domingo, 11 de febrero de 2024

Desenfundar y presentar el arma, simple cuestión de microgestos y detalles... ¿o no tan simple?

Desenfundar y presentar el arma, simple cuestión de microgestos y detalles... ¿o no tan simple?


Por Cecilio Andrade.


"A ver, Cecilio, ¿en serio quieres convencernos de que existen cientos de "microgestos" para extraer o desenfundar?… ¿y que además hay miles de detalles para presentar o apuntar? ¡Venga ya! Déjate de tonterías, monsergas y "detallitos" varios, Cecilio... por favor, que tampoco hablamos de viajar a Marte".


Reconózcanlo, lo han pensado al leer el titulo, o quizás algunas otras cosas mucho peores.


Hablaré del proceso de desenfunde, el titulo lo hace evidente, lo sé, y también sé que me lo reprocharán por denominarlo proceso. También me consta, es más que obvio que es así, que las posiciones de partida antes de cada desenfunde en una competición y/o enfrentamiento son tan infinitas como las mismas circunstancias posibles, pero concédanme una pequeña bula y permítanme empezar por una posición básica de partida, tan solo en busca de poder desarrollar una base de partida.


Para dicha base me referiré siempre a la figura de un tirador diestro, ruego a zurdos y ambidextros que giren la imagen presentada durante el resto del presente texto.


Posición de partida.


El tirador se colocará de tal forma que su cadera este aproximadamente en 45º respecto al objetivo. Con lo cual el pie izquierdo, el adelantado, casi apuntará al objetivo; mientras el derecho se situará un poco atrasado y orientado en un ángulo algo menor de 90º a la derecha. 


La distancia entre ambos pies será como mínimo la anchura de los hombros, buscando principalmente el factor de una posición estable, cómoda y relativamente relajada, más que la exactitud métrica. 


Con estos detalles de partida se consigue una simple posición de alerta y vigilancia relajada, de guardia sin guardia, que dirían los practicantes de Artes Marciales tradicionales. Los ojos jamás perderán de vista a la amenaza, antes, durante, ni después de la acción puntual a realizar.


La distancia al objetivo es la que definirá hasta donde sube la mano izquierda, para este artículo la distancia planteada será de tipo medio, entre 7 y 12 metros, por lo cual la mano izquierda subirá hasta dejar el dorso del pulgar apoyado en el pectoral de ese mismo lado, esperando a que el arma ya desenfundada avance para apoyar el empuñamiento de la mano derecha, pero también para poder usarse como defensa y bloqueo si el agresor estuviera muy cerca, en cuyo caso podemos subirla más arriba para proteger la cabeza de golpes. 


Lo que no puede suceder nunca es dejar esta mano colgada en lo que yo denomino, en mi característica maldad sarcástica, el brazo chorizo, ya saben, por aquello de estar colgado para ahumarlo. La mano de apoyo debe estar siempre preparada para hacer algo útil, como todo el resto del cuerpo. 


Con la mano izquierda sobre el pectoral de ese lado, la derecha puede encontrarse con dos situaciones, arma cubierta o descubierta. 


Arma cubierta.


En el primer caso, antes de proceder a buscar el arma, debe apartarse la prenda que la cubre, teniendo dos casos básicos posibles. 


  • Arma cubierta con chaqueta o similar.
    • Con una chaqueta lo mejor es agarrar la prenda por debajo del pectoral derecho, para con un movimiento pivotante bajar la mano y a la vez lanzar la ropa hacia atrás.
    • En un momento dado la mano estará casi encima de la pistola y en ese instante modificará muy ligeramente su trayectoria para bajar a buscarla. 
    • Con este procedimiento no necesitamos trucos como tener los bolsillos lastrados ni hacer malabarismos circenses con la mano izquierda para por la espalda tirar y/o retener la chaqueta desde y hacia atrás.
    • Tan solo se requiere entrenamiento constante, repeticiones inteligentes y trabajo concienzudo.
  • Arma cubierta con una prenda tipo suéter.

    • La mano izquierda bajará hasta la zona inguinal derecha para agarrando el borde inferior del suéter tirar hacia arriba, buscando prácticamente tocar con el dorso de la mano la mejilla derecha, dejando descubierta el arma para la mano principal. 
    • En esta acción, levantar el suéter, al quedar el dorso de la mano izquierda contra la mejilla derecha, el brazo mismo, con su codo por delante actúan como protección del torso e incluso de la cara y cabeza si el agresor está situado muy cerca. 

Empuñamiento y/o agarre.


Para que el agarre sea correcto la mano buscará empujar con el vértice de la “V” formada entre el dedo índice y el pulgar, hasta que este vértice haga tope con la rabera del arma, refiriéndome al borde sobre dimensionado en la parte superior de la empuñadura de toda pistola moderna, sobre la que normalmente se desliza la corredera. Con este ligero empuje de la mano aseguramos que la mano quede donde debe para empuñar el arma correctamente. 


El agarre se producirá con tres dedos, meñique, anular y medio, mientras el índice quedará extendido a lo largo de la funda y el pulgar permanecerá ligeramente extendido con vistas a apartar la posible ropa y cerrarse al extraer el arma. 


Es en este momento cuando se desactivarían los seguros de la funda, si dispone de ellos, con el índice o el pulgar, o con ambos, según el modelo de funda que se emplee.


Esta es la primera secuencia gestual del desenfunde de una pistola, y por ser el inicio y base de lo que seguirá a continuación es la más importante, ya que su mala aplicación implicará que el resto de la presentación requiera correcciones que impidan la celeridad, fluidez y efectividad necesaria. 


Grabar correctamente en la memoria muscular este gesto requiere realizar muchas repeticiones, generando una base firme de entrenamiento inteligente y analítico, hasta lograr que se convierta en un correcto reflejo adquirido. 


Que este movimiento sea finalmente efectivo o no depende tan solo de la atención a los detalles… tan solo eso… atención a los malditos detallitos.


Cientos de microgestos y miles de detalli...tos para ni tan siquiera ponernos de acuerdo con los términos a emplear.


Tras un serio y profesional análisis de todos los detalles en los instantes previos a la extracción de la pistola de su funda, e interiorizar todo ello mediante cientos de repeticiones inteligentes es cuando se procede a extraer el arma verticalmente, para que una vez que el cañón abandone la funda la muñeca se alinee correctamente con el antebrazo y dirigido hacia el objetivo a alcanzar, generalmente transversal al cuerpo y paralelo al suelo.


El detalle a considerar en este punto es que no se debe pensar en alinear el arma, si no el cuerpo, o partes del mismo, que se alinearán solos para conseguir la perfección buscada en el tiro. 


Con la pistola bien empuñada, de ahí la importancia de los pasos del apartado anterior, esa alineación corporal, natural e instintiva, sitúa el cañón como una prolongación del antebrazo, muñeca y mano. La mano que empuña sube hasta la parte inferior del pectoral, donde el pulgar, que se mantiene ligeramente extendido, hace contacto con el torso. Con ese tope de recorrido y el empuñamiento correcto, se crea una referencia propioceptiva de mano-muñeca-antebrazo-hombro-torso con el arma, dirigiéndola hacia el blanco; en un ángulo aún ligeramente bajo, quizás, pero aún así hacia el objetivo.


Ángulo bajo que no es malo en sí mismo, al contrario, en situaciones de contacto físico  dicho ángulo permitirá disparar sin riesgo de alcanzar la propia mano de apoyo, en pugna con el agresor para frenar y/o desviar sus ataques; a la vez que se logra alcanzar con efectividad su zona inguinal. Impactos que, cuestiones de balística de efectos aparte, se basan en el principio de que todo impacto sobre una amenaza reduce sus capacidades a la vez que nos ofrece mayor margen de actuación y supervivencia.


Si el contacto es tan cercano, en este punto debe desactivar el seguro manual del arma, si lo posee y se emplea. Con objetivos más lejanos, siendo posible extender los brazos, se desactivará en el proceso de extensión de los mismos.


Se entiende presentación  como la posición final en la cual el conjunto tirador-arma está con todo en su lugar para realizar una acción de fuego precisa y eficaz; cuando no queda otra cosa por hacer más que disparar, si ello es necesario, obviamente. 


La mano que empuña la pistola avanza en una ruta convergente con respecto a la mano de apoyo, hacia la línea central del cuerpo, o mejor dicho, ligeramente hacia el costado de la misma mano que empuña y/o el ojo dominante. Durante el avance, en algún punto, la mano de apoyo se encontrará con la que empuña el arma, para juntas adoptar la posición de tiro final que usual o circunstancialmente se emplee. 


Si bien en determinados casos muy puntuales es preciso introducir el dedo índice en el disparador en el paso anterior, con el arma aun en el costado del tórax, lo normal es hacerlo casi al final del movimiento de extensión. En una situación de emergencia y/o extrema corta distancia, es posible disparar desde el costado cuando el arma se alinea y/o durante todo el recorrido de las manos hasta su posición extendida final. 


Esto último es sencillo de comentar pero muy difícil de realizar con seguridad y precisión, requiriendo muchas  repeticiones y horas de trabajo en seco para que los disparos no acaben en cualquier lugar indeseado. 


