domingo, 16 de junio de 2024

Un pequeño ensayo sobre trabajo con armas....así que hablemos de conexiones nerviosas...

Un pequeño ensayo sobre trabajo con armas....así que hablemos de conexiones nerviosas...

Por Cecilio Andrade.


¿En serio? ¿Escribir sobre conexiones nerviosas, de brazos y manos para finalmente rematar con porcentajes de trabajo? Y todo ello en referencia al trabajo con armas en manos de los "buenos"... menuda mezcla...  ¡y sin duda qué dolor de neuronas!


Olviden esta digresión del comienzo...


Pero para ser correctos respecto a la digresión que a modo de subtítulo da inicio a este artículo, y como un buen compañero, profesional de la Medicina, me recordó en una conferencia que impartí hace ya un tiempo, las neuronas no duelen, transmiten señales, de dolor entre otras, pero lo que es doler no duelen. Me tomo la libertad de adelantarme por si algún purista me quiere corregir este punto. 


Pasemos al verdadero tema de hoy.


¿Recuerdan una relación porcentual con los números 25 y 15 sobre la que escribí en varios artículos de fisiología y neurología? ¿No? Sin problema, hagamos un pequeño recordatorio.

  • El 25 % de las conexiones nerviosas de nuestro cuerpo son exclusivamente para las manos.
  • 15 % para los brazos.
  • Quedando el 60 % restante a repartir con el resto del organismo. 

En realidad es algo más del 60% ya que en el campo de las conexiones neuronales, en nuestro cuerpo no existen zonas aisladas unas de otras,  y los porcentajes tienden a interrelacionarse.


Nuestro cuerpo no es una simple formula de suma y resta, sino más un algoritmo de relaciones. Pero volvamos a lo que nos ocupa en esta nota corta.


Ese primer 25 % que les comentaba controla la gran habilidad, capacidad y respuesta que tienen nuestras manos ante tantos eventos que el ser humano ha sufrido a lo largo de su evolución en el planeta, y que a día de hoy nos hace únicos. 


Si lo añadimos con el 15 % de las conexiones nerviosas que controlan los brazos empezamos a comprender porque el ser humano es un ser gesticulante. Hablamos y expresamos más con las manos y brazos que con los labios. Y estas mismas habilidades son las que actúan a una velocidad aparentemente imposible ante situaciones de estrés y supervivencia.


Bien, entendamos los datos, el 15% de las conexiones nerviosas de nuestro organismo están relacionadas con los brazos, y el 25% pertenecen a nuestras manos, pero, esos datos de pura y aburrida matemática ¿qué utilidad nos aportan? 


Mucha, casi toda, como ya comenté en los artículos de referencia. Esos números en la tarea que nos ocupa, trabajo con armas, son tan importantes que ignorarlos, no comprenderlos o no tenerlos en cuenta en la forma y medida correcta, pueden generar efectos muy negativos e indeseables, incluso, fíjense Ud´s, hasta para morirse.


El desequilibrio de datos transmitidos y recibidos, entre los porcentajes por partes anatómicas que negocia nuestro cerebro, pero sobre todo la gestión de esos datos de forma coordinada, es la causa de que algunas personas sean capaces de juegos de equilibrio y coordinación circenses, mientras otros no seamos capaces de caminar y masticar chicle o meternos un dedo en la nariz sin riesgo de tropezarnos con nosotros mismos, arrancarnos la lengua y/o sacarnos un ojo en el proceso.


Los brazos no deben estar tensos ni rígidos, deben estar coordinados perfectamente con el resto del cuerpo y la situación con la que se lidia, las razones de ello son simples y fáciles de observar a poco que hayan hecho un trabajo serio y analítico del proceso de actuación con armas, del tipo que sea.


Multitarea en el empleo eficaz y seguro de las armas.


¿Multitarea? ¿Por qué nos encanta complicarnos tanto?


La solución a lo expuesto en el título de este apartado, los problemas del empleo eficaz y seguro de las armas, es tan simple que realmente, si se paran unos segundos a pensarlo, sorprende que haya que comentarlo. 


Lo primero es obviamente aprender y comprender la técnica correcta, tras lo cual podremos afianzarla con un entrenamiento inteligente, autodisciplinado y constante. Solo entonces es posible trasladar todo lo adquirido a la realidad de las circunstancias. Proceso que necesita cubrir todos los puntos de forma insalvable.

  • El primer punto, aprender y comprender, con una guía experimentada.
  • El segundo punto, entrenamiento, con una férrea voluntad de esfuerzo por parte del alumno.
  • Y finalmente el tercer punto, el de la realidad de las circunstancias, con una más férrea aún voluntad de vencer

Nada que realmente valga la pena se consigue sin esfuerzo, trabajo y dedicación. Pero cuando hablamos de salvar vidas, la propia para empezar, la conclusión es más que evidente, no es un juego, por más que en algunas ocasiones podamos unir diversión al aprendizaje. Quien no esté dispuesto a trabajar duro, y frustrarse en muchas ocasiones, que no espere gran cosa más allá de lo que el azar le proporcione. 


Lo he repetido una y otra vez, en cursos, seminarios, conferencias y charlas, es de obligado cumplimiento que el ego dominante y destructor, no confundir con el que va de la mano de la sana autoestima, debe quedar fuera de cualquier ecuación de aprendizaje y crecimiento. Aquello que no se mide, con una crítica objetiva en este caso, no genera aprendizaje, sin el cual simple y llanamente no puede existir avance ni mejora.


Quizá lo recuerden de haberme leído o escuchado, pero resumiendo todo hasta un punto que lo haga más sencillo de analizar, pese a no ser del todo exacto, la mente tiene una forma de reconocimiento consciente y otra subconsciente.


En la función consciente, volviendo a ser muy simplista, se manejan las situaciones que se salen de lo rutinario, permitiéndonos estar atentos a los potenciales y posibles imprevistos, pero encarando cada situación de una en una. 


Tras leer lo anterior les acaba de pasar por la cabeza un pensamiento, “este tipo está muy equivocado, yo puedo realizar varias cosas a la vez sin problema alguno”. 


¿A qué lo han pensado? 


No mientan, lo han hecho. 


Lo que en realidad hace su mente es repartir pequeñas fracciones de tiempo de atención para cada cosa, lo que nos da esa sensación de simultaneidad. Mientras lo exigido no sea muy complicado todo va bien, el problema surge cuando el grado de atención de cada acción exige una fracción mayor de un tiempo más que limitado. Sobre todo si hablamos de trabajo real con armas.


Les propongo un experimento tan aparentemente sencillo como frustrante, al menos para mi lo es, encadenando cuatro ejercicios “facilísimos” a modo de multitarea.

  1. Llene dos tazas con su bebida caliente favorita.
  2. Pónganle un poco de azúcar, pero no mucho, ya saben que no es bueno el exceso, 
  3. Coloque las cucharillas correspondientes en cada taza.
  4. Ejercicio uno: Comience a girar ambas cucharillas en el mismo sentido, por ejemplo ambas a la derecha.
  5. Ejercicio dos: Tras controlar ese movimiento, y sin dejar de hacerlo, ahora golpeé el suelo con el talón del pie derecho, por ejemplo, al ritmo que guste.
  6. Ejercicio tres: Cuando ya domine los dos movimientos anteriores pase a utilizar ambos pies, con el ritmo, también por ejemplo, de dos golpes del talón derecho y uno del izquierdo, de forma continua y repetida, obviamente sin dejar de girar simultáneamente las cucharillas hacia la derecha en ambas bebidas.
  7. Ejercicio cuatro: Recite “a Cuesta le cuesta subir la cuesta, y en medio de la cuesta, va y se acuesta”.
  8. Si no ha derramado las tazas en exceso deje de hacer todo lo anterior y llévelas con su pareja para tomárselas mientras se ríen juntos de lo que acaban de comprobar… somos torpes.

No es posible la multitarea eficaz y segura trabajando con la función consciente de nuestra mente, para ello necesitamos trabajar con el subconsciente, y aquí debo hacer una anotación. 


Los términos subconsciente e inconsciente tienden a usarse muy a la ligera como sinónimos de un mismo concepto. Algo que lleva a errores de aplicación y comprensión. Permítanme de nuevo una explicación tan básica y simple que un purista puede acusarme, con cierta razón, de estar equivocado, pero que aun así nos ayuda a comprender el contexto de ambos términos interrelacionados pero no sinónimos.

  • El inconsciente maneja todas las rutinas, gestos y funciones automáticas como caminar, girar la cabeza, masticar, respiración, bostezo, parpadeo, latidos del corazón, etc.
  • El subconsciente maneja todas las miles de cosas que nos permiten desarrollar y potenciar destrezas y habilidades, y que de forma general se consideran reflejos adquiridos. 

Recuerden esa fase de su vida donde como conductores nóveles, con un vehículo de cambio mecánico, debían “mover” la dichosa palanca de primera a segunda o de tercera de nuevo a segunda. ¿Qué hacían? Conscientemente luchaban por recordar los pasos correctos de acelerar o frenar para tras presionar el embrague mover de forma fluida la dichosa palanquita.


Mientras intentaban pensar en hacer todo eso de forma exacta, inconscientemente sus nervios generaban estrés, sudor, hiperventilación y exceso de tensión muscular. Obviamente todo ello agravado si llevaban pasajeros, después de todo a ninguno nos gusta ahogar el motor ni salirnos de la calzada dando esa imagen del torpe al volante que en realidad todos éramos en esa época, y que algunos aún seguimos siendo pero que ya no nos importa mostrar.


Con el tiempo y práctica ya no se piensa en todo lo anterior, convirtiéndolo en un reflejo adquirido subconsciente del que ya ni nos damos cuenta, salvo situaciones muy puntuales y concretas. Es entonces que aprendimos como pasar a la zona automática para que nuestro cerebro grabe esas rutinas que de forma subconsciente se repiten sistemáticamente. Las hemos trasladado de la zona consciente a la subconsciente


En este punto apliquen todo lo explicado, mejor o peor, al trabajo real con armas, con todos sus condicionales físicos y mentales… ¿a qué es sencillito?


