domingo, 22 de septiembre de 2024

¿Efectividad? ¿Precisión? ¿Bajo estrés? ¿y los cinco anillos de Musashi? ¿Alguien da más?

¿Efectividad? ¿Precisión? ¿Bajo estrés? ¿y los cinco anillos de Musashi? ¿Alguien da más?


Por Cecilio Andrade


Tantas cosas a tener en cuenta, tantas lecciones de mil sitios, mil autores,  mil orígenes… ¿o no son tantos?

  • ¿Ritmo?
    • En cualquier arte, y en cualquier ciencia, no debe ignorarse el ritmo.
    • La desintegración es algo que le sucede a todas las cosas. 
    • Cuando se desploma un caballo, una persona o un adversario, se desmoronan del ritmo del tiempo.
  • ¿Leer? 
    • Leer no basta, no debemos leer simplemente, ni imitar, sino que debemos tener interés por descubrir en uno mismo esas cosas, debemos saber reflexionar.
  • ¿Camino? 
    • Darnos cuenta que si no seguimos el auténtico camino hasta el final, una pequeña maldad al principio del mismo se convierte finalmente en una gran perversión.
  • ¿Observar? 
    • La observación y la percepción son dos cosas separadas; el ojo que observa es más fuerte, el ojo que percibe es más débil.
  • ¿Artes marciales? 
    • Aunque sean torpes en ellas, los guerreros deben fortalecer personalmente sus propias artes marciales tanto como puedan sus propias circunstancias. 
    • Las artes marciales son la forma de vida del guerrero. 
    • La verdadera ciencia de las artes marciales significa practicarlas de tal forma que sean útiles en cualquier ocasión, y enseñarlas de tal forma que sean útiles en todos los caminos.
  • ¿Arte de la guerra? 
    • Es imprescindible dominar los principios del arte de la guerra y aprender a permanecer como un espíritu inmutable incluso cuando estáis en el corazón de la batalla.
  • ¿Ataque? 
    • Es esencial reforzar firmemente el ataque en el momento de cualquier pérdida de posición por parte de un adversario, para impedirle que se recupere.
  • ¿Momento? 
    • Al distinguir las ventajas de las armas de los guerreros, descubrimos que, cualquiera que sea el arma, existe un momento y una situación en la que ésta es apropiada.


No se si les sonará toda esta recopilación de frases, citas y aforismos, si reconocerán a su autor, si conocerán una maestría que lo hizo imbatible como profesional armado de su época y estratega. Si no es así, les recomiendo buscarlo e intentar acoplar sus enseñanzas dentro de su día a día personal y profesional, armados o no.

Pero solo es un consejo... no tienen razón alguna por la que deban seguirlo.

A pocos profesionales o legítimos usuarios les agrada hallarse en el campo de tiro, ya sea solo o entre compañeros, obviamente en este último caso la situación es más indeseable para la mayoría, y descubrir que el blanco asignado tiene muy pocos “agujeros”, o que estos no están donde ni como debieran.

Para evitar tales situaciones casi siempre se intenta reducir los escenarios que pongan de manifiesto las propias limitaciones, al menos en público, buscando asegurar ese disparo, el primero si es posible, que certifique la tan deseada e hipotética neutralización instantánea del supuesto agresor.

 “Si, si, vale. No he agrupado y he fallado los dos últimos disparos, pero con el primero lo he parado en seco”, algo así suele oírse a modo de mantra.

Pero, aparte de cómo excusa, ¿sirve de algo más dicho comentario?

Y sobre todas las cosas ¿es realista y honesto?


Evitar el movimiento.

Para algunos profesionales armados todas las tácticas y movimientos que se realicen, durante la neutralización de un ataque, son una pérdida de tiempo, lo que realmente importa, en su opinión, es acertar con precisión cartesiana desde, y sobre todo, el primer disparo.

Esta línea de pensamientos busca disparar con la máxima precisión en medio de una gran presión de tiempo. Busca mantener y alinear los elementos de puntería durante toda la acción.

Según esta filosofía de trabajo, el disparar mientras se sale de la línea de ataque del adversario, solo sirve para tres cosas deplorables, fallar los disparos de manera estrepitosa, correr el riesgo de tropezar y caer, y, la más curiosa, tener una excusa para convocar cursos.

Por desgracia la realidad es solo una, la presión de tiempo no se acerca ni de lejos a la presión vital de defender una vida, sobre todo la propia. Esa es la verdadera y fundamental diferencia entre un tirador deportivo y un profesional armado, no las técnicas de tiro en si.

Existen aun así muchos tiradores que realmente creen encontrarse plenamente capacitados para disparar bajo presión vital simplemente porque son capaces de agrupar sus agujeros en un blanco inmóvil en un espacio muy reducido, en un tiempo más reducido aún y desde una posición estática.

Suelen ser buenos competidores, rápidos en desenfundar al escuchar un pitido o una orden y precisos al realizar sus disparos, lo cual realmente, y con propiedad, los convierte en buenos competidores.

Pero la vida real no es una competición, al menos, en lo que como defensores de la vida, propia y ajena, entendemos. No del tipo de competición en la cual podamos volver a intentarlo si perdemos hoy. En esta competición no hay segundas vueltas, ni reválidas. Los segundos puestos en realidad son el último puesto.


Agresores ineptos.

Aunque existen, es evidente, no debemos trabajar ni entrenar bajo la premisa de que los agresores son ineptos, lentos o indecisos. