen alguna vez, adquieren conscientemente una habilidad. Con la actitud y práctica adecuada dicha habilidad puede acabar ejecutándose sin ser conscientes de ella, adquiriendo por tanto una competencia inconsciente


Si aplicamos las cuatro etapas de Broadwell al trabajo con armas nos encontramos con :


Inconscientemente Incompetente.
 

    • Ni entiende ni sabe cómo hacer algo y, lo peor, no siempre reconoce dicho déficit, llegando a negar la utilidad de la habilidad. 
    • Para crecer y aprender debe reconocer su propia incompetencia y el valor de la nueva habilidad, antes de pasar a la siguiente etapa. 
    • El tiempo que un individuo pasa en esta etapa depende de la fuerza del estímulo para aprender. 
    • No sabe que no sabe, siendo incompetente porque no sabe que lo es, debido principalmente a un pobre, o incluso a una carencia total, de entrenamiento, sin que se haya visto inmerso en una situación de riesgo que haya puesto al descubierto sus fallos, haciéndole consciente de sus carencias. 
    • Lo más doloroso de esta etapa es que la primera vez que se da cuenta de su incompetencia será en medio de una situación crítica, donde está en juego su vida o la de terceros, por lo que muy probablemente esa primera lección será su última lección.
Conscientemente Incompetente. 
    • Aun no sabe cómo hacer algo, pero identifica el fallo, así como la importancia de dicho fallo. 
    • Es aquí donde una persona sensata reconoce que cometer errores forma parte integral del proceso de aprendizaje, con lo cual esta 2ª etapa se convierte en un modo de “paso adelante”. 
    • Si el Inconscientemente Incompetente sobrevive a su primera “lección práctica vital”, se convierte normalmente en un Conscientemente Incompetente, sabe que no sabe y que debe buscar ayudas para mejorar sus habilidades tácticas y de trabajo con armas. 
    • La necesidad lo convierte en alguien motivado que reconoce sus carencias, con lo que muy probablemente conseguirá enfocar sus esfuerzos para alcanzar un óptimo nivel de habilidades y competencia.
Conscientemente Competente. 
    • Ya sabe cómo hacer algo, aunque todavía necesita una gran concentración para plasmar su habilidad o conocimiento. 
    • Aun así puede desglosar su acción en pasos mediante un esfuerzo consciente y enfocado durante la ejecución de la nueva habilidad. 
    • Con el correcto entrenamiento el Conscientemente Incompetente pasará a ser un Conscientemente Competente, manejando situaciones de forma eficiente y segura, tras haber adquirido la actitud correcta para el enfrentamiento. 
    • Pese a ser ya rápido y hábil, aun debe estar continuamente pensando en lo qué está haciendo, debido a que todavía no ha alcanzado un nivel de respuestas reflejas en sus acciones, respondiendo a las situaciones más estresantes siempre y cuando no requieran de decisiones y/o respuestas instantáneas.
Inconscientemente Competente.
    • Ha logrado tanta práctica con una habilidad que se ha convertido en su segunda naturaleza, resultando que la puede realizar mientras ejecuta otra tarea simultáneamente. 
    • Su cuerpo y mente, tras de miles de repeticiones inteligentes y enfocadas, pueden reaccionar de manera correcta en una fracción de segundo, sin necesidad de atravesar el largo proceso cognitivo del ciclo O.O.D.A. 
    • Logrando actuar con eficacia incluso en medio de las situaciones más estresantes, gracias a que su intensivo entrenamiento ya supera su proceso mental consciente. 
    • Este tipo de individuos no es frecuente, por lo que suelen catalogarse como personas especiales, excepcionales o superdotadas, cuando en realidad todos sus logros se deben a su disciplina, motivación y esfuerzo, eso mismo que brilla por su ausencia en nuestra sociedad actual.

Desgraciadamente hay otra etapa más, fuera de las cuatro originales de Broadwell, mucho más incómoda, desagradable e incluso antiética, que suelo incluir al igual que muchos otros instructores y expertos, y aunque en el orden de su colocación tendemos a diferir, en los tres adjetivos nombrados tenemos un criterio unánime. Sobre ello en particular, mi buen amigo Ernesto Pérez Vera, por ejemplo, coloca esta etapa como la primera, antes de las cuatro originales; en mi caso, la suelo colocar entre a primera y la segunda, mostrando en este aspecto tan solo diferencias de forma que no de concepto.

