domingo, 22 de diciembre de 2024

Una fábula y el entrenamiento de Fuerza contra Fuerza.

Una fábula y el entrenamiento de Fuerza contra Fuerza.

Por Cecilio Andrade.

Artículo dedicado a mi Hermano de Armas D. José Ángel Soguero Saavera. 

Alguien que me enseña cada día que las ideas poderosas siempre están en nuestro bolsillo, y que en la vida, la verdadera fuerza no está en la cantidad de habilidades que posees, sino en la determinación de tu espíritu. 

Gracias. 


¿De verdad? ¿Fábulas?

La fábula es la herramienta ideal para incentivar la lectura en los niños. 

Desde muy pequeños están inmersos en un mundo visual de dibujos e imágenes de breves mensajes lingüísticos. Sacarlos a empellones de ese entorno sencillo, visual y directo es casi imposible. Y a día de hoy con la pandemia de pantallas y redes sociales con videos de no más de 45 segundos por cada metro cuadrado y minuto de su entorno y tiempo, tenemos una tarea imposible.

 En cambio, mediante la fábula puede introducirse en ese mundo infantil conceptos a la vez profundos y sencillos de comprender; para desde ahí guiar a los futuros lectores por el largo camino de la palabra escrita.

La fábula se ciñe estrictamente a dos elementos muy sencillos

- Brevedad narrativa.

- Conclusión en una sentencia o moraleja. 


Si añadimos a estos dos elementos el uso de animales y objetos humanizados, como personajes participantes, le da un tono alegórico y a la vez atractivo a la historia. 

A diferencia de otras composiciones literarias que también tienen fines de adoctrinamiento cultural, moral o religioso, como pueden ser los mitos, leyendas, poemas épicos, parábolas, cuentos fantásticos, entre otros, la fábula se circunscribe directamente a la interrelación entre los seres humanos dentro de una sociedad. 

Y es esta característica la que hace que la fábula sea siempre actual por los valores universales y atemporales que transmite. 

Utilizar las fábulas como medio de enseñanza didáctica y moral es una práctica usual en casi todas las culturas. Se cree que los pioneros fueron los pueblos orientales y siglos después florecieron en Grecia y Roma. Más tarde, se extendió a otros países hasta universalizarse.

Pero… a ver... seguro que se preguntarán algo como lo que sigue.

¿Cecilio no se dedicaba a escribir de temas de armas, tácticas y todo lo relacionado con negocios violentos varios? 

Pues si, pero como alguien me describió una vez, y muchos/as secundaron gozosamente posteriormente, tengo una vena de filósofo táctico que con la edad me va a peor... ¿Qué puedo decir? no tengo más disculpa que un "es lo que hay, y no hay más".

Por otro lado, mis años instruyéndome, y cuando me ofrecen a veces el privilegio de dirigir instrucciones, me han demostrado lo eficaz que puede resultar un sistema de adiestramiento que regrese a los parámetros más sencillos y, si me permiten, infantiles, cuando este adiestramiento busca trabajar con cuestiones instintivas, genéticas si quieren, internas de cada individuo en situaciones de estrés. 

Sabemos que bajo las condiciones del estrés de un enfrentamiento armado  nuestra parte cognitiva prácticamente pasa a segundo, o tercero, o cuarto, plano. Volvemos en muchos aspectos a ser seres simples y sencillos que necesitan respuestas simples y sencillas.

Si les aburre el comienzo no sigan leyendo, no me molestará que lo hagan, lo prometo.

Sigamos “filosofando”.

La fábula, con seis sabios ciegos y un elefante.

En la Antigüedad, vivían seis sabios ciegos que pasaban las horas compitiendo entre si para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente.

Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y así salir de dudas.

Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. 

De pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema. 

El más decidido, sin dudar ni un instante se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas le hicieron tropezar y caer de bruces  contra  el costado del animal. 


-- El elefante  –exclamó, una vez que pudo recuperarse– es como una pared de adobe seco al sol.


El segundo avanzó con más precaución y con las manos extendidas para dar con los colmillos. 

-- Estás muy equivocado ¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza extremadamente pulida!


Entonces avanzó el tercer sabio, justo cuando el elefante se giraba hacía él, por lo que agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimientos. 

-- Escuchad, ambos estáis en un gran error, el elefante es como una larga y sinuosa serpiente.


Era el turno del cuarto sabio, que como se acercó por detrás y acabó recibiendo un suave golpe con la cola del animal, que este movía para espantar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió también con las manos, por lo que no tuvo dudas.

-- No sabéis lo que decís, es igual a un látigo hecho de cuerda - exclamó.


El quinto de los sabios se encontró con la oreja, exclamando. 

-- Todos estáis ebrios además de ciegos, ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es como un gran abanico plano de cuero suave y cálido.


