domingo, 12 de mayo de 2024

Luchando por sobrevivir a un enfrentamiento armado.

Luchando por sobrevivir a un enfrentamiento armado.


Por Cecilio Andrade.


 Veamos... enfrentamiento armado… estrés… ansiedad… pelear… sobrevivir… entrenar… ¡wow! ... menuda locura psicodélica... ¿no creen?


Ya conocemos lo que los pensamientos hacen en las emociones y estas a su vez en el organismo, para que en base a todo ello este desarrolla sus propias respuestas.


Veamos si es factible crear una pequeña hoja de ruta ante un cuadro de ansiedad.

  • Los pensamientos nacen de la corteza cerebral, la misma que genera la conciencia del entorno y de uno mismo, para desde ahí dirigirse hacia el cerebro medio donde se encuentra el sistema límbico, el dulce hogar, a veces, de las emociones.
  • El sistema límbico, tras generar la o las emociones correspondientes a los hechos pensados, envía mensajes a las glándulas suprarrenales, situadas encima de los riñones, para que liberen un conjunto variable de sustancias químicas en el torrente sanguíneo, con el objeto de acelerar las funciones de muchos órganos, preparándolos y activándolos.
  • Estas sustancias, además de lo comentado, al anegar el organismo activan también la glándula pituitaria en el cerebro, sita bajo el órgano rector de las funciones básicas de supervivencia como especie y como ser vivo, el hipotálamo, la cual libera a su vez más sustancias que obligan a las glándulas suprarrenales a generar de nuevo más compuestos químicos, con lo que acaban provocando lo que se llama de forma genérica síndrome de estrés, sin ser este su función biológica fundamental.

Eso es muy … muy … a groso modo lo que ocurre ante la ansiedad, con un cuadro de estrés sorpresivo tan solo debe retirarse de la ecuación el primer punto, ya que los pensamientos no actuarán como generadores, pasando directamente esa función a las emociones, aunque estas actuarán por una muy pequeña e ínfima fracción de tiempo, siendo el hipotálamo el que, como verdadero ángel guardián de la especie, tomará las riendas ordenando a las glándula pituitaria, anexa al  mismo hipotálamo, segregar todo su coctel de ordenes químicas de forma inmediata, siendo este mismo coctel el que a su vez alerte a las glándulas suprarrenales para actuar.


Muchos se preguntarán porque hablar de ansiedad en este asunto de armas, combates y agresiones, si en un enfrentamiento armado no existe tal cosa como la ansiedad común, no existe ni lo permite un lapso de tiempo tan ínfimo, la realidad es que surge directamente el estrés puro y duro. 


No puede ser más correcto, tienen toda la razón del mundo, pero la ansiedad puede ayudar de gran manera para entrenar al propio organismo y mente ante una acción de supervivencia estresante y extrema como es un enfrentamiento armado. 


¿Cómo? Se preguntarán... espero saber explicarme de forma mínimamente coherente. 


Analicemos el resultado del coctel anterior a nivel químico, hormonal y biológico, coctel que es prácticamente el mismo para el organismo, ya sea debido a la ansiedad como por al estrés. Lo cual es algo muy a tener en cuenta a la hora de diseñar programas, planes y ejercicios de adiestramiento operativo de forma realista, con vistas a su aplicación en el mundo real. Generando ansiedad en los entrenamientos es factible simular en gran medida las situaciones de estrés real ante una confrontación armada.


Curioso, ¿no creen? De cualquier forma no por ello es menos real y aplicable si se conoce en profundidad y se le sabe sacar todo el rendimiento posible.


Ante una agresión o acción armada el organismo libera sustancias químicas porque necesita ser más fuerte, más rápido y más capaz de recibir y asimilar pequeños, o no tan pequeños, daños. 


Con la ansiedad son liberadas prácticamente las mismas sustancias. Usen ese dato en sus entrenamientos.



¡Agresor neutralizado! 


"Ok... Ok... he neutralizado la agresión y estoy bien…. O eso creo… Y… ¿ahora qué hago? ¿Qué… toca?"


En principio tras neutralizar una agresión es necesario permanecer observando y controlándola situación y entorno con el arma, salvo que haya otros agresores y sea necesario repeler más ataques. 