La incómoda, desagradable y contraria a la ética etapa que añadimos es:


Intencionalmente Incompetente.
 

    • Refiriéndonos a ese “personaje” que jamás entrena por miedo a que otros vean su torpeza, además de por una más que obvia pereza. 
    • Cómo pueden leer tenemos dos “pecados capitales”, soberbia y pereza, en su máximo esplendor. 
    • Con armas por medio conocen perfectamente de su incompetencia, pese a lo cual no tienen ni la más mínima intención de buscar una mejora de sus habilidades. 
    • Son esos mismos que suelen generar “accidentes” a terceros, y que afortunadamente suelen ser minoría. 
    • Minoría que pese a todo se vuelve extremadamente peligrosa cuando se les da una mínima cuota de poder o, aun peor, la posibilidad de actuar de ins(des)tructores.

Legados a este punto… ¿dónde están Uds? ¿En qué etapa?


Mientras lo averiguan… Continuemos con el artículo.

Un pequeño decálogo de actitud y autoconfianza.

Un punto que la mayoría de los que repiten en mis conferencias conocen es el particular apego a dos diapositivas dinámicas que raramente faltan. Sea sobre el tema que sea intento siempre incluirlas. Hablo de la de la fórmula del Valor del Ser Humano y la representación gráfica de las zonas de confort, miedo, aprendizaje y éxito


Incluso en clases más físicas, prácticas, operativas y dinámicas no puedo evitar que salgan a la palestra. Cada uno tiene sus manías, y una de las muchas mías es esa, dar una importancia total a la actitud vital de la persona. 

Valoro mucho los conocimientos y capacidades de todo el mundo, sin duda han requerido un esfuerzo y un sacrificio enorme alcanzarlos. Después de todo aquello que buscamos conseguir siempre implicará sacrificar algo a cambio, nada es gratis, pese a lo opinión de tantos hoy en día, ya en sea tiempo, dinero, descanso o muchas otras cosas, se debe pagar algo para lograr esa meta buscada.


Lo que define de forma completa lo que he buscado transmitir, así como también cuando he reunido y dirigido equipos de trabajo por todo el mundo, es una palabra muy simple, y por ello, por esa aparente simpleza, mal comprendida y peor aplicada… a saber, hablo de la actitud, y en particular en su acepción de la RAE expresada como la:


 “...disposición de ánimo manifestada de algún modo”, 


Y en mi más particular interpretación:


"... a la manera de estar alguien dispuesto a comportarse u obrar"


Ahí es poco lo que implica esa palabra.


Pueden poseer todos los conocimientos y habilidades del mundo, algo que siempre sumará, sin duda alguna, pero para multiplicar su valor, estimados y sufridos lectores de estas insidiosos artículos, Ud´s necesitan multiplicar todo ello por su actitud… y más les vale poseer una actitud multiplicadora, por mucho que sumen de todos los conocimientos y habilidades que crean poseer.


Algo que va siempre de la mano cuando una persona tiene la actitud correcta, sine qua non si me permiten ser más pedante, es una autoconfianza genuina, que a su vez se refleja en un comportamiento medible y observable, ya que, estoy seguro que estarán de acuerdo conmigo, lo que no se puede medir no se puede mejorar, y lo que no se mejora siempre acaba degradándose


Pues bien, las personas con actitud y autoconfianza pueden medirse con un decálogo ya que:

  1. Poseen una presencia relajada, calmada y tranquila, demostrando que tienen todo bajo control.
  2. Hablan con calma, modulando su tono, buscando generar una conversación y por tanto sin gritar para ser oído. Solo hablan cuando quien tienen enfrente quiere escuchar, si no es así ni se esfuerzan.
  3. No interrumpen, entendiendo que tiene todo el tiempo en el mundo para responder, por lo que interrumpir solo sería una falta de respeto y una pérdida de ese tiempo.
  4. Siempre tienen una postura corporal abierta y franca, sin esconderse en un rincón ni con una apariencia vacía y falsa, tratando de lucir bien. Se muestran abiertos, proclamando su disponibilidad para todos.
  5. Siempre mantienen el contacto visual, jamás son de esas personas que muestran sentirse intimidadas por alguien.
  6. Exponen con claridad sus opiniones y observaciones, haciendo que ambas sean perfectamente conocidas por los demás, y eso sí, siempre sin pretender ofender a nadie.
  7. Caminan con seguridad y firmeza, quizás para otras personas menos seguras como si fueran los dueños del mundo, o como si se lo quisiera comer, pero en realidad es simple y llanamente un caminar sin temor ni inseguridad.
  8. No tratan de complacer, ni les importa si caes bien o mal, si los odian o no, algo que es problema de los demás y no suyo. Son autosuficientes y firmes en sus Valores y Principios, por lo que solo hacen lo que creen que es correcto.
  9. Jamás se apresuran para responder, en lugar de ello escuchan, piensan, analizan y contestan lenta y atentamente.
  10. Hacen todo aquello que los demás temen hacer, teniendo un firme control sobre sus emociones. Obviamente sentirán miedo, es natural, saludable y necesario sentirlo, reconociendo este hecho proceden a actuar de todas formas.

Y, finalmente, simplemente sonríen porque saben que la vida, personal y profesional, es lo que es y solo las personas seguras, tranquilas y firmes en si mismas pueden lograr dejar algo sólido y duradero en ella.


Las armas requieren espíritu como las letras... y Principios... y Valores.


Estoy pedante y aburrido... lo sé, aunque quizá deba decir más pedante y más aburrido... y sin quizá. Pero así es, hoy estoy más pedante y aburrido, además de pensativo e introvertido. Serán cosas de la edad y las circunstancias, en fin...intentaré no dejar mal a aquel viejo amigo que me describió como filósofo táctico... intentaré... que lo logre ya es otra cosa.


Puso nuestro insigne Cervantes en boca de Don Quijote el discurso de las armas y las letras, del cual, en un paupérrimo resumen, que quedé con la cita “las armas requieren espíritu, como las letras”, disculpen mi cortedad. 



Las batallas son peleadas con armas, pero son ganadas por seres humanos, los mismos que aportan el espíritu nombrado por Don Miguel. 

Después de todo cuanto más elevado es un pueblo, más limitado está en su libertad, y cuanto más educada es un persona menos libertades “se toma”.

Es curioso cuantas privilegiadas mentes, a lo largo de la Historia humana, no han dudado en defender la necesidad de que las personas con Principios y Valores, pacíficas en ambos aspectos, cuiden y mantengan sus capacidades de luchar y de utilizar las armas en defensa de esos mismos Principios y Valores, en contra de aquellos otros primates sin pelo que sin duda no poseen ni lo uno ni lo otro.


Cualquier ser humano mínimamente cabal ama la paz y odia la violencia, pero para desgracia de tantos no vivimos en el mundo de Yuppi, todavía lo hacemos en un mundo donde la violencia en manos desaprensivas pretende ahogar cualquier rastro de Principios y Valores. Sin duda alguna estamos muy lejos de la violencia de otras épocas, la Humanidad avanza paso a paso y con tropiezo tras tropiezo, pero aun nos sirve la enseñanza de Cicerón cuando dijo: 


Si queremos gozar la paz, debemos velar bien las armas; si deponemos las armas no tendremos jamás paz”. 


Después de todo no poseer la más mínima capacidad de ejercer la violencia no nos convierte en pacíficos, tan solo en indefensos. Un primate capaz de ejercer a violencia con precisión y resolución, pero que decide, merced de unos Valores y Principios sólidos y firmes, no emplearla, o hacerlo con limitaciones basadas en humanidad... ese es el primate pacífico.


Hoy tocó trabajar ese espíritu, después de todo nunca sabremos, como relató Splenger, cuando será ese momento decisivo de la Historia donde siempre hubo, hay y habrá un último pelotón de soldados agotados que acaba salvando la civilización.


Cuídense y cuiden de los suyos.

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