El sexto sabio, el último y el más anciano, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado y apoyándose en su bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante tropezando con una de sus gruesas patas. 

-- ¡Escuchad! Sed sensatos con vuestras palabras, lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera.


Satisfecha así su curiosidad, volvieron a colocar las manos sobre los hombros de sus compañeros y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Para una vez sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía siempre sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. 

Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera.

Obviamente creían que los demás estaban equivocados.

Hasta aquí la fábula, si han aguantado esperando la parte más “operativa” me toca seguir decepcionándoles.


La importancia de entrenar Fuerza contra Fuerza.

A mis lectores más habituales les resultará evidente la importancia que le doy a este tipo de entrenamientos denominados como Fuerza contra Fuerza, o "Force on Force" si prefieren la forma anglosajona. En adelante me tomaré la libertad de emplear el acrónimo FonF.

Para mi, y no me siento solo en esa creencia o conocimiento, el no introducir ejercicios de FonF en el entrenamiento cotidiano implica tener una visión muy parcial de lo que un enfrentamiento armado implica. Esa parcialidad implica quedarnos con una visión muy limitada, sesgada e inexacta del conjunto. 

Como los sabios ciegos de la fábula ¿no creen?

Ser rápidos y precisos en el entorno medido y controlado de un campo de tiro, con ejercicios diseñados, regulados, planeados e interiorizados, no solo es necesario sino que además es la base sobre la que construir todo lo demás de nuestro edificio de respuestas al enfrentamiento. 

Realizar ejercicios con blancos múltiples, móviles, sorpresivos, en entornos abiertos o cerrados, es fundamental, no lo duden. Pero necesitamos más, mucho más, que el concepto FonF puede darnos para completar la guinda de nuestro pastel de respuestas efectivas y eficaces. Con los ejercicios de FonF logramos salir a la palestra de la azarosa y aleatoria realidad, aprender a adaptarnos  para lidiar con lo imprevisto.

Mientras en los ejercicios estándar, todos los que he nombrado y más, tenemos y esperamos resultados concretos, medibles, repetibles y evaluables, el FonF implica una evaluación en base al análisis de lo pensado por los alumnos, los ejecutantes y los observadores, más que por sus simples resultados. 

Puede ocurrir que el mejor resultado implique solo moverse y no disparar. 

La misma reacción/acción ante el mismo evento puede ser evaluada como positiva en un caso y negativa en otro.

Para muchos es un simple juego, cuando no un caos.

Pero otros analizamos más allá de lo aparente.


OK, analicemos, pero ¿analizar qué?

Seguro que se preguntan como es posible eso de que las mismas respuestas y resultados puedan dar resultados opuestos del tipo menos correcto o más correcto. Y lo cierto es que es sencillo de comprender si lo analizan por un minuto.

El FonF implica reconocer y analizar datos del entorno así como de los “potenciales” agresores, para luego ser capaz de desarrollar una respuesta eficaz, o intentarlo al menos.

En los ejercicios estándar si aparece un agresor simplemente actuamos con una acción lineal y planificada previamente, normalmente disparando. 

En FonF las posibilidades realistas de actuación son tantas como las variables que nos ofrezca el entorno, la habilidad personal, la propia personalidad, la emotividad, etc. Podemos responder eficazmente bajo premisas analizadas precipitadamente y sin fundamento. Igualmente podemos responder de forma pésima con un análisis fundamentado, ordenado y correcto. 

Es decir, en ambos casos como en la realidad responderíamos.

Es por ello que es tan importante un buen análisis posterior, pormenorizado y detallado hasta el más mínimo detalle. Algo que suele traer en muchos casos frustración, bajar el rendimiento en otros ejercicios, amén de temor a fallar y volver a “quedar mal” frente a los compañeros.

Pero ...¿es eso negativo? 

Contéstense Uds. mismos, pero les adelanto que en mi opinión no lo es. 

El FonF es simple, imaginen a un recien llegado al circuito de combate ya sea de la MMA o del boxeo tradicional. Esta persona golpea los sacos de una forma 3P,  ya saben, perfecta, potente y precisa. 

De repente, sin más experiencia que ese entrenamiento de golpeo, sin al menos haber pasado por los golpes de un buen y cruel sparring, lo introducimos en un combate real contra un veterano con varios cientos o miles de combates  reales a sus espaldas, casi todos ellos victoriosos.

¿Cuál creen que será el resultado?

Ahora apliquen ese mismo ejemplo con armas del tipo que sean.

¿Qué ocurrirá? 

Necesitamos ese punto que solo nos puede dar un enfrentamiento de habilidad contra habilidad, percepción contra percepción, reacción contra acción, respuesta ante ataque, lo que en definitiva implica el FonF.

