domingo, 30 de noviembre de 2025

Procedimientos modernos... pero, pensándolo bien ... ¿qué tan modernos?

Procedimientos modernos... pero, pensándolo bien ... ¿qué tan modernos?


Por Cecilio Andrade.


”El mundo tal como lo hemos creado 

es un proceso de nuestro pensamiento. 

No podemos cambiarlo

sin cambiar nuestra forma de pensar”.

Albert Einstein.



¿Realmente hay algo “nuevo” sobre el trabajo con armas?

Cuanto más avanza mi vida profesional, o simplemente "mi vida", ya sea en mi parte de operador como de instructor, voy descubriendo cosas que en realidad me indican que no son descubrimientos reales, sino más bien redescubrimientos, o adaptaciones, si prefieren que sea más preciso.

En muchos casos si podría decir que son descubrimientos, pues tras ponerlo en práctica encuentro más tarde que ya alguien lo puso en práctica cientos de años atrás. Otras veces lo descubro en alguna lectura y lo aprovecho para otro concepto o situación distinta para el que fue pensado.

Cuanto más avanzo más encuentro que mirar atrás me ayuda a “descubrir” herramientas útiles.

La mayoría de los que me conocen saben de mi aprecio y dedicación a las llamadas Artes Marciales Tradicionales, definidas de forma común como esas escuelas de lucha corporal y con armas que no son de fuego, léase palos de distinto tamaño, cuchillos, incluso espadas. 

Para la mayoría eso son las Artes Marciales.

Para mí esa definición integra todo lo que hace referencia a combatir para sobrevivir o salvar vidas.

Me explicaré.

La definición de Artes Marciales, si hablamos específicamente de su significado gramatical, es Arte de la Guerra, sea esta guerra del tipo que sea. Hoy en día se llama así solo a las técnicas y escuelas con varios siglos de antigüedad.

Un caballero medieval, un samurái, entrenaba con las armas que entonces tenía a su disposición, espadas, puñales, mazas, lanzas, y un gran etc. Y lo hacía, si era inteligente, con todo su equipo encima, armadura, casco, escudo y otra vez etc. Era lo que había entonces como normal para un verdadero guerrero y no lo idealizaban fuera de lo ética y moralmente exigible.

Un operador moderno también entrena hoy en día con fusil, pistola, bastón extensible, cuchillos plegables, etc. Y los buenos lo hacen con su equipo normal de trabajo, que en su grado máximo implica chaleco de protección balística, casco, guantes anti-corte, y más etc.

¿Díganme que diferencia real encuentran?

Las armas, ¡zoquete!, dirán algunos, y tendrán razón, son bien distintas. 

Pero las técnicas que para ellos eran de supervivencia hoy en día se tienden a idealizar y distanciar del uso de las armas de fuego, sucias y sin ética. Las técnicas que hoy empleamos con armas de fuego probablemente, en 100 o 200 años serán también consideradas Artes Marciales Tradicionales con “Armas de Propulsión Química”.

Bromas o pretensiones filosóficas apartes, para mí el concepto Artes Marciales implica desde como desplazarme en Tai Sabaki de Aikido ya lleve un boken, una katana o un M4 con visor holográfico, y deba luchar con ese mismo M4 en un combate cercano con técnicas de Bo o Eskrima, por ejemplo.

Por otro lado combatir con un chaleco de protección balística y casco, no debe ser muy distante a lo que sentían los caballeros medievales o samuráis con sus armaduras forjadas o tejidas.

Mi introducción en el combate a mano desnuda fue de la “mano” del Aikido hace ya muchos años, y anaizándolo bien, demasiados años. Pero hoy por hoy he añadido muchas otras técnicas, escuelas o estilos, y he adaptado muchas cosas a otros procedimientos y armas.


Sé que a muchos les parecerá un sacrilegio mezclar técnicas espirituales a los sucios procedimientos actuales con armas de fuego, pero la realidad es la que hay, en la lucha por sobrevivir y salvar vidas llevamos varios miles de años experimentando, por lo que es muy difícil que a un guerrero de la antigüedad se le sorprenda con situaciones modernas.


Si quieres algo que nunca has tenido,

tienes que hacer algo que nunca has hecho”.

Thomas Jefferson.


Un ejemplo puntual.

Un Arte Marcial considerado hoy en día casi 100% filosófico y mental, pero basado en los “procedimientos estándar de trabajo” de guerreros de hace varios siglos, los samuráis y el Iaido.

Este Arte Marcial podría tener casi 2000 años, o sin casi, y aun así es totalmente aplicable al trabajo moderno y actual, veamos si tengo razón, ud´s dirán al finalizar este trabajo si ello es así.

El Iado basa su trabajo físico en la propia autodefensa ante una agresión, no en ser el agresor.

Ahora piensen en un ciudadano ante una agresión, un escolta, un policía de patrulla, un militar en misión de paz, ninguno puede actuar hasta que no están ya bajo ataque. Esto es algo que en el moderno y legal mundo actual está muy en boca de todos, ¿verdad que sí?

También enseña algo que todos sabemos, en teoría, que la unión mente y cuerpo, gracias al entrenamiento, es la que permitirá sobrevivir.

¿Qué enseña el Iaido?

Pues esa misma unión comentada.

Tanto en el Iaido como en un entrenamiento correcto con armas modernas, todos los gestos y acciones están estudiados para desarrollar y potenciar el “aquí y ahora”, para facilitar que el cuerpo se mueva correctamente y la mente pueda captar la situación y su respuesta. 

Resumiendo hablamos de la adaptación instantánea, por más imprevista que sea la situación, con serenidad, juicio correcto y rápido.

¿Les suena? Sigamos.

El Iaido tiene cinco principios básicos, a saber:

    1. Adaptarse inmediatamente a las circunstancias, del tipo que sean, con la respuesta más adecuada al lugar, la distancia y el tiempo. Hoy más conocido por “Ritmo de la Acción”.
    2. Las acciones son más eficaces cuando nacen de la intuición (podemos decir instinto educado y entrenado si lo prefieren), ajustándose a la distancia y al momento oportuno.
    3.  La postura corporal (Tai) es la manifestación del equilibrio, estabilidad, potencia, agilidad, entre otras características (todo ello denominado Hara en japonés), y todo ello con gestos y acciones justos, ni demasiado tensos ni demasiado relajados.
    4. Una actitud serena, calmada, con autocontrol, es la manifestación de espíritu (Shin), algo que podemos ver con claridad en los ojos y el tono de voz.
    5. Cuerpo, sable (¿podemos poner otra arma?) y espíritu se unifican para actuar al mismo tiempo (Ki Ken Tai Ichi).

Y tras lo anterior les emplazo a que me contradigan respecto a que estos cinco principios no son adaptables al trabajo con armas modernas, del tipo de operador que sea, como enumeré antes.

El Iaido enfatiza que técnica y actitud son indisolubles, recalcando en igual nivel el entrenamiento físico y el mental/emocional, llamado Kokoro en Japón.

Con ese equilibrio logramos actuar de acuerdo con otros tres principios básicos, veámoslos.

    • Es fundamental pensar que el adversario, o adversarios, son tan hábiles y capaces como uno mismo, como mínimo. 
      • Que todo descuido o desprecio al adversario implica bajar la atención necesaria y que este descuido será aprovechado por el otro para contraatacar.
    • Es preciso retener la acción de desenvainar (¿desenfundar la pistola? ¿encarar el fusil?) hasta que el ataque se manifieste con claridad, ya sea por acciones o por gestos.
      • Legalmente este principio hoy en día está más que en vigor, es fundamental.
    • Es necesario estar en disposición de cambiar la forma de ataque si el adversario modifica la suya (adaptación constante e inmediata).


¿Sirve? ¿Es útil?

¿Qué opinan?

Personalmente pienso que sí, nos sirve y es muy útil. Lo cual demuestra que hay cosas que no cambian, y una de ellas es la lucha por la protección de la vida, propia o ajena, la lucha por la supervivencia es algo que no ha cambiado en todo el periplo de la humanidad. Cambian las armas, desde la mano desnuda con una piedra o un fémur de ciervo, hasta un AK47 o una Colt 1911, pero el “animal” que las empuña y se defiende es el mismo.

Si se dan cuenta no hemos nombrado nada filosófico, ético ni moral, eso es algo privado que dejo a cada uno de ud´s,  tan solo he hablado de puro y duro trabajo con armas.

Y ahora les propongo un reto, es simple. 

Yo he puesto un Arte Marcial muy específico y aparentemente ajeno al mundo moderno, aun así he sacado lo que para mi son lecciones modernas de trabajo con armas. Mi reto es que ud´s hagan lo mismo con uno o varios de la enorme cantidad de otros Artes Marciales, llegando a sus propias conclusiones modernas con ese trabajo antiguo.

Es un reto… ¿lo aceptan?

El siguiente paso es analizar un sistema moderno y a la vez polémico, el Center Axis Relock de Paul Castle.


El boxeo no se trata de golpear fuerte,

se trata de golpear inteligentemente”.

Anónimo.


Center Axis Relock, Sistema ¿un Arte Marcial Moderno con Armas de Fuego?

Empezaremos una serie de artículos sobre distintas formas de trabajar con armas, llámenles procedimientos, técnicas o sistemas si lo prefieren. Procedimientos todos que considero correctos según la situación, entorno, nivel técnico, adversario o adversarios, etc. Creo que esta idea, la he dejado clara en todos y cada uno de mis escritos, y mucho más específicamente en el trabajo “Verdad divina… error fatal”.

Empezaré con el sistema Center Axis Relock, como podía haber empezado por cualquier otro. 

Este sistema fue desarrollado por el, en su momento, policía británico Paul Castle (ϯ 14/09/2011) a lo largo de 3 lustros. Considero este sistema como un Arte Marcial, ya que además de ser adaptativo a la mayoría de las situaciones de combate como los Artes Marciales Tradicionales, utiliza los mismos principios de estabilidad, exposición corporal de costado y posiciones de combate específicas según el entorno y las distancias al objetivo. 


Sistema C.A.R y el estrés. 

Los que sigan mis escritos y procedimientos ya conocen la importancia que le doy a un entrenamiento realista acorde con las reacciones psicofísicas que nos encontraremos ante una situación defensiva o táctica. 

Y este sistema busca favorecer esa reacción segura ante una situación sorpresiva y altamente estresante, mientras facilita a la vez el uso eficaz de las armas o técnicas a nuestro alcance para defendernos o actuar. Aplica posiciones “naturales”, según sus defensores, dentro de lo natural que puede ser disparar un arma de fuego, y que yo prefiero definir como instintivas. Utilizando posiciones corporales, nada desconocidas para los guerreros de hace varios siglos, permite trabajar con las habilidades motoras gruesas, sabiendo que las habilidades motoras finas son las primeras en desaparecer ante el estrés. 

Como cualquier practicante de Artes Marciales sabe, en las posiciones de combate tradicionales se enfatiza la relación espacial del movimiento corporal propio con la distancia de combate y la visión. Y el sistema C.A.R. así lo hace también. 

Sobre el tema del estrés dentro del combate y su entrenamiento previo les emplazo a leer mis artículos previos, ya que en casi todos ellos he enfatizado esta relación y en muchos he entrado en detalles algo más científicos y específicos. 


Dos posiciones básicas. 

Este sistema tiene dos posiciones básicas y dos accesorias o derivadas. 

Posición alta o de retención: En esta posición los brazos están flexionados frente al pecho, al estar de costado es el cuerpo el que dirige el arma al objetivo, estando el arma normalmente paralela al tórax. Es una buena posición de retención, protección del arma y como plataforma de tiro rápido y preciso en distancias cortas y muy cortas, donde es fácil que nos puedan bloquear o desarmar. Así mismo permite llevar con gran rapidez el arma a un costado del tórax para poder abrir fuego de forma casi frontal sin mover el cuerpo apenas. 

Esta posición es fácilmente combinable con la técnica Sul de retención. 

Posición extendida: Es en resumen una posición isósceles moderna, con todas las ventajas que nos da esta posición. Buena para disparos a distancias medias y lejanas, nos da buen control del retroceso, al centrar el arma frente a la cara facilita el encare. Es cómoda y sencilla de tomar desde la “posición alta” antes comentada, así como volver a ella en situaciones que no es necesario o conveniente llevar el arma al frente. Así mismo, de todos es conocida la sencillez con la que esta posición, extendida o isósceles, permite trabajar con ambas manos. 

Además de estas dos posiciones básicas, se reseñan la posición de combate y la posición extrema, en realidad, estás posiciones son más una acción del operador con las dos posiciones ya reseñadas que posiciones distintas. La de combate es una posición alta en la cual no se dispara si no que se está en alerta y a la espera. La extrema es una adaptación de la Extendida prevista para situaciones en las que podemos parapetarnos y apuntar con un relativo mayor tiempo. 


¿Posición extendida versus Isósceles & Weaver?. 

Aunque algunos de los más acérrimos y excluyentes defensores del Sistema C.A.R. defienden que su posición extendida es una mejora de la posición Isósceles y la Weaver, lo cierto es que todo es básicamente una mala interpretación de una mala instrucción. Se alega que la posición Isósceles genera una doble visión, y esto es así cuando la posición isósceles no se aplica o enseña correctamente. Respecto a la Weaver se habla tambien de errores de elevación del arma. Así mismo, la versión moderna de la posición Isósceles reduce y minimiza ese supuesto defecto, adaptándose mucho mejor a las situaciones de uso del arma. 

Lo cierto es que estos procedimientos y posiciones son hermanos, por más que unos u otros quieran buscar diferencias sine qua non. Según donde se utilice la posición se extenderán más o menos los brazos, dando lugar a una forma de Isósceles o de Weaver, eso si, con un canteo evidente y diferenciador del arma. 

Las tres posiciones modernas buscan colocar el arma a la distancia correcta para cada individuo, sin exagerar la extensión de brazos ni del conjunto hombros-cuello-cabeza. Aunque algunos instructores de C.A.R. da especial relevancia a llevar el arma al ojo contrario de empuñe, lo cierto es que esto no es aconsejable en todas las ocasiones salvo que la relación ojo-mano esté cruzada, tiradores diestros con ojo dominante izquierdo, o viceversa. 

Como muchas veces he comentado, en una acción de fuego de emergencia la vista se enfocará en el blanco, y lo único que debemos hacer es colocar el arma entre nuestros ojos y el centro de masas de ese blanco, los disparos irán a ese centro sin mayor problema. Obviamente si el cuerpo está bien alineado, el arma bien empuñada y presionamos el disparador correctamente, entre otras cosas. 

Dominando las técnicas de tiro básicas en situaciones de emergencia y estrés es el cuerpo el que dirige el arma, o así será si hemos entrenado correctamente. En este punto no veo diferencias reales, sino más bien malas interpretaciones, tanto de unos como de otros según por donde vayan los intereses “instructivos” del que los resalta. 

Por otro lado, esta posición extendida nos facilita enormemente el trabajar indistintamente con una u otra mano, algo que si en una situación de combate a pie es muy importante, no digamos si hablamos a actuaciones desde el interior de un vehículo, donde adquiere carácter vital de supervivencia. 

Saliéndonos un poco fuera de la dicotomía Isósceles, Weaver y Extendida, y respecto al trabajo desde dentro de vehículos en cualquier dirección, es de destacar la eficacia de la filosofía de trabajo de este sistema, resultando no solo eficaz y preciso, si no seguro y rápido de adquirir, amén de fácil de mantener la habilidad adquirida.


Protección del arma. 