La mano de apoyo no se moverá de su posición sobre el tórax superior, si no está forcejeando para ganar espacio o cubriendo el cráneo ante objetivos muy cercanos, hasta que la mano que empuña no avanza a su altura, de tal manera que se mueven en una ruta convergente hasta entrar en contacto, para juntas terminar de adoptar la posición de tiro. De esta forma la mano de apoyo jamás se cruzará con la línea de fuego, desvaneciendo el riesgo de autolesión. Es importante considerar aquí el microgesto de colocación correcta de los pulgares… entre otros muchos detalles.


Los brazos, en su avance, suben el arma de tal manera que la línea de miras busque y alcance la línea de visión del operador. Bajar la cabeza buscando las miras del arma es un error muy común, que dificulta la movilidad general, la del tronco superior en especial y con ello afectar a la tan necesaria respiración. La cabeza debe estar en una posición cómoda, encarada al agresor, ligeramente adelantada quizás, facilitando su movilidad junto con la del resto del cuerpo, con lo cual mejorará la respiración y el control del entorno.


Si no es necesario disparar durante el recorrido hasta que el arma alcance su posición final, no es recomendable que el dedo entre en contacto con el disparador, aún sin presionar y/o en doble acción. Con el arma en simple acción el dedo solo tocará el disparador una vez el arma esté ya detenida en su posición final, para evitar un disparo negligente por tensión de los músculos de los dedos en el recorrido de avance de los brazos. 


La seguridad siempre debe ser la primera premisa.


Y sí, lo sé, dirán que la explicación es complicada y/o incomprensible… que mejor haría en grabar videos llamativos… eso sí, de no más de 30”. Seguramente no me creerán si les intento comentar que el descifrar complicadas explicaciones escritas es una forma contrastada y eficaz de aprendizaje. 


En fin, imagino que tampoco me creerán si les digo que todo esto ha sido redactado sin pormenorizar ni comentar la enorme cantidad de cientos pequeños detalles y microgestos inmersos dentro de lo muy resumido en esta indescifrable, por no decir infumable, artículo… ¿verdad, damas y caballeros? 


Dice el mago del polígono de tiro que su mano siempre es la más rápida… eso dice al menos… pero ¿será cierto?


Su mano derecha se alza e intercepta de un manotazo, sin mirar, esa bola de papel que el gracioso de turno ha lanzado a modo de broma. ¿Estamos ante un especial sentido arácnido  como el de un Spiderman de andar por casa? 


Quizás no es necesario ser tan imaginativo, aunque sin duda es especial, ya que hablamos de otra de las armas que la Evolución ha generado, relacionada con un grupo de dígitos, a saber, 25 y 15. Y sí, lo sé, tras una indescifrable explicación de encare de la pistadla, y en lugar de técnicas novísimas y espectaculares de tiro ya estoy de nuevo con numeritos y matemáticas raras, lo sé, ni me disculpen, soy un insufrible pedante.


A lo largo de todas mis publicaciones, artículos, seminarios, conferencias y clases busco dejar patente la magnífica y eficiente herramienta que es el cerebro, y como procesa la información del entorno, tanto en cantidad como en velocidad, para generar respuestas automáticas, instintivas si lo prefieren, buscando salvaguardar la integridad física. Cerrar los ojos cuando algo se dirige hacia el rostro, encogerse para crear un blanco más pequeño, compacto y protegido ante un ataque sorpresa, mover las manos de forma anticipada al acto de identificar una supuesta agresión, son ejemplos reconocibles.


Nuestros ancestros bípedos recibían ataques de forma súbita y sorpresiva del lugar más inesperado, y solo podían, y aún podemos hacerlo, ver con un ángulo bastante reducido en una dirección determinada, por lo que Naturaleza mediante la Evolución, azarosa y sin dirección ni finalidad, magnificaron la respuesta de interponer los brazos frente al cuerpo ante una sorpresa de cualquier tipo, incluso antes de haber identificado visualmente si es o no una agresión, obviamente hablo de cuando ya usaban las manos para manipular y no para caminar o colgarse del arbolito de turno.


Permítanme un ejemplo moderno y en su propia, conocida, familiar y hogareña casa. Creen estar solos, no hay ruidos, se encuentran relajados, en la condición blanca de la escala del Coronel Cooper, y deciden ir a la cocina por un vaso de agua y una vez con el en la mano se giran, entonces detectan algo que les genera un sobresalto y, antes de ver mucho más que un aparentemente peligroso bulto cercano, sueltan el vaso y las manos se colocan frente el sorpresivo agresor en posición defensiva a modo de escudo. ¿Resultado? Vaso destrozado, suelo mojado, pulsaciones aceleradas, quizás incluso un pequeño y vergonzoso gritito, bochorno y sonrojo...  es nuestra hija de 10 años, y es entonces cuando toca recomponer y excusar la vapuleada imagen de duros/as que pretendemos ofrecer. ¿Nadie se reconoce?