No pretendo que busquemos racionalizar de forma coherente y lineal:

 “Debo (o debí)  hacer esto, porque si no pasa esto y esto otro,  después legalmente me ocurrirá esto de más allá”

Ni mucho menos. 

Se trata de analizar si nuestras repuestas inmediatas han sido correctas y adaptativas bajo los parámetros específicos del ejercicio. 

Si nuestro entrenamiento previo nos da esa capacidad de respuesta eficaz y equilibrada. 

Si nuestra concienciación y enfoque es el correcto para salir airosos de una situación dada.

Partiendo de la premisa que todos sabemos que un entrenamiento es un falso enfrentamiento, en el cual si fallamos no morimos ni muere nadie, debemos, tanto como instructores o directores de ejercicio como en el rol de ejecutantes, definir ejercicios que magnifiquen respuestas más que racionalizaciones. 

Razonamientos que deben surgir después de la ejecución y siempre basándolos en los parámetros exactos donde hemos definido el ejercicio.

Obviamente la premura de tiempo, carga de adrenalina y todo el coctel que la acompaña, efectos  resultantes y permanentes, ni de lejos son similares a un enfrentamiento real. Pero aun lejos del mismo podemos sacar muchas e importantes conclusiones. 

Y ahí es donde debemos situar el FonF, en las conclusiones internas.


Así que a sudar tinta con FonF... buscando reducir la sangre de la realidad.

Los entrenamientos mas o menos operativos con armas se suelen realizar desde posiciones inamovibles, y aunque ciertamente cada vez más se aplican programas de adiestramiento donde el ejecutante se mueve durante el ejercicio, aún en estos programas ese movimiento suele estar muy limitado.  

Espacio limitado en el campo de entrenamiento, riesgo con ángulos fuera de la zonas seguras, compañeros en los laterales, falta de habilidades, etc., son algunas de las cuestiones que limitan dichos movimientos. 

Algo lógico y evidente, nadie quiere realizar un entrenamiento 100% real donde con el riesgo evidente de generar más bajas que en un enfrentamiento real, ¿para que entrenar contra los malos si nosotros mismos nos autoeliminamos?

FonF implica sudar, y no solo con ese sudor elemental que implica un ejercicio físico exigente, si no aquel que resulta de no saber como actuará mi adversario y si mi respuesta será la adecuada y correcta. 

Cuestión de egos heridos aparte, que tambien afecta en este tipo de trabajo, el FonF inocula esa partícula de caos que nos coloca en la cuerda floja de la realidad. Nadie está cómodo en el caos, seamos sinceros, todos somos infinitamente más felices hocicando en una charca cómoda, medible y sobre todo conocida. 

Trabajar con FonF implica “jugar sucio”, romper reglas, salirme del 1+1+1 ordenado y conocido, nos hará "pupita" esa bala de pintura o bolita de airsoft, y el ego personal tambien sufrirá horriblemente. 

Nos afectará sin duda alguna, pero, si somos congruentes con lo que queremos alcanzar, tambien nos enseñará infinidad de lecciones internas y externas.

¿Qué necesitamos para trabajar en FonF? 

No mucho:

  • Un lugar tranquilo y despejado, que admita con seguridad lo que pretendemos entrenar.
  • Un grupo de compañeros con las mismas inquietudes y criterios.
  • Una mente abierta y flexible.


El resto, armas simuladas, ya sean pistolas y cuchillos de entrenamiento, como armas de airsoft o, munición de pintura si somos más pudientes, son meros accesorios que nos facilitarán un poco el visualizar lo que queremos simular.

Accesorios que pueden sustituirse con simples rotuladores gruesos (no permanentes son los más recomendables) para simular cuchillos y/o punzones, por nombrar algo. Lo cierto es que sabiendo el "que" es muy facil encontrar el "como" y el "con que".

Actitud y voluntad se llama la cuestión.


Necesidad de dirección y control exigente.

Lo más importante en todo proyecto es siempre una buena dirección y control de cada paso, en nuestro caso de cada segundo del ejercicio, así como un buen controlador de las conclusiones resultantes. 

Dicho director  gestionará los parámetros del ejercicio, sus resultados, lo visto tanto por él mismo y como por el resto de observadores, así como lo observado y sentido por agresor y agredido. Para inmediatamente con todo ello, y entre todos, sacar conclusiones que permitan una retroalimentación de esos mismos todos, ejecutores y observadores.

Una mala dirección suele degenerar en un simple juego, o no tan simple, que a su vez fundamenta conclusiones erradas y potencialmente letales si llegan al campo de la realidad de un enfrentamiento letal. 

La dirección debe ser esmerada y enérgica, sin permitir el más mínimo desalineamiento de los parámetros del ejercicio, ni tampoco de la forma de análisis. 

Los “y si” no son aceptables más que que en la fase de planeamiento del ejercicio. Durante el mismo y, sobre todo, en el análisis posterior no solo no deben permitirse si no que deben prohibirse.

Cada ejercicio nos regala unos datos concretos del mismo, y eso es lo que debemos analizar y estudiar. Cada “y si” debe plasmarse en ejercicios concretos, no en análisis sin datos específicos. Esos  “y si”  nos deben darnos nuevos ejercicios a ejecutar y a analizar. 

Simple de plantear, pero increíblemente difícil de llevar a cabo, ¿no creen?

Los ejercicios FonF no son ejercicios del tipo duelo en OK corral, tampoco del tipo matar a toda costa, ni mucho menos. 

Los parámetros a ejercitar deben ser realistas, un legitimo usuario o profesional armado no camina por la calle con la mano sobre la empuñadura de su arma, ni siquiera lleva la mano lista para desenfundar como los viejos pistoleros en el amanecer del siglo XIX en una calle en Tombstone. Muy al contrario.

Debemos recordar que el 90% de los casos ese legitimo usuario o profesional armado debe reaccionar a unas acciones previas, donde mientras no vea un arma ya empuñada muy raramente podrá ir a empuñar la suya. 

Simple, aprender a reaccionar, de eso se trata, de arañar tiempo y que nuestra respuesta sea todo lo precisa y rápida para lograr superar al handicap de tener que reaccionar ante un ataque ya en marcha.


Aprendiendo a ser muy malo.

Ambos, malo y bueno, agresor y agredido, atacante y defensor, usen el adjetivo que gusten, deben tener claros sus roles y papeles a jugar en estas recreaciones. 

Un malo que actua según normas de bueno para dar una oportunidad a su compañero le está haciendo un muy flaco favor. Por el contrario le está llenando de respuestas erradas y alejadas del enfrentamiento real. Quizás le esté llevando a un enfrentamiento donde no consiga las habilidades necesarias que este ejercicio debe aportarle. Y todo por no dañar el ego de nuestro amigo y compañero. 

En FonF no debe haber amigos, debe haber verdaderos y genuinos malos, con toda la aleatoriedad, sorpresa y ruindad que sean capaces de ejercer. Sufrirán los egos sin duda, pero vivirán para superarlo y aprender de ello.

Ser realistas, además de todo lo anterior, ayuda a aprender a pensar como los malos, de tal forma que poco a poco podamos anticipar sus acciones en base a sus gestos y movimientos previos, entre otras cosas.

Un último detalle, un ejercicio de FonF no suele ser mejor por tener una mayor duración, muy al contrario, ejercicios muy cortos, veloces e intensos generan una mayor y más eficaz retroalimentación de lecciones para analizar y sacar conclusiones. 

Después de todo ni el airsoft ni la munición de pintura tienen efectos balísticos mensurables. Alargar un enfrentamiento FonF suele acabar convirtiendose en un choque de egos y enojos. En resumidas cuentas, acaba convertido en un simple y chabacano juego de patio de colegio.


Filosofada final... no puede faltar.

Llegando a estas alturas del artículo, ¿pensaban que se librarían de mi ya "legendaria" filosofada personal? 

Ilusos.

Tranquilidad, no alargaré el sufrimiento... seré rapidito.

Para terminar, se preguntan:

-- OK Cecilio, y la fábula ... ¿a que viene?.


La vida raramente se muestra bajo un solo prisma o punto de vista, cada cual tiene su propia visión del mismo caso concreto. Las personas más consecuentes buscan conocer el mayor número posibles de “verdades”, para de la suma de todas ellas sacar su “verdad” ampliada y más completa.

Al igual que el elefante de la fábula, un enfrentamiento armado tienen infinidad de formas de desafiarlo. Podemos verlo desde el punto de vista del entrenamiento de las habilidades motoras, del trabajo con armas, de la precisión, de la movilidad, del aspecto psicológico, del neurológico, del judicial, y un kilométrico etcétera de aspectos más. 

Pero ¿cada uno por separado pueden explicar el todo? Les aseguro que no. Necesitamos todos los aspectos, o al menos la mayor cantidad que seamos capaces de reunir, para poder describir nuestro particular elefante.

He ahí donde entra la efectividad del trabajo FonF, como adhesivo y aglutinante de cada uno de los parámetros en un conjunto homogéneo y eficaz.

El FonF sin todo esto para empezar deja de ser aprendizaje para convertirse en un juego sin más eficacia que la diversión. 

Pero todos esos aspectos sin un aglutinante eficaz es una colección de capacidades sin más conexión que la de la persona que las intente aplicar.

¿Qué opinan? 

¿Pueden describir completamente a su elefante?


Cuidense y cuiden de los suyos.

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