Muchos me han oído (o leído) que si bien el arma es nuestra defensa (o la de terceros) también nosotros debemos protegerla para que no nos sea arrebatada y, en el peor y más usual de los casos, usada contra nosotros mismos y/o terceros inocentes. Es por ello que aplico y recomiendo la posición SUL en combinación con otros procedimientos (ver “La controvertida posición Sul”) 

La posición básica del sistema, como ya vimos, es la posición alta o de retención, en la cual el arma se encuentra pegada al torso. En esta posición el mismo cuerpo, o mejor dicho, el simple giro o rotación del mismo nos permite salvaguardar la posesión de nuestra arma. Obviamente hablo de la técnica más básica, pero esta posición facilita acciones mucho más efectivas e incluso ofensivas sin disparar, utilizando el arma como objeto de impacto y golpeo, antes de pasar, o no, a acciones más letales. 


Postura lateral. 

Se suele denostar este sistema por su posición de trabajo lateral, y la realidad es que aun siendo la principal posición no es la única, respecto al hecho de exponer el costado abierto de los chalecos de protección balística, en la zona de la axila. Si bien, anatómicamente es cierto, lo considero más una cuestión de procedimiento y situación, que un defecto en sí mismo. Es decir, el error es utilizar un procedimiento dado, el que sea, en un entorno o acción para el que no estamos preparados, ya sea por cuestiones de equipación, de adversarios o de entorno y situación táctica. 

Por otro lado, al trabajar con arma larga lo normal es exponer ese costado, algo que todos los operadores tenemos en cuenta y procuramos minimizar con el adecuado procedimiento táctico que el momento requiera. 

Donde personalmente veo un mayor hándicap a la posición lateral es en los movimientos frontales u oblicuos, ya que caderas y torso tienden a oponerse con lo que podemos ralentizar nuestra capacidad de reacción. Pero ello, y lo recalco, no es un defecto en sí mismo si lo sabemos utilizar y podemos pasar de una posición corporal a otra, adaptándonos a las variaciones del entorno, sin pensar en ello, de forma instintiva. 


No importa cuán lento vayas, 

siempre y cuando no te detengas”.

Confucio. 

A modo de conclusión.

En el C.A.R. tenemos un sistema de trabajo eficaz y versátil, pensado para entornos extremadamente hostiles y estresantes. 

Personalmente destacaría la filosofía de trabajo del sistema C.A.R. más que sus técnicas específicas, ya que estas no son rígidas ni únicas. Es un sistema que se adapta al usuario, a las situaciones; busca simplificar y facilitar las reacciones más eficaces. En resumidas cuentas Paul Castle buscó un método de trabajo que uniera todo lo anterior en una forma coherente y sencilla, tanto de de aprender como de mantener lo aprendido. Y realmente lo logró. 

Ahora bien, pretender que un sistema, por más completo que sea o parezca, cubre todo de forma absoluta es un error. Pretender que es un sistema único y sin relación ni simetría con otros procedimientos es cuando menos exagerado. Castle reunió muchos procedimientos y conceptos en un sistema unificado destacable, pero no es la panacea que todo lo soluciona. 

Como en todo aspecto humano, el integrismo excluyente y fanatismo táctico e instructivo que maximiza un sistema ridiculizando a otros es un error. 

En la antigüedad, los grandes guerreros viajaban durante años visitando a distintos maestros para aprender procedimientos y técnicas de escuelas con filosofías diferentes. Para al final de ese periplo sacar un conjunto uniforme que en muchos casos nos han llegado a nuestros días como Artes Marciales. 

La filosofía del Sistema C.A.R. creada por Paul Castle es elogiable y aplicable en su conjunto. Pero quizás no todos sus sucesores y herederos han sabido agarrar el concepto base, a saber, adaptación y flexibilidad. 

Como en toda obra humana el error está más en el ser humano que en la obra. 

Ya sean alumnos, operadores, instructores o maestros…. Miren el concepto y no los detalles. Entrenen, estudien, analicen, prueben, vuelvan a analizar… y así siempre usen el menos común de los sentidos, el sentido común. 

El sistema de Paul Castle es un buena filosofía de trabajo, independientemente que sirva o no en todos los contextos. 



En mi caso aplico varios procedimientos que pueden considerarse de este sistema, a pesar de emplearlos antes de conocer el C.A.R., combinados con otras muchas rutinas... y estoy seguro que "mi sistema" adolece de mucho más que algún que otro hándicap... ya saben, no existe nada absoluto ni total.


Cuídense y cuiden de los suyos.

domingo, 23 de noviembre de 2025

YO Maestro Jedi, YO sé todo.

YO Maestro Jedi, YO sé todo.

Por Cecilio Andrade.


“La mayor parte de la instrucción

es que a uno le recuerden

las cosas que ya sabía”. 



¿Reconocen la cita?

No es una de las más conocidas de Platón, pero quizás si debiera serlo en muchos ámbitos profesionales, y en el del profesional armado con más razón quizás.

Pensándolo bien en el de los médicos también, sin duda, ambos trabajan con vidas. 

Un individuo mental y éticamente sano debería aspirar a seguir aprendiendo y creciendo hasta el último momento de su vida. Si es listo aprenderá de sus errores, de los errores de otros si es inteligente, y si es sabio lo hará de los éxitos de los demás. 

En el mundo del profesional armado esto implica estar continuamente aprendiendo, actualizándose, siendo un eterno alumno en definitiva. Después de todo como dijo perfectamente un poeta, Archibald MacLeish...

 “Sólo hay una cosa más dolorosa que aprender de la experiencia,

y es no aprender de ella”.


Sea propia o de otros, me gustaría añadir, si me permiten.

¿Acaso hay algo que valga la pena que sea fácil de aprender?



“En el pasado eras lo que tenías

ahora eres lo que compartes”. 

Godfried Boogaard.


La época de la imagen.

En una época donde la palabra escrita queda relegada por la frase “una imagen vale más que mil palabras”, Youtube es una magnífica herramienta de información, sin duda alguna, siempre y cuando seamos capaces de encontrar la aguja en ese enorme pajar.

Ni imaginan cuantos oyentes de conferencias o alumnos de cursos me sueltan cosas como “pues en Youtube he visto a fulanito haciendo eso así o asá”. 

Sin pretender menospreciar a nadie debemos preguntarnos muchas cosas al ver cualquier imagen, por muy técnica, estructurada y avalada de currículos que venga. La mayoría de los protagonistas de esos videos no lo hacen con mala intención, pero una gran cantidad de ellos suelen ver únicamente los hechos desde el lente que les toca personalmente.

Al ver cualquier imagen pregúntense siempre cosas como estas, entre otras:

      • ¿En qué campo tiene experiencia el autor?
      • ¿En qué contexto aplica estas técnicas?
      • ¿Existe un interés comercial y/o personal implícito?
      • ¿Son extrapolables sus experiencias a mi parcela de trabajo o a otros ámbitos?
      • ¿Legal, moral y éticamente es aplicable en mi entorno u otros?

Y, créanme, no solo se aplican a videos y fotos de Youtube TikTok, Facebook e Instagram, por nombrar las plataformas más usadas, se aplican también a los cientos, si no miles, de instructores, maestros y gurús que alimentan un gremio profesional inseguro y preocupado. 

Realmente esos cientos o miles son los arboles que no nos dejan ver, en muchos casos, el bosque del mundo del adiestramiento táctico y armado.

Después de todo, si todos los profesionales armados y legítimos usuarios deben pasar por cursos, academias, capacitaciones, reciclajes, etc…. 

¿Qué necesidad hay de otros cursos más? 

¿No les enseñan ya todo lo que necesitan? 

¿Para qué más? 

¿Para qué derrochar más tiempo y dinero?

¿Uds. que opinan?

Personalmente tengo mi opinión sobre ello, algunos ya la conocen y no necesitamos entrar en detalles en el presente trabajo. Pero es para los que como yo opinan que aprender, adiestrarse, asistir a cursos y eventos, son solo mojones kilométricos en el “Camino” que hemos elegido seguir, para los que ha sido publicado este texto.

Para los demás… no vale la pena que se aburran con tanta letra negra sobre blanco.


Aprende como si fueras a vivir para siempre”. 

Mahatma Gandhi.


¿Seguir aprendiendo?

En todo lo que nos propongamos en la vida para avanzar y mejorar, resultando a la vez creíbles a nuestro juez más exigente, nosotros mismos, necesitamos demostrarnos tres cosas de forma constante.

      • Iniciativa.
      • Sacrificio.
      • Madurez.

Hay que moverse para llegar a algún lado, iniciativa.

Debemos renunciar a determinadas cosas para poder avanzar, sacrificio. 

Ncesitamos crecer para poder progresar, madurez.

No es difícil… ¿o sí lo es?

Como dijo la gran Mafalda mientras se veía con sus amigos reflejada en un espejo...

 “Hemos encontrado al enemigo… y somos nosotros”.


Ciertamente solemos ser nuestro más cruel enemigo, generando esa terrible autocomplacencia que nos hace vernos como alguien no necesitado de mejorar, o también alguien que puede mejorar y alcanzar cualquier meta solo y sin ayuda. 

Una u otra situación implica un ego dañino y peligroso, para uno mismo, y, si somos profesionales armados supuestos protectores de la sociedad, para terceros.

Si no nos vemos a nosotros mismos de forma realista nunca comprenderemos donde yacen nuestras dificultades y limitaciones, y si no las vemos no podremos avanzar y mejorar, nos estancaremos en un cómodo y confortable limbo personal. Lo cierto es que el mundo real no es ni cómodo ni confortable. Es por ello que necesitamos ponernos a prueba continuamente, y no se trata de buscar un duelo al estilo de “OK Corral”, si no de interactuar en entrenamientos, capacitaciones y cursos donde nuestro ego puede sufrir pero, gracias a ese sufrimiento, lograremos alcanzar puntos donde mejorar y anclarnos para seguir ascendiendo en nuestro “Camino”.


Los que saben, hacen. 

Los que entienden, enseñan”. 

Aristóteles.


Instructor modelo “gaviota”.

Permítanme parafrasear de forma burda a un D. José Ortega y Gasset, ... 

“La civilización está en peligro cuando el que no ha aprendido a aprender 

le es dado el derecho a enseñar”.


 ¿Les suena? 

Seguro que si, y mucho.

Eso es el mundo actual, aunque ya maestros marciales orientales y occidentales desde hace siglos lo han comentado y criticado, donde el negocio y la vistosidad es lo  que genera el mercado de la instrucción táctica. Nada nuevo, y desde luego normal y lógico, hay que ganarse la vida, y la despensa diaria se llena con dinero, no seamos hipócritas en ello.

Una cuestión que suelo mirar en los instructores es su nivel de aceptación de comentarios y críticas, dice mucho ese detalle.

Según Aristóteles lo mejor para evitar comentarios y críticas es no decir, no hacer y… no ser en resumen. Pero si no somos ese tipo de “no ser” debemos estar dispuestos a asumir comentarios y criticas, como personas es lo sano, como instructor o maestro es lo obligado.

Seguro que conocen el tipo que siempre contesta que tal gurú se lo enseñó, que tal mega fantástica unidad especial lo hace, o que lo aprendió mientras trabajaba para algo de lo que no puede hablar, sin más razones…. 

Seguro que saben lo que me pasa por mi mente al oírlo. Lo dejaré ahí.

Existen muchos tipos de gurús en este ámbito específico,  pero sin duda el más peligroso de todos es el instructor modelo “gaviota”, cuando algo no sale como enseña, llega volando, con mucho ruido y llenándolo todo de m… heces. Identificarlos no suele ser difícil… 

¿Cuántos conocen así?

Quien explica contextos, porqués, cómos, cuándos, y dondes, denota confianza en su enseñanza, en sus conocimientos, en si mismo… 

¿Conocen alguno así? No lo suelten.


“Para saber hablar
 

es preciso saber escuchar”. 

Plutarco.


Escuchar, la mejor lección.

La mayoría de las personas viven con tres falacias en su vida, y se las creen, me gusta contarlo porque es una de esas verdades en las que no hay sexismo, ya que tanto hombres como mujeres lo sufren, a saber:

      • Tengo un sentido del humor exquisito.
      • Soy un gran y experto conductor.
      • Soy un gran oyente, me encanta escuchar.

De las tres la más falsa y extendida, y la que más nos incumbe en este trabajo, es la tercera... ¿somos buenos escuchando? Poquísima gente lo es.

Existen infinidad de estudios que afirman que el ser humano promedio oye la mitad de lo que se dice, escucha la mitad de lo que oye, comprende la mitad de lo que ha escuchado, de lo cual cree solo la mitad, y de esa mitad apenas recuerda otra mitad de ello. 

En un curso táctico típico de 8 horas, del tipo práctico y con alumnos promedio tenemos la siguiente ecuación resultante.

      • De las 8 hoyas de curso habrá la mitad de charla, 4 horas.
      • De las cuales oirán la mitad, 2 horas.
      • Pero escucharán solo una hora.
      • Comprenderán tan solo 30 minutos de esa hora.
      • Creerán simplemente 15 minutos.
      • Para finalmente recordar pefectamente… 8 minutos de toda la jornada.

¿Realmente sabemos escuchar? Juzguen ustedes.

Y ahora la pregunta del millón, un instructor normalmente dedica más tiempo a hablar que a escuchar en una clase típica de 8 horas, por lo que su cómputo final de tiempo será infinitamente más reducido, aun así... ¿sabe escuchar cuando le toca hacerlo? 

“Oídos sordos” es un síntoma claro de una “mente cerrada”, y… ¿cómo debe ser la mente de un buen instructor?

Un instructor que sabe escuchar transmite confianza, sabe interpretar lo que buscan, necesitan e inquieta a sus alumnos, no vende un producto artificioso, mecánico y clasificado, si no que, como buen artesano, ofrece una obra de arte adaptada a cada uno de sus alumnos.

¿Conocen muchos así? Enhorabuena por ello.


Quien sabe lo que siembra. 

no le teme a la cosecha”. 

Refrán popular con raíces bíblicas.


Sembrar para cosechar.

El éxito en la vida puede ser mucho más que acumular ceros en una cuenta corriente, para muchos puede ser tan simple como saber su propósito en la vida, crecer hasta alcanzar el máximo potencial posible y sembrar semillas que beneficien a otros….aunque quizás “simple” no es la palabra adecuada.

Un instructor debe explotar y potenciar sus dones ya que ese es el propósito que cumple una persona en la vida, ni más ni menos. De nada vale desperdiciar la vida haciendo alarde de cualidades y capacidades que no se poseen, dejando de lado las que si se poseen porque no son tan “cool” ni de moda. Por desgracia es un mal que está muy… muy extendido.

La capacidad de enseñar determina el nivel de eficacia de un instructor. 

¿Cuántos alumnos han superado a ese instructor? 

¿Cuántos están recorriendo “Caminos” nuevos gracias a él? 

Si son muchos es perfecto, sin son varios también es bueno, pero si ninguno parece poder superar o seguir otras rutas da que pensar… ¿no creen?

Los mejores instructores desean sacar y ampliar los dones y capacidades de los demás, llevarlos a crecer y mejorar.

Los mediocres, en cambio, tratan de imponer los mismos límites que se han impuesto a sí mismos. 

Un buen instructor se alegra de los alumnos que logran subir más allá de donde el alcanzó a llegar, lo considera un triunfo personal, un éxito en su vida. Es sencillo, se enseña para mejorar a los alumnos, y si estos avanzan más lejos que uno mismo es que la enseñanza es correcta y positiva… ¿existe mayor éxito como instructor?

Un mal instructor es un segador que corta la mies de sus alumnos antes de que esta madure y fructifique, para no verse superado obviamente. 

Uno bueno siembra y riega hasta que está madura y esparce sus semillas en su entorno. 

¿Cuántos segadores conocen? ¿Y sembradores?

Para saber cómo es un instructor miren a sus alumnos.


Para enseñar a los demás, 

primero has de hacer algo muy duro: 

has de enderezarte a ti mismo”. 

Buda.



Enseñar a individuos.

Es muy rara hoy en día la enseñanza individual al estilo de los antiguos maestros marciales, o de los caballeros Jedi en la Guerra de las Galaxias.

Hoy día se organizan en clases y cursos de grupos más o menos grandes, más o menos homogéneos y más o menos interesados. Se suele aplicar la consigna de que el instructor debe alcanzar una media general, nada de realizar la enseñanza adaptándola individuo a individuo, eso es “perder el tiempo”.

Si apoyamos a los más hábiles frustramos a los menos, algo políticamente incorrecto hoy en día ¿verdad?

Usando el ejemplo de varios autores, esto se resume en algo tan sencillo como enviar patos a una escuela de águilas, todos saldrán frustrados, los patos, las águilas, los instructores de vuelo.

Los patos no alcanzarán los rendimientos de las águilas y se frustrarán, sin contar que quizás no deseen ser águilas, que se sientan bien como patos.

Los águilas se frustrarán  al no poder trabajar al máximo de sus capacidades si no con las de los patos con los que comparte clase y la “media académica” final.

Y como instructor ¿cómo se sentirá? 

Si es parte del sistema le dará igual, solo debe cumplir con la media exigida cobrar y punto. Ud. ya ha cumplido.

Si es bueno no estará de acuerdo y buscará formas de subir la media de los patos sin que dejen de serlo, y que las águilas puedan subir también al límite de sus capacidades. Ambos, patos y águilas, se beneficiarán de ello, y entre ellos, ampliando y mejorando sus capacidades al máximo sin frustrarse.

Lo curioso es que incluso la “media general”, tan importante en muchas academias, también resulta más alta y mejorada. 

Curioso…. Sin duda curioso.


Una persona que nunca cometió un error, 

nunca intentó nada nuevo”. 

Albert Einstein.


Lo maravilloso de cometer errores.

¿Cómo? ¿Errores? Entonces no es instructor…. 

Eso dirán muchos. 

¿Es correcto ese pensamiento?

¿Me puede decir alguien como se puede aprender realmente sin equivocarse alguna vez?

Todo aprendizaje implica error, simplemente porque hacemos algo nuevo y diferente, así se aprende, con lo que no sabemos, con lo que no dominamos.

Ejecutar algo sin errores involucra que ya sabemos, y por tanto no es aprender, es entrenar y mantener habilidades que ya poseemos.

Eso no es aprender.

Un instructor que jamás comete errores implica que, o bien es un mentiroso ocultado sus fallos, o simplemente no se sale de lo que ya sabe y domina, se mantiene en su zona de confort. 

“Soy muy bueno en esto, para que cambiar, 

para que arriesgarme a quedar mal frente a mis alumnos”. 


Lo malo de todo esto es simple, estancarse implica retroceder, cerrar las miras, no querer ver más allá de lo que “sabemos” que podemos hacer bien, implica no crecer ni mejorar.

Busquen instructores que cometan errores, que aprendan de ellos y que sepan transmitirles esos errores a Uds., para intentar que no los cometan o que comprendan en su caso en que erraron y como pueden sacar sus propias lecciones.

Errar humano es, dice la traducción del aforismo latino, y es una gran verdad, como lo es que de los errores se aprende… ¿o no lo creen Uds. así?


Nunca se deja de aprender porque 

la vida nunca deja de enseñar”. 

Ralph Waldo.


Nunca se deja de aprender.

Para crecer hay que tener intención, y para ser un buen instructor es fundamental ser un buen alumno o aprendiz, simple y llanamente. 

Para enseñar primero hay que aprender, para seguir enseñando hay que seguir aprendiendo, y eso es únicamente posible si se invierte en uno mismo y buscamos salir del trono de instructor, maestro, sifú, gurú o sensei, e invertimos en nosotros mismos dejando el gorro del ego debajo de ese trono para volver a ser alumno y cometer errores.

“A veces maestro, siempre alumno” 


¿Les suena de algo? 

Si un instructor no crece sus alumnos tampoco podrán hacerlo mientras dependan de él.

Por otro lado cada persona con las que interactuamos, otros instructores, alumnos, individuos de nuestro entorno, tienen el potencial de enseñar algo. Un buen instructor saca más de cada uno de sus alumnos de lo que generalmente se cree.

En el funeral de Abraham Lincoln, Phillips Brooks dijo...

“Es triste el día en el que el hombre llega a sentirse absolutamente satisfecho con la vida que está viviendo, los pensamientos que está pensando y las obras que está ejecutando; cuando en las puertas de su alma cesa el constante tocar del deseo de hacer algo mayor, lo cual él busca y sabe que está destinado a hacer.”


Estar y mantenerse por deseo propio en la zona de inercia, confort o comodidad es malo para cualquier persona, pero en un instructor puede ser aun peor. 

La mayoría prefiere lidiar con viejos problemas a enfrentarse soluciones nuevas. Para aprender hay que salir de la zona de confort y estancamiento, ya lo vimos antes. Hay que buscar personas que son mejores que nosotros en algún campo, eso nos hará crecer y mejorar, sin duda no es algo cómodo por más beneficioso que sea.


Andar por ahí con ego es algo malo. 

Tener confianza en ti mismo es algo grande”. 

Fred Durst.


El ego en su lugar.

Suelo ir a cursos impartidos por instructores de ambos lados del océano Atlántico, y a algunos de estos viejos conocidos les costaba verme en el lado de los alumnos, cuando en realidad es donde más me gusta estar.

No me malinterpreten, adoro comunicar y transmitir, enseñar, pero lo que realmente me hace feliz es aprender cosas nuevas, soy adicto a ello, lo reconozco, tanto con lecturas como en cualquier otro formato más sedentario o más activo.

Solían tratarme con cierta deferencia profesional que muchas veces afectaba a lo que realmente podía haber aprendido. Con el tiempo acabamos llegando al compromiso de que si ellos no me trataban con deferencia y si con mayor nivel de exigencia, por mi parte les devolvería el favor tratándolos de la misma forma cuando me tocara ponerme la capa de instructor. 

Y funciona, reconozco que a veces me siento avergonzado al no ser capaz de ejecutar algunos de los ejercicios con una perfección acorde con mi supuesta reputación. Pero al final mi ego recibe su premio cuando logro hacerlo mejor superando mi vergüenza y mis limitaciones.

Por desgracia a estas alturas de mi vida profesional se me presupone una serie de capacidades que realmente están muy por encima de la realidad, cosa que muchos amigos y compañeros no quieren reconocer, por más que se lo demuestro día a día. 

En fin… lo lamento.

Otras veces me he encontrado con muchos compañeros instructores que me contactan para dar cursos específicos, lo cual es un buen punto a su favor, llamar a otro para que imparta lo que uno mismo hace entre los suyos habla bien de su ego personal y profesional. 

Muchos me dicen que será un alumno más, lo cual me hace comprender lo que pasa por sus mentes cuando soy yo el que pretende lo mismo en sus clases, no es fácil tener gente con grandes conocimientos enfrente, por más amigos que sean.

Pero también hay algunos que dicen cosas como que serán mi ayudante o instructor adjunto...

“Ya sabe Cecilio, me conocen y debo mantener mi imagen”.


Si, ya se, lo sé bien, muy bien en realidad, el ego nos afecta a todos en un momento u otro de nuestra vida profesional o personal, yo mismo no puedo negarlo en mis carnes.

Pero el ego es un simple gorro que podemos ponernos o quitarnos si tenemos la voluntad para ello, y para aprender lo mejor es dejarlo en el altillo del armario, bien lejos de nosotros. Solo así aprenderemos de verdad. 

Pero claro, para ello debemos estar dispuestos a sufrir hematomas en ese mismo ego… no todos están dispuestos a ello, y menos frente a otros


Hay tres cosas extremadamente duras: 

el acero, un diamante y conocerse a uno mismo”. 

Benjamin Franklin.


Ejercicio personal y privado.

Como ya es habitual les propondré un par de ejercicios sencillos.

Eso sí, esta vez les sugiero que lo hagan solo para Uds. No compartan con nadie sus conclusiones, no queremos molestar ni afectar egos ajenos, tan solo sacar conclusiones personales para dirigir sus futuros avances. 

También será útil para los que son o pretenden ser instructores, ya que descubrirán que factores quieren copiar y cuales obviar en su forma de enseñar y guiar a otros.

El primero es el que ya les comenté al principio del texto, respondan la preguntas que les propuse con cada uno de esos instructores que son su referencia profesional, e incluso háganlo con Uds. mismos.

      • ¿En qué campo tiene experiencia el autor?
      • ¿En qué contexto aplica estas técnicas?
      • ¿Existe un interés comercial y/o personal implícito?
      • ¿Son extrapolables sus experiencias a mi parcela de trabajo o a otros ámbitos?
      • ¿Legal, moral y éticamente es aplicable en mi entorno u otros?

El segundo ejercicio exige un poco más de atención. Usen los comentarios y preguntas que he ido planteando, a lo largo del texto, aplicándolos a esos mismos instructores de referencia y/o a Uds. mismos.

Cuidado con los egos.


No puedo enseñar nada a nadie. 

Solo puedo hacerles pensar”. 

Sócrates.


Mis disculpas.

Cuando comencé el presente trabajo, si han conseguido terminar de leerlo pese a mi prosa,  tan solo pretendía crear una simple reseña de lo que considero que debemos observar en ese instructor al que entregamos nuestra confianza para que nos enseñe procedimientos y técnicas con la que salvar vidas. 

Y parece ser que se me fue la mano.

Un viejo y gran amigo me definió como filósofo táctico, desde luego parece ser que la edad le está dando la razón, me hago viejo y pesado en mi prosa y textos. 

Lo lamento, al final no sé realmente lo que he creado, una guía, una queja, un panegírico, no sé… lo mismo es tan solo un simple aireador de ego… el mío….

O un pobre  chucho con ínfulas de lobo aullando a la Luna.

Disculpen.

Cuídense y cuiden de los suyos.