Vayamos por partes:

- Punto uno, no es una reacción vergonzosa, es instintiva y grabada a fuego en nuestros genes.

- Punto dos, no demuestra que alguien sea más o menos valiente o cobarde.

- Punto tres, es prueba de que tiene las aptitudes de supervivencia activas. 


Más preocupante es aquel individuo que nunca siente ese susto o sobresalto, con seguridad su capacidad de reacción está muy mermada o anulada. Así que acéptenlo como algo bueno, correcto y útil. Nuestros ancestros aprendieron a las malas que una respuesta fulminante ante un ataque sorpresa podía hacer la diferencia para sobrevivir o no. Mejor pedir disculpas o sentirse avergonzado ante un sobresalto intempestivo, que no reaccionar ante un ataque real.


He ahí la importancia de la relación porcentual de 25 y 15 que les comenté al comienzo de esta apartado del infumable artículo.

- El 25% hace referencia a las conexiones nerviosas del cuerpo que son exclusivamente para las manos.

 - El 15% se refiere a las conexiones para los brazos.

- Quedando el 60% restante a repartir por todo el cuerpo. 


Lo cierto es que en realidad es algo más del 65% pero no viene al caso explicar ahora la aparente discrepancia numérica, tan solo investigue la razón de ello si no soportan la aparente imposibilidad matemática... "bah, ya está Cecilio mandándonos deberes para después, como si no fuera ya bastante con hacernos leer este artículo de pesadilla"... 


- El primer 25% controla la gran habilidad, capacidad y respuesta que tienen las manos humanas ante tantos eventos que el Glaber Simiae (nosotros seres humanos "monos sin pelo") ejecuta a lo largo de su vida. 

- Junto con el 15% de los brazos resulta obvio porque somos seres gesticulantes, hablando y expresando más con las manos y brazos que con los labios. 


Y son estas mismas facultades mediante gestos innatos las que actúan a una velocidad aparentemente inhumana ante situaciones de estrés y supervivencia. 


¿Gestos innatos? Esos mismos como el comentado con el caso del vergonzoso susto, brazos al frente para golpear, frenar, agarrar o, en el peor de los casos, que un depredador muerda el brazo dando tiempo a defenderse para salvar la vida, aun a costa del miembro.


Es por ello que la instrucción con armas de fuego debe ser tan esmerada, continua, diaria, actualizada y sobre todo realista. Ante un ataque imprevisto no es natural bajar la mano, no es instintivo, no está programado, pero es lo que hay que grabar a base de repeticiones correctas, analizadas, inteligentes y diarias, hasta lograr realmente reaccionar así. 


Frente a situaciones que nos superen, ya sea por sorpresivas o por no realizar los entrenamientos necesarios, entre otros factores, se volverá a reaccionar de la forma primaria, con las manos al frente, prevaleciendo los instintos innatos sobre los aprendidos instintos adquiridos. Siendo la mejor herramienta para evitarlo el entrenar, entrenar y entrenar de forma continuada, inteligente y enfocada, aunque solo le dediquen 5 minutos diarios a ello marcarán la diferencia en muy poco tiempo, y añadir un par de horas más intensas a la semana mejorará el resultado significativamente.


A modo de advertencia, un consejo. 


Entrenar múltiples y distintas situaciones en la paz de un tatami y/o un campo de tiro podrá crear artistas increíblemente habilidosos, pero ante una situación sorpresiva real quizás, y sin quizás, no tengan recursos suficientes como para discernir si deben responder con el procedimiento A, B, C .… y ni imaginen hasta la Z. 


Es necesario unificar las distintas respuestas, innatas y adquiridas, en un hilo común que permita, con pocas variaciones, corregir la respuesta de la forma más eficaz y adaptativa para después entrenar enfocados ese mismo proceso de adaptación. 


Cuanto más y mejor se entrenen y unifiquen más respuestas correctas identificará velozmente el cerebro de su caja de herramientas.


Lo dicho un artículo pesado e infumable... para analizar mientras ejecutan cada uno de los "malditos detallitos"... 


Cuídense y cuiden de los suyos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante, elementos que aprender elementos que repasar sin circo y con economía de movimiento.
Congratulaciones Cecilio..

Johnny Suarez P. dijo...

Excelente aporte, elementos que aprender elementos que repasar sin circo y con la pasión de un buen enfoque.
Congratulaciones Cecilio..

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