jueves, 24 de febrero de 2022

Gracias José de Pedro… Gracias por tu “Cicatrices de Policías”.

 Gracias José de Pedro… Gracias por tu “Cicatrices de Policías”.

Por Cecilio Andrade.


Lo que voy a plasmar con estas letras es un simple comentario personal a un libro que me hizo pensar… y en algunas líneas, bastantes para ser honesto, humedecer los ojos. Y por cierto, no me he equivocado en el determinante posesivo “tu”… aunque se perfectamente que muchas de las cicatrices mostradas en este libro son “tus” propias cicatrices.

También se que casi todo el mundo espera de mis letras, ya sea sobre libros u otros temas, que plasmen conceptos sobre el uso de las armas, la violencia con razón legitima o no, el combate en cualquiera de sus formatos, etc. Por más que desde hace mucho más de dos décadas me esfuerzo hasta lo indecible por mostrar el lado humano del profesional armado. De nuevo también, muy posiblemente mi trabajo en estos últimos años me ha dado esa imagen o aura incorrecta, y a veces injusta, aparentemente enfocada en lo comentado con las primeras líneas de este párrafo.


Lo cierto es que detrás de todo ser humano hay un corazón y unas emociones sobre las cuales no importa mucho el color de la línea de referencia o uniforme que se porte. En muchas de mis conferencias y clases repito hasta aburrir que no somos animales racionales, somos monos sin pelo, con más o menos desodorante, emocionalmente racionales. Primero sentimos y luego lo racionalizamos todo, a veces de formas absurdas y aberrantes, todo hay que decirlo, pero así es.


En el caso de las cicatrices de José de Pedro, habla del día a día de los profesionales armados que tras una delgada línea azul mantienen el caos y la sin razón lo más separadas que es posible del ciudadano común, ese al que han jurado servir y proteger. El mismo que muchas veces desconoce que lleva una vida relativamente cómoda y tranquila gracias a ese cono colocado donde debe, esa indicación necesaria, esa palabra de apoyo o informativa en el momento y lugar adecuado, o la recriminatoria o incluso sancionadora, después de todo la letra con sangre entra, y si toca pagar aun mejor para aprender a recordar como debe actuar y ser un ciudadano correcto.


Pensamos en ellos en los grandes eventos, y a veces en los muy chiquitos, pero casi siempre para recriminar el detalle que no sale bien o que afecta a nuestro ego personal, olvidando los miles de detalles comunes y cotidianos que nos ofrecen, y que hacen una sociedad segura y cómoda para vivir. Pensamos en ellos en esas situaciones con narcos y terroristas internacionales por medio, normalmente mirando embobados el gran trabajo, sin duda alguna de ello, de las fuerzas especiales implicadas, pero olvidando a esos otros que investigan, apoyan y trabajan con el lado humano y aburridamente cotidiano que toda acción de esa envergadura implica. 


Gracias José de Pedro, por escribir de Nacho, de Lucas y Lidia, de Dñ. Agustina y D. Antonio, de Isabel, del bebe que se asfixiaba ante los ojos de su desesperada madre… quizás  es que ya soy un viejo que ha visto más sufrimiento de lo normal, y que por falta de dureza o por exceso de fricción tengo debitado mi control de las emociones… no lo se…


Lo que si se es que me has emocionado en muchas de tus líneas, que las situaciones que comentas, cotidianas o extraordinarias, definen el día a día de todos los monos sin pelo que defienden la delgada línea azul del caos y la barbarie, pero sobre todo de la deshumanización que  corroe nuestra sociedad, y que sin esas cicatrices que portas y portan, José, no habría esperanza alguna.


Esas cicatrices que son las mejores medallas que “un pecho que adorna al vestido” puede portar, las de todo defensor honesto y sacrificado de la “delgada línea azul”…


Gracias José de Pedro… por humanizar esa “línea”… y por humedecerme los ojos.


Cuídate y cuida de los tuyos.

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