Sentir o no sentir... he ahí la cuestión.


Y ahora, en la recta final de este artículo me pongo "shakespeareano", o casi, con lo de "sentir o no sentir..."   mientras hablo de su importancia para luchar por sobrevivir... pobre Shakespeare... en fin continúo.


Cuando tomamos decisiones que afectan a la propia supervivencia y/o integridad física, como es el caso de un enfrentamiento armado, los sistemas subcorticales operan al margen de la atención consciente, cambiando las formas de toma de decisiones para no solo guiar en base al propio conocimiento y experiencia, si no también generando datos en forma de sensaciones. 


Ese tipo de intuición, del tipo "esto parece bueno y esto no lo parece tanto", determina la dirección que se seguirá mucho antes de estar en condiciones de plasmar conscientemente una decisión.


Los operadores e instructores realmente capaces y competentes, así como los afortunados supervivientes de combates, recopilan a la hora de adoptar una decisión clave muchos más datos, procedentes de una serie mucho más amplia de fuentes, que lo que la mayoría de la gente cree. No pasan por alto, por ejemplo, a la hora de tomar una decisión vital, datos proporcionados por sensaciones viscerales subconscientes.


Hablamos de una relación entre recopilación subconsciente y consciente del orden de 400.000.000.000 versus 1.000 bits por segundo respectivamente. 


Por cierto, arriesgándome ser un pedante, no deben confundir bit con byte, están emparentados pero no son lo mismo.


Entre los circuitos que definen las reacciones viscerales antes de que se tenga pensamientos conscientes para definirlas, están los de la amígdala y la ínsula. La opinión más extendida es que esas sensaciones son tan solo una fuente constante de errores, basándose en la supuesta "verdad divina" que después de todo somos animales racionales


Pero lo cierto es que que en realidad no generan tantos errores como puedan creer, ya que en definitiva no somos animales tan racionales como nos encanta considerar, resultando mejor definirnos como animales emocionales con raciocinio


Después de todo las emociones y sensaciones surgieron como una necesaria herramienta evolutiva de supervivencia, para generar estrategias de valoración habitualmente acertadas.


¿Cómo hubiéramos logrado sobrevivir como especie si no fuera así?


El hecho de tener en cuenta las sensaciones como fuente de información permite emplear una enorme red de pautas de decisión que la mente recopila de manera subconsciente. El punto adecuado para tomar decisiones que sean útiles e “inteligentes” no solo depende de la experiencia que se tenga, sino también de su nivel de autoconciencia, en pocas palabras, de saber dónde está uno mismo parado


Cuanto más se conoce uno a sí mismo y reconoce sus capacidades, mayor es su destreza a la hora de interpretar los hechos, sin caer en distorsiones internas que pueden empañar su actuación. 


Los modelos de racionalidad fría y ordenada que se limitan a sopesar los pros y contras, los “correcto” versus “incorrecto” de todos los factores implicados, son superados y apartados cuando la amígdala entre en acción. El combate por la vida rara vez se presenta de un modo ordenado, pautado, definido y claro. 


El otro factor determinante es que la mente subconsciente, o ascendente, encierra información crucial inaccesible a la parte consciente del cerebro, o descendente, haciendo imposible introducir, por tanto, un esquema ordenado, analítico y pensado cuando el cañón de un arma o el filo de un cuchillo apunta al rostro.


Las decisiones que en el campo de entrenamiento son y parecen perfectas, pueden no serlo tanto en la realidad de una interacción del tipo “tu vida o la mia”.


Como comenté al principio los operadores e instructores realmente capaces y competentes, están buscando continuamente nueva información. Quieren entender el “territorio” en el que se mueven, atentos a las nuevas investigaciones, casos, referencias, experiencias, etc. buscando identificar pautas que podrían ser fundamentales para su trabajo.


Es por lo que cuando nos dicen que debemos estar enfocados, en este campo del combate y la violencia justificada, hacen referencia a la capacidad para permanecer concentrados en las sensaciones que son recibidas del propio subconsciente para actuar con la suficiente premura y “anticipación”, buscando sobrevivir y/o no resultar muy dañados.


Y ¿basta con esa focalización extrema?


¿Dónde se deja todo el repertorio racional, pensado, ordenado y meditado? 


Se mantendrán bajo el prisma desde el cual todas las decisiones de entrenamiento, capacitación y afinado de capacidades y habilidades se basan; y se basan en datos y cifras procedentes de una extensa documentación y un profundo análisis. 


Datos y cifras que son corroborados con esas “sensaciones viscerales”, así como de la lectura eficaz de emociones y acciones de los demás.


Es incuestionable que operadores armados e instructores necesitan del conjunto compuesto por el foco externo y el foco interno, y reconocer que un desequilibrio en cualquiera de estos focos puede ser fatal en una lucha del tipo “tu vida por la mia”.


Nos vemos en un próximo artículo o seminario.

Mientras tanto cuídense y cuiden de los suyos.

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