domingo, 28 de septiembre de 2025

Enseñar, instruir, transmitir, educar… ¿con humanismo? Parte II (de II).

Enseñar, instruir, transmitir, educar… ¿con humanismo? Parte II (de II).

Por Cecilio  Andrade. 

"La educación no crea al hombre, 

le ayuda a crearse a sí mismo".


Maurice Debesse.


Continuando el articulo sobre Instrucción Táctica Humanista del mismo título...



Mecanismos de refuerzo. 

He dejado deliberadamente este punto para esta segunda parte porque deseaba que rumiaran el articulo anterior, ya que considero esta parte que su importancia es crucial para que el aprendizaje tenga éxito. 

La ejecución de una destreza motriz como puede ser la realización de un disparo perfecto, ante una situación de vida o muerte, no deja de ser una forma de conducta aprendida; y el primer principio del aprendizaje nos señala que la conducta está fuertemente determinada por las consecuencias que produce. 

En el establecimiento y fortalecimiento de un patrón de conducta, las respuestas que conducen a consecuencias gratificantes son fortalecidas, por lo que su probabilidad de repetirse en el futuro aumenta. 

Por el contrario, las respuestas que conducen a consecuencias no gratificantes, o negativas, disminuyen su probabilidad de aparición en el futuro, tendiendo a eliminarse del repertorio de respuestas. 

Un refuerzo es una consecuencia que produce un incremento en la probabilidad de aparición de esa respuesta buscada. 

Su opuesto, el castigo, es una consecuencia que produce una disminución en la probabilidad de aparición de la respuesta indeseable. 

Tanto refuerzos como castigos pueden ser positivos y negativos.

      • Un refuerzo positivo será aquél que produce gratificación, proporciona algo bueno, por ejemplo una palmada en la espalda.
      • Un refuerzo negativo sería aquel que producirá alivio, pondría fin a una cosa mala, por ejemplo levantar una sanción.
      • Un castigo positivo sería aquello que nos produciría malestar, proporciona algo malo, por ejemplo una crítica.
      • Un castigo negativo sería aquello que nos produce malestar por la retirada de refuerzo positivo, nos quita algo bueno, por ejemplo la anulación de un premio. 


Otro concepto importante antes de pasar a la aplicación práctica de todo este aparente lio de refuerzos y castigos, negativos o positivos, es el concepto de valor de un determinado refuerzo. Y en este aspecto el conocimiento importante es que el valor de un refuerzo está relacionado con la importancia emocional que tiene para nosotros. 

La respuesta emocional asociada con un refuerzo repercute directamente en nuestra motivación para realizar una conducta, e influye decisivamente en la rapidez de aprendizaje de dicha conducta.

Por ejemplo, aquellas consecuencias que tienen una importancia decisiva para nuestra supervivencia producen una gran activación emocional y por tanto aumentan de motivación para el aprendizaje, o desaprendizaje, de una conducta. 

Así el niño que introduce accidentalmente sus dedos en un enchufe, recibiendo una descarga, castigo positivo, aprenderá de una sola vez que no debe repetir esa conducta. 

Bien, una vez expuestos estos conceptos básicos sobre los principios del aprendizaje veamos la forma en la que pueden ser aplicados para la instrucción. 






"La sabiduría no viene de la edad, 

sino de la educación y el aprendizaje.


Anton Chekhov.


Ejemplo de situaciones de Refuerzo y Castigo. 

El instructor debe ser en un principio quien controle las fuentes de refuerzos y castigos, en el sentido psicológico de los términos, para fomentar el desarrollo de las respuestas que mejoren el nivel de ejecución y para eliminar los errores que conduzcan a fallos en dicha ejecución. Posteriormente cuando el aprendizaje ha finalizado debe realizarse la transferencia del control de sus propios refuerzos al individuo, para evitar la dependencia de una fuente externa de suministro de refuerzos. 

Los principales procedimientos de utilización de refuerzos en el adiestramiento consisten por una parte en el diseño de situaciones de aprendizaje que proporcionen consecuencias positivas para los alumnos, y por otra la administración de una retroalimentación oportuna y adecuada durante la ejecución. 

Por ejemplo, si diseñamos los primeros ejercicios de tiro de tal manera que los alumnos consigan unos resultados muy pobres, la comprobación de sus impactos en la línea de blancos tendrá la connotación de un castigo positivo, ya que producirá una decepción en los aprendices que se encontrarán poco motivados para la realización de los siguientes ejercicios. 

Ello, unido a que aún no se ha consolidado un nivel de conocimientos técnicos que les permitan saber cuál ha sido la razón de su fracaso, puede generarles sentimientos de incapacidad para la realización de la área y, por tanto, deseos de rendirse y abandonar. 

Por el contrario si hemos diseñado los ejercicios en grado de dificultad creciente, de forma que con las primeras técnicas impartidas se puedan obtener buenos resultados a distancias razonables, la comprobación de su agrupamiento en el blanco funcionará como refuerzo positivo, que consolidará las técnicas aprendidas hasta ese momento. 

Si a medida que aumente el nivel de instrucción aumentamos la dificultad de los ejercicios, el alumno siempre intentará mantener sus resultados para obtener el refuerzo consecuente, produciendo un efecto de progreso continuo. 

Incluso un fracaso, una agrupación desastrosa por ejemplo, en este punto no será vivido como un castigo positivo, "¡soy un p*** desastre!", sino como un castigo negativo, "¿qué he cambiado?", ya que estaba acostumbrado a tener buenos resultados y ahora se encuentra con que no los ha obtenido. 

En este caso los efectos son completamente distintos a los que veíamos en el caso anterior. El alumno sabe que puede hacerlo mejor porque de hecho ya lo consiguió antes, lo que ha variado han sido las condiciones de ejecución, y la conclusión a obtener es que se trata de una tarea más difícil que requerirá un mayor nivel de perfección, lo que sirve como fuente de motivación para tratar de superarse. 

Quizá me halla extendido excesivamente en este aspecto pero creo que el conocimiento de los principios que subyacen a la forma en como nos comportamos, es muy importante tanto para la programación de un programa de adiestramiento por un instructor, como para la propia reflexión que debe realizar el alumno cuando experimenta sus progresos, éxitos y/o fracasos. 

Para terminar este punto simplemente indicar una serie de premisas que son importantes para la utilización de los mecanismos de refuerzo durante el aprendizaje. 

      • El refuerzo/castigo debe ser aplicado inmediatamente después de la realización de la conducta que se quiera reforzar o suprimir.
          • Con la demora disminuyen los efectos del refuerzo/castigo.
      • El castigo produce efectos colaterales no deseables para el aprendizaje, como puede ser la disminución del nivel de autoestima y, por otra parte, puede convertir en desagradable la situación de entrenamiento. 
          • Por lo tanto utilizaremos siempre que podamos refuerzo en lugar de castigo. 
      • Los refuerzos no tienen el mismo valor para todas las personas.
          • Es labor primordial del instructor detectar aquellos refuerzos más eficaces para cada uno de sus alumnos. 
      • Un refuerzo que se suministra continuamente pierde su valor, por lo tanto hay que dosificar su empleo para administrarlo de forma intermitente.
          • Un castigo continuo tiene el mismo efecto, "¿qué importa lo que haga? total me castigará igualmente".






"El que cesa de ser estudiante nunca ha sido estudiante".

George Iles.


Entrenar eficazmente, ¿cómo se logra?

Muchas veces tras un curso surge algo que aparentemente es un poco incongruente, surgen más preguntas.


Es evidente que si el curso es como debe ser, se responden muchas cuestiones, pero lo que no es tan evidente, pero si muy real, al menos en todos aquellos que tengan verdadero interés, es que nos surgen muchísimas cuestiones nuevas. A veces incluso estas cuestiones, madurando con el tiempo, nos dirigen a muchas más preguntas de las que teníamos antes de realizar cualquier curso.

Y eso, créanme, es lo mejor que podemos desear de un buen curso, salir con nuevas cuestiones que nos lleven a otras nuevas. Terminar un curso pensando que todo está respondido, todo claro y definido, que nada más hay… algo falla, en nosotros o en el curso.

La cuestión principal es a veces la más olvidada... 

¿Cómo debemos entrenar lo aprendido? 

Esto tan simple es lo más difícil, no el conocer nuevas, o no tan nuevas, técnicas. 

Repetir ejercicios de un viejo curso de forma mecánica y sin pensar más allá, por muy recomendados que estos sean, no es buen sistema a priori. Como muchos están hartos de oírme y leerme, la adaptación es la mejor llave para la evolución y la mejora.

Lo tradicional es ir al campo de tiro y repetir punto por punto cada ejercicio que se realizó en el curso realizado, o mejor dicho y más real, repetir lo que “recordamos” de esos ejercicios. Y es aquí cuando "esto" tan simple y aparentemente obvio genera dos situaciones problemáticas, la primera es el estancamiento y la segunda que la memoria nunca es fidedigna del todo.

Empezando por contestar a la segunda cuestión, el problema con la memoria a veces es tan sencillo de solucionar como crear y mantener un grupo de entrenamiento que nos permita intercambiar los datos recogidos por cada uno y sumarlos.


Respecto a explicar la primera situación necesito mucho más que un simple párrafo. 

En un enfrentamiento hay tres puntos básicos importantes, hay muchos más, lo sé, no se enojen por mi simplificación, pero nos centraremos en tres, movimiento, encare y disparo. Todo lo demás, empuñamiento, alineamiento, visión, presión, interrupciones, y un gran etc., podríamos incluirlo, de forma muy genérica como subpuntos de los tres primeros. 

Por favor, consideren este párrafo anterior como una reducción teórica para mi planteamiento y exposición, nada más. Cada punto y subpunto es lo suficientemente importante en si mismo como para merecer un estudio pormenorizado e individual.

Para todos está claro que la capacidad de resolver con éxito un enfrentamiento es más una cuestión de capacidad personal que de la cantidad de munición que se ha gastado previamente. Es decir, es mentira el viejo aforismo que la diferencia entre un buen tirador y otro malo es un camión de munición. Lo cierto es que la diferencia está en cómo ha aprovechado esa munición, no en el camión. 

La vieja disputa calidad versus cantidad.

Es fácil ser un maestro de la precisión contra un blanco inanimado e inmóvil, mucho más cuando uno mismo permanece tranquilo e igualmente inmóvil. Pero las cosas cambian brutalmente cuando enfrente se encuentra un individuo, o individuos en el peor de los casos, armados, móviles y decididos a dañarnos.

Es por ello que además de dedicar un tiempo a agujerear cartones, entrenar en seco y compartir experiencias, debemos también invertir parte de nuestro tiempo en entrenamientos de presión, del tipo fuerza contra fuerza, Force on Force.

Les insisto en la irrealidad del aforismo del camión de munición.

Con un programa de entrenamiento serio y realista, trabajo metódico en seco, ejercicios de Force on Force, y un sano y claro sentido común, la experiencia demuestra que con un par de sesiones de fuego real al mes es factible mantener la capacidad y aptitud de control del arma para salir airoso de un enfrentamiento armado.

Al menos es suficiente para todos aquellos que no pertenezcan a una unidad de elite.

Ahora algunos pensarán, “OK Cecilio, te haré caso ¿cómo reparto ese tiempo?

Mi consejo es emplear sobre el 85% del tiempo trabajando en seco, interactuando con el arma, tácticas y ejercicios del tipo Force on Force. Manteniendo al principio una dinámica de 20% para el trabajo en seco, otro 20% para el Force on Force, y un 45% para las tácticas con armas. 

Estas cifras dependen del nivel de cada profesional. Evidentemente al principio es importante dominar el manejo del arma, primando el trabajo en seco. Y acercándonos a las cifras marcadas según se vayan mejorando las habilidades y capacidad individual.

Si gastamos menos munición, por lo tanto dinero, y el entrenamiento es más eficaz... ¿Por qué no se entrena así?

El entrenamiento en seco es normalmente solitario, aburrido y monótono, para muchos al menos, y por lo general se piensa que tras dominar un movimiento, ¿para qué seguir perdiendo el tiempo en repeticiones de algo que ya conocemos?

¿El Force on Force? Bueno, aquí lo que sufre mucho es el ego, pero sobre esto solo se puede decir una cosa, en el día a día del profesional armado el ego es mejor dejarlo debajo de la cama. 

Por otra parte es más esforzado, cansado y sacrificado, requiriendo el apoyo de compañeros para hacerlo eficaz, sobre todo para que nos permita una retroalimentación real y enriquecedora.

Estos ejercicios Force on Force no implican un combate o contacto del tipo de la lucha libre, ni mucho menos. Se puede variar la intensidad, en realidad “se debe” variar la intensidad siempre, independientemente de nuestro supuesto nivel técnico y físico. Ello nos permitirá además poner a prueba nuestras habilidades adquiridas gracias al trabajo en seco.

Ya llegamos, por fin... 

¿Tiro real?

¿Cuándo?

¿Cuánto?

Nunca menos del 10%, nunca más del 20%. 

Es más importante adquirir la capacidad de movernos y manipulación eficaz con el arma que agujerear mil veces un cartón.






"Educar a una persona en la mente pero no en moral 

es educar una amenaza para la sociedad".


Theodore Roosevelt.


El epílogo pedante que no podía faltar... citas sin fin y unos "versos" de mnemotecnia.


Hace unos días leí un gran texto sobre la instrucción del profesional armado, realmente debí decir “otro gran...”, del maestro, caballero y amigo José Ángel Soguero, que me hizo pensar en muchas cosas. Estén atentos a su red de alerta de publicaciones para sus bibliotecas... si tienen. 

