domingo, 21 de abril de 2024

Multitareas y conciencia situacional, subconsciente y el superpoder .... el enfoque inteligente para sobrevivir en combate.

Multitareas y conciencia situacional, subconsciente y el superpoder .... el enfoque inteligente para sobrevivir en combate.


Por Cecilio Andrade.


Empuñar, desenfundar, apuntar, manipular, moverse, conciencia situacional, y…  ¿Una sencilla multitarea? … ¿Alguien da más?… pues claro que sí… pequeños saltamontes... siempre hay algo más...


Sin duda un comienzo de artículo polémico, sin duda, pero también se que no tienen duda alguna que durante la multitarea de un enfrentamiento, su atención y enfoque se dividirán de manera segura, precisa y efectiva, algo sobre lo que todos Uds. están seguros, convencidos y, sobre todo, tranquilos ya que ello será siempre así.


Modo irónico en OFF.


Pues no lamento decirles que desde la perspectiva de las ciencias cognitivas todo ello es más falso que un euro de corcho.


La atención es un canal estrecho, fijo e imposible de dividir. En lugar de la creencia popular de poder dirigir simultáneamente la atención dividida en varios focos, lo único que realmente se logra, si se logra, es llevarla de un lado a otro con más o menos control. Imaginen que disponen de un conmutador que alternara rápidamente la atención concentrada de foco en foco.


El recurso más valioso de ese 1,4 kg de gelatina llamado cerebro no es el cociente intelectual, ni la memoria, ni tan siquiera la capacidad social, sino el maravilloso superpoder que le otorga su enorme capacidad de enfoque


Evolutivamente la capacidad de resolver los problemas vitales, especialmente los que impliquen la propia supervivencia, gira en torno a la minimización de las distracciones. Capacidad centrada en la eliminación de los distractores molestos que desenfocan la atención y generan pérdida de tiempo, del que no se dispone en un evento de supervivencia del tipo que sea.


Pretender descubrir y emplear una pastilla, un sistema o un talento único, no nos llevará muy lejos. La solución que se precisa no es tecnológica ni mágica, sino cognitiva. La fuente de las distracciones no radica en algo externo sino en el mismo cerebro. Agrade o no, lo cierto es que nadie puede concentrarse simultáneamente en todo, pero pueden crearse formas de enfoque, atención y concentración con el “ancho de banda” suficiente como para poder pasar de un foco a otro con la rapidez, eficiencia y precisión requeridas para realizar cualquier tarea exigente, como puede ser, por ejemplo, luchar por su vida, o darle el biberón a un bebe mientras lee esta nota corta en su teléfono, tableta o computadora.

Atención y memoria son capacidades cognitivas, distribuidas y conectadas a todas las enormes propiedades de esa impresionante, si es utilizada correctamente, masa gris sita entre oreja y oreja. 


No debemos permitir que el desenfoque generalizado y aceptado por la sociedad actual embote el filo de una capacidad importante para tantos y tantos aspectos vitales, aun sin hablar de combates, supervivencia, estrés y un larguísimo etcétera de asuntos. No podemos ni debemos obviar que un foco de atención estable y dinámico  contribuirá a crear una herramienta imprescindible en el día a día cotidiano para cualquier éxito profesional, personal, intimo e incluso familiar.


La capacidad de focalizar la atención aumenta en la medida en que lo hace el número de datos que proporcionan información crucial para la propia supervivencia, por más estresante y sorpresiva que sea la situación. Datos inconscientes convierten los sentidos, principalmente ojos y oídos, en fuentes clave que nos guiarán a movernos eficazmente en combate. 


Captar un gesto delator y reaccionar de un modo aparentemente automático y casi instantáneo, saliendo de la línea de ataque y desenfundando o encarando el arma que se porta, resolver un cambio de cargador, o una interrupción, mientras nos movemos a la vez que controlamos los movimientos y acciones del agresor o agresores, por ejemplo, forman parte de ese tipo de enfoque inconsciente.


Entrenar todo ello con el máximo grado de atenciónfocalización y concentración, así como de forma activamente inteligente, aprendiendo de cada repetición, son los potenciadores de una efectiva capacidad de atención inconsciente cuando la situación real no nos permitirá análisis alguno. Un eficaz entrenamiento crea sendas cognitivas seguras y exactas que se convertirán en reflejos y/o instintos adquiridos, con resoluciones muy cercanas a los instintos innatos.


Coordinar lo que se ve y lo que se hace potencia el funcionamiento cognitivo en los entrenamientos, lubricando las acciones para un posible y/o potencial enfrentamiento. Sin duda, la cuota disponible de memoria operativa es muy pequeña, pero el monto global de información que es posible recibir y emitir a través de esa estrecha rendija resulta extraordinario. 


La capacidad de detectar de forma inconsciente algo que genere acciones y reacciones aparentemente instantáneas está ahí, pero necesita ser pulida y trabajada con el esmero del mejor tallador y pulidor de gemas.


¿Cómo es posible potenciar estas capacidades innatas tan menospreciadas?


Anoten:

  • Con un enfoque preciso para preparar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para realizar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para analizar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para aplicar las conclusiones extraídas.
  • Y, obviamente, con un enfoque preciso para permitir la ejecución de los instintos adquiridos.

Lo cual nos lleva a modo de resumen mnemotécnico:

  • Entrenamiento y enfoque.
  • Aplicación y enfoque.
  • Atención y enfoque. 
  • Concentración y enfoque.

¿Difícil? ... sin duda porque no se trata de una serie de moda en Netflix o Amazon ¿verdad?


Consciente descendente vs subconsciente ascendente.


"Por favor Cecilio, vamos a disparar… solo disparar… 

déjate de subconsciente… consciente… ascendente … descendente…. 

y demás zarandajas... solo disparemos... por favor..." 


Gran parte de aquello en lo que la mente consciente cree realizar voluntariamente, decidir, concentrarse, pensar y planear, quizá en todo, discurre por los circuitos subconscientes, entre las bambalinas nombradas en el capitulo anterior, o en otros artículos. 


Evolucionando por millones de años los increíblemente veloces circuitos ascendentes favorecen el pensamiento a corto plazo, los impulsos y la toma rápida de decisiones, necesarias para la lucha por la supervivencia. 


Las áreas superior y frontal del cerebro como circuitos descendentes, son "aplicaciones", en argot moderno, recién “instaladas”, y su “programación” se produjo hace “tan solo” unos centenares de miles de años.


Los circuitos descendentes otorgan capacidades que permiten la autoconciencia, reflexionar y planificar. Se trata de un foco intencional que proporciona a la mente una palanca para equilibrar su soporte físico, el cerebro. Cada vez que se cambia el foco de atención de una tarea, plan, sensación o de una emoción a otra, se activan e implican una enorme cantidad de circuitos cerebrales


Evocar una reunión de amigos basta para que se estimulen las neuronas del placer; el recuerdo de una actividad con un amigo que ya falleció activará circuitos de tristeza; y el ensayo mental, o visualización, de un ejercicio de tiro efectivo fortalece, igualmente, la activación de axones y dendritas encargadas de coordinar los movimientos correctos a realizar.

El diseño evolutivo del cerebro humano es increíblemente sofisticado y eficaz, pero ello no quiere decir que sea perfecto. El sistema más antiguo, el ascendente, funcionó bastante bien durante la mayor parte de su evolución, pero actualmente son varios los problemas que genera su diseño. 


Siendo el sistema dominante tiende a funcionar bien normalmente, pero hay casos, como las adicciones, las rutinas tranquilizantes y/o las acciones imprudentes, en los que sus actos pueden volverse imperfectos e inadaptados al entorno actual.


La necesidad de sobrevivir instaló en el cerebro, durante su más temprana evolución, programas ascendentes destinados a la supervivencia, procreación y crianza, separando lo placentero de lo desagradable, buscando eludir las amenazas mientras localiza las fuentes de alimento. 


Sin embargo en el mundo actual se necesita muy a menudo contrarrestar esa corriente de “caprichos” e impulsos ascendentes, debiendo aprender a gestionar eficientemente la parte descendente de la mente.


Si se pudiera disponer en una balanza a estos dos sistemas, se inclinaría siempre, por economía energética, del lado del platillo ascendente. Los esfuerzos cognitivos, como la atención al control del entorno para detectar amenazas, o el aprendizaje y entrenamiento de nuevas habilidades, requieren mucha atención y, por ende, un muy alto coste energético. 


Ahora bien, cuantas más repeticiones inteligentes se realicen de una habilidad anteriormente novedosa, más rutinaria se torna, siendo asumida por los circuitos ascendentes, principalmente por una red neuronal del tamaño de una pelota de golf situada en la base del cerebro, justo encima de la médula espinal, los ganglios basalesCuanto más se ejercita una determinada rutina, mayor es la participación en ella de esta “pelotita”, restando trabajo y esfuerzo, y por tanto reduciendo el consumo de energía, a otras regiones del cerebro. 


La distribución de las tareas mentales entre los circuitos ascendente y descendente se atiene al criterio de obtener con el mínimo esfuerzo el máximo resultado. Es por ello que cuando la familiaridad acaba simplificando una determinada rutina, el control cambia, en una transferencia neuronal que cuanto más se automatiza menos atención requiere, pasando de descendente a ascendente, de consciente a subconsciente.


De este máximo de automatización e involuntariedad surge el estado de flujo, cuando la experiencia repetitiva permite prestar atención sin esfuerzo a una tarea exigente, sea esta un ejercicio de tiro en polígono, defenderse de un ataque o simplemente subir una escalera a la carrera, actividades que requieren, si no se han ejercitado suficiente o correctamente, una atención deliberada. 


Una vez dominadas las habilidades requeridas para satisfacer su ejecución efectiva dejan de exigir un esfuerzo cognitivo específico, liberando atención consciente para destinarla a lograr otras acciones o cotas más elevadas de desempeño, sean estas cotas necesarias por pura supervivencia o por una búsqueda consciente de la excelencia en la acción.


Ver a campeones del más alto nivel de trabajo con armas, como por ejemplo mi buen amigo Eduardo de Cobos, demuestra con su fluidez y sencillez de acción que ha practicado muchas miles de horas, hasta que su mente se encuentra en un estado de flujo ascendente, actuando sin que cada gesto requiera pensar en el. Su estado mental es el que determina entonces su grado de concentración y, consecuentemente, su altísimo grado de desempeño. Cuanto más logra relajarse y confiar en el sistema ascendente, más libre y ágil se torna su mente, y por ende, su desempeño final.


Algo que solo se consigue tras muchas horas, unas 10000 como poco, de trabajo inteligente, enfocado y concentrado.


Entrenamiento inteligente y enfocado.

Hoy en día es más que habitual escuchar o leer a un gran número de “expertos” del tiro “táctico” poniendo como referencia de tal o cual técnica mega-espectacularque obviamente ellos enseñan por ser "expertos" a, de nuevo, tal o cual mega-espectacular unidad de operaciones o fuerzas especiales. Lo han convertido en parte del vocabulario estándar de sus clases. 


Hablan de las aparentemente de estas cuasi-mágicas técnicas que emplean, pero raramente hablan de la enorme capacidad para ver el entorno, es decir, la conciencia situacional para interpretar las acciones del bando contrario y detectar incluso sus intenciones. Gracias a lo cual podrían anticipar sus movimientos y ganar unos segundos, a veces tan solo centésimas de segundo, preciosos para lograr realizar una acción lo más efectiva posible. 


El desarrollo de ese tipo de conciencia, percepción si lo prefieren, como la de, a modo de ejemplo, cuando debe esquivar ese obstáculo y moverse a aquel parapeto del que apenas es consciente mientras dirige su arma hacia la última posición conocida de sus adversarios, requiere de una práctica extraordinaria que si bien al comienzo exige mucha atención, luego discurre de manera automática. 


No es nada sencillo, desde la perspectiva del procesamiento mental, seleccionar el movimiento más adecuado cuando uno se halla bajo el peso del “tonelaje” del estrés obvio del caso. 


Un operador, del tipo que sea, debe procesar simultáneamente los caminos de acceso a dos receptores distintos, al tiempo que procesa y responde a los movimientos de los adversarios, desafío solo superable si los circuitos ascendentes están bien lubricados, ya que de lo contrario le resultaría abrumador tener que razonar conscientemente cada movimiento.

Los entrenamientos inteligentes, junto a recientes estudios neuronales, han puesto de relieve que pensar, no hablemos de cuestionar, en los detalles de una técnica mientras se está ejecutando es la mejor receta para el fracaso. 


Algo más que evidente cuando los operadores tienen que moverse velozmente en un entrenamiento dirigido, a través de los ataques de sus agresores simulados, siendo conscientes de la técnica que deben ejecutar y a la vez sabiendo que los instructores les están evaluando de la misma. Todos nos reconocemos en estas circunstancias, ¿verdad?, y cometemos más errores.


Y esto también sucede cuando un tirador de IPSC o IDPA centra su atención, cuando está a punto de sonar el pitido de comienzo, en si debe colocar los brazos de tal o cual modo, o cuando es el mejor momento para recargar.


La corteza motora funciona mejor cuando lo hace por su cuenta sin interferencias de cualquier tipo, lo que en el caso de un operador experimentado se traduce en miles de horas de práctica inteligente para integrar profundamente esos movimientos en sus circuitos neuronales.


Cuando la corteza prefrontal se activa y empieza a pensar en lo que está haciendo o, peor aún, en el modo en el que lo hace o ha de hacer, el cerebro otorga cierto control a los circuitos que saben perfectamente cómo pensar, analizar y preocuparse, pero desconocen el modo de llevar a cabo el movimiento con la fluidez y la soltura requeridas. 


Y esa es, independientemente de que se trate de un enfrentamiento con un tirador solitario, la defensa contra un robo o un combate en Faluya, la mejor receta para el fracaso. Centrar exclusivamente la atención, durante la revisión de un ejercicio, en lo que no hay que hacer en el siguiente paso es el otro modo más seguro de obstaculizar el rendimiento. Ponerse excesivamente analítico durante la ejecución es un obstáculo para cualquier tipo de efectividad. 


Uno de los aspectos del párrafo anterior es la desafortunada reacción mental de acabar realizando alguna acción sensible que habíamos decidido no ejecutar, tipo de error que  aumenta estando distraídos, estresados o, en cualquier sentido, mentalmente cargados. En esas circunstancias, el sistema de control cognitivo, destinado por lo general a controlar los errores en que se ha incurrido, por ejemplo “no he recargado correctamente”, puede servir involuntariamente de cebo mental, aumentando la probabilidad de incurrir de nuevo en el mismo error. 


Hagan una prueba antes de un ejercicio de tiro, piensen detallada y minuciosamente en lo que no deben hacer. Como mínimo les costará más esfuerzo hacerlo bien.


La sobrecarga de atención entorpece el control mental. Por eso, cuanto más estresados nos sentimos, olvidamos realizar muchas de las acciones que en la calma de entrenar solo y tranquilo en el polígono de tiro se realizan sin error alguno.


Es necesario relajarse, pero en este sentido, respecto a los problemas que acompañan al empeño intencional de relajarse, hablamos de una acción que funciona mejor cuando se permite que suceda sin forzarla. El sistema nervioso parasimpático, que se activa tras las acciones violentas de luchar o huir para sobrevivir, actúa independientemente del cerebro ejecutivo, que piensa consciente y detalladamente en ellas. 


Añadamos, para terminar este denso artículo, que hoy en día se vive inmersos en miles de distracciones digitales. Distracciones que generan una sobrecarga cognitiva casi constante, desbordando la mejor capacidad de autocontrol, acabando por convertir en costumbre el olvidar enfocarse en un entrenamiento inteligente, debido a lo cual es imposible generar eficazmente los necesarios reflejos o instintos adquiridos, y por ello el sistema ascendente no tendrá nada de lo que echar mano cuando le toque luchar por la supervivencia… ni más ni menos.


Cuídense y cuiden de los suyos.

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