Si no es tan multitudinaria la acción o verdaderamente importante es no dejar de controlar situaciones y entorno hasta que por el motivo que sea, fallecimiento, patente pérdida de capacidad, engrilletamiento, etc. el agresor(es) deje de ser un riesgo. El control visual, insisto en ello por su importancia, debe ser completo, desde el antes si la situación lo ha permitido, pero durante y después lo es de forma inexcusable.


Se bajará el arma, como se comentó en algunos ensayos anteriores, hasta una posición que sin dejar de "alinear" el arma sea posible ver sus manos, que es donde realmente y está el verdadero riesgo, ya que salvo que sea un artista circense y pueda manipular armas con sus pies, o su esputo sea acido o venenoso, no me disculpen el sarcasmo, manteniendo la distancia el único peligro estará en las manos. 


Si la situación se relaja un poco más es factible pasar a una posición Sul,  guardia alta o baja, etc, posición,  sea cual sea, de alerta y control, que sin ser aparentemente ofensiva permitirá reaccionar en milésimas de segundo.


Obviamente, en toda posición que se adopte de vigilancia, el dedo permanecerá a lo largo del arma, jamás dentro del guardamonte ni en contacto con el disparador. El arma, si se ha disparado, estará en la mayoría de los casos en simple acción, y el coctel hormonal del organismo favorecerá que un simple roce o estornudo ajeno contraiga ese dedo, generando un disparo indeseado, con lo que si el arma está dirigida en dirección al agresor neutralizado…. 


¿Cómo se justificaría legal y éticamente ese otro disparo… sorpresivo y negligente?


Se ha desenfundado de forma suave, fluida y a la mayor velocidad que permita controlar todos los pasos necesarios de la la técnica, y ahora ¿cómo enfundar? Sin prisas, con calma, respirando y oxigenándose antes, favoreciendo el pensar que cosas deben chequearse. 


Recargar si se considera necesario, comprobar si hay o no cartucho en recámara, que el arma quede en doble acción y/o asegurada, para tras todo ello desandar el camino del desenfunde y llevar el arma a su lugar de transporte, dejándola asegurada y lista para otra acción si es requerida. Lo mismo se aplicaría para un arma larga.


Unas simples manipulaciones, junto con la respiración correcta y la actitud mental positiva del que sabe que actuó legítimamente, ayudan a estabilizarse y a no cometer fallos de seguridad. Actuando todo ese conjunto a modo de ritual que ubica al sobreviviente en una situación controlada y calmada. 


Otro ritual muy recomendable, tanto psicológica como por motivos físicos evidentes, es el chequeo táctil de comprobación que no se ha sufrido heridas que puedan ocasionar mayores daños futuros. Lo crean o no, hay demasiados casos documentados en los que el vencedor de un enfrentamiento fallece, o casi, como consecuencia de una herida que por el estado emocional y hormonal interno no pudo o supo detectar a tiempo.


Recuerden que una de las acciones del estrés y su descarga química, es la reducción de la sensación de dolor con vistas a elevar las posibilidades de supervivencia, con el objetivo de que este dolor no bloquee las tareas de defensa y combate.


Este "ritual" puede ampliarse realizando el mismo chequeo, visual esta vez, tras practicar el táctil primero a uno mismo, con los compañeros que puedan acompañarnos, y a su vez ellos con nosotros, para reafirmar esa comprobación de estatus físico. 


Esta ampliación del proceso de verificación también ayuda a la conciencia de unidad grupal, al pensamiento de que se ha hecho lo correcto, y, lo más importante psicológicamente, calma, centra y enfoca la mente.


Suelo detallar y desmenuzar tanto la aparentemente simple acción de desenfundar y presentar un arma, que da la impresión de que pretendo transmitir, en lugar de un gesto aparentemente simple, un acto circense acrobático. 


No pretende ser esa la razón de mi detallada descripción. Tan solo considero que la atención a los detalles es lo que define a un maestro de un simple aficionado. Lo crean o no, ese es el secreto del piloto de rallys que llega a ser campeón del mundo, del gran maestro de piano, del trapecista casi suicida, del cirujano de éxito, del cantante de renombre y del futbolista tan aclamado, entre otros muchos buscadores de la excelencia.