Como Maestro que es, amén de bendecido por las Musas, José Ángel sabe plasmar muchas cosas con su teclado, “cosas” que no le asombrarían a una bendición de la humanidad como fue Albert Einstein cuando dijo...


 “El Maestro ha de gozar del menor poder coactivo posible, lo cual significa que el respeto del estudiante ha de resultar de una valoración de las cualidades humanas e intelectuales del Maestro, (…) 

Sólo aquel que se consagra a una causa, con toda su fuerza y alma, puede ser un verdadero Maestro.

Por esta razón, ser Maestro lo exige todo de una persona.” 


Todo es lo que se exige a si mismo José Ángel, buscando lo que expresó también Santo Tomás de Aquino, espero que me perdone el atrevimiento sacro mi descreido amigo con la comparación de este pagano que suscribe pero el saber no entiende de “fides”...


 “El verdadero Maestro es aquel que ayuda al alumno a alcanzar la perfección.” 


Después de las anteriores citas espero que ya no me acusarán tanto de ser demasiado oriental a la hora de insertar citas, lo cual no es cierto, ya que lo mismo me cito a Gandhi... 

“La Historia es el mejor Maestro con los discípulos distraídos.”

Que de alguien 100% hispano y patriota con Don Baltasar Gracián, del que me vienen a la mente dos recortes muy acordes con el epílogo de hoy.


“Ninguno hay que no pueda ser Maestro de otro en algo,” 


Y la que plagio siempre que tengo ocasión. 


“No hay Maestro que no pueda ser discípulo.” 


La importancia de transmitir algo más que técnicas más o menos correctas no es una cosa exclusiva de hoy, se que lo saben. 

El historiado Henry Brooks Adams comentó que... 


“Un Maestro afecta a la eternidad;

nunca sabe donde termina su influencia.”  


Es por ello que un Maestro de verdad muestra el Camino, tal y como lo mostró en vida Sensei Hidetaka  Nishiyama... 


“El Maestro, el buen Maestro, muestra a los estudiantes su propio Camino.

Este Camino solo puede encontrarse a través del seguimiento del Shihan, el compás, el Maestro.

Los estudiantes que intentan encontrarlo por su cuenta jamás descubrirán este tesoro.” 


Hoy en día todo éxito se mide en cuestión de ceros en un cheque o transferencia bancaria, y es aquí donde alguien como Bill Gates observó que...


  “El éxito es un pésimo Maestro que seduce a la gente a pensar que no puede perder.” 


Y antes que él  alguien tan occidental como Sir Francis Bacon lo recalcó sobre el dorado pago...


“El dinero es un buen sirviente, pero un pésimo Maestro.” 


En fin, me quedo con Lao Tsé cuando dijo aquello tan fuera de la moda actual...


“El Maestro mantiene su mente, (…)

 El buen hombre es el Maestro del malo,

y el mal hombre es la lección del bueno.” 



Después de todo, en este mundillo, sobre el que intento escribir y transmitir, de armas, violencia, agresiones y enfrentamientos nunca buscados, recuerden que hablo de, por y para los “buenos”, de buenos guerreros, ya vistan traje y corbata o de modo “casual", de Blakhawk o 5.11 comio de azul o de mimetizados oficiales... 


“El guerrero que esté en la posición de volverse maestro debe andar siempre despierto para así coger su centímetro cúbico de suerte.”  


Y esto lo dijo un antropólogo, Don Carlos Castañeda, no un instructor de moda lleno de parches y velcros.

Terminaré el interminable desglose de citas de hoy con una de Tenzin Gyatso,


“Se dice que nuestro enemigo es nuestro mejor Maestro. 

Al estar con un Maestro, podemos aprender la importancia de la paciencia, el control y la tolerancia, pero no tenemos oportunidad real de practicarla. 

La verdadera práctica surge al encontrarnos con un enemigo.” 


¿No reconocen quién es este señor? 

Quizás les suene más como la cabeza visible del Budismo Tibetano, su Océano de Sabiduría, traducción del mongol-tibetano al castellano de un título más conocido por todos, Dalai Lama. 

¿Pedante por mi parte? 

Seguramente si. 





Para terminar, si gustan de emplear reglas mnemotécnicas espero esta les sirva.


Nuestro cerebro … la mejor arma.

Nuestra capacidad de afinarlo … la mejor herramienta.

Nuestras habilidades … la mejor baza.

Nuestra entrega … la mejor medalla.

Nuestra humildad … la mejor posibilidad de supervivencia.


Insisto... que no me disculpen.



Por lo demás, cuídense y cuiden de los suyos.


Original en Centroamérica, Abril 2017.

Reescrito y modificado en Bétera, España, Agosto 2025. 

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