Nadie logra la maestría, o su aproximación a ella, entrenando una vez al mes, ni una vez a la semana, se requiere mucho más compromiso y atención al detalle. Y por supuesto repetir, analizar y entrenar, hasta convertirlo en un reflejo adquirido, suave, fluido, sencillo y natural. 


No hay más secreto.


Lo que nos dice nuestro propio cuerpo tras sobrevivir.


Lo cierto es que es increíble todo lo que nos dice el propio cuerpo tras sobrevivir a un enfrentamiento armado … o quizás no tan increíble.


Todo aquel que haya pasado por uno o más sustos en su vida, no solo en acciones armadas, sino también ante un simple suceso durante la conducción diaria camino del trabajo, por ejemplo, sabrá reconocer determinadas señales.


Veamos si es posible identificar algunas.

  • El estomago me ardía, y me subía ese ardor hasta la garganta”. 
    • Las sustancias vertidas en el sistema sanguíneo no se llevan muy bien con el estómago. 
    • Este genera de forma natural ácido clorhídrico para poder descomponer los alimentos, pero el problema surge cuando esas sustancias estresantes le dan un mensaje para que libere más ácido. 
    • Y ahí está el conocido ardor de estómago que quita el apetito durante la ansiedad, o tras una situación de estrés vital no permite comer mucho, con el estómago encogido y ardiente.
  • No podía moverme, los músculos no me respondían, ni podía hablar”. 
    • Que los músculos se contraigan, se pierda coordinación y tacto es una particularidad de todos conocida, así como el hecho de sufrir temblores y estremecimientos sin control.
    • La respuesta del cerebro, sus ordenes a través de las neuronas, de los nervios, son confusas y fragmentarias, siendo esto que comentamos, temblores, estremecimientos, tics, etc. uno de los efectos más visibles.
  • Notaba mis manos como con hormigueo, sin tacto, y vi en el espejo que estaba extremadamente pálido”. 
    • La sangre abandona parcialmente las zonas periféricas, concentrándose en los órganos vitales y los músculos más grandes y potentes, los que permitirán responder, resistir, pensar, luchar o huir con mayor garantía de éxito. 
    • Se busca con esto reducir el riesgo de desangrado ante daños y cortes leves.
    • Así como resistir más durante todas las acciones necesarias de supervivencia.
  • Sentía una presión en el pecho, apenas podía respirar, me costaba mucho meter aire en los pulmones”. 
    • Los pulmones se contraen, dificultando la respiración que se vuelve irregular y jadeante.
  • Las manos me sudaban tanto que apenas podía agarrar el arma y mucho menos empuñarla, el sudor se me metía en los ojos, notaba mis axilas pegajosas y chorreando, el olor de mi sudor era nauseabundo”. 
    • Las glándulas sudoríparas son activadas con la primera descarga de sustancias químicas buscando mantener una temperatura corporal normal a pesar del aumento de presión sanguínea. 
    • Sangre que por otro lado se retira de las zonas específicas en la periferia del cuerpo como vimos en un punto anterior, con lo cual no es factible esa refrigeración correcta.
  • Notaba la boca seca, apenas podía tragar, tenía la garganta también seca y como hinchada”.
    • Las funciones orgánicas normales no son necesarias ante una lucha, el organismo busca por todos los medios reducir gastos superfluos y acumular medios y energía para reparar posibles daños. 
    • La hidratación es fundamental para poder actuar durante un tiempo, y por ello reduce la producción de saliva innecesaria para sobrevivir en una lucha, salvo que consideremos que escupir pueda ser una forma de combate.

¿Les suena de algo todo eso?


Seguro que sí, y no solo a miembros de una unidad de fuerzas especiales como ya comenté, también a un ciudadano tranquilo y supuestamente sin riesgos ante un sobresalto en el tráfico, una llamada diciendo que su hijo o pareja ha tenido un accidente grave, una entrevista importante para su futuro profesional, una aparición de ese o esa ex que no necesita ni desea ver más, o un instructor que les exige un ejercicio muy difícil frente a todos los compañeros.


Los casos pueden ser infinitos. 


Sí, sin duda alguna les suena, así que permítanme un consejo... recuérdenlo cuando entrenen sus capacidades y habilidades para trabajar en entornos de alto riesgo.


Cuídense y cuiden de los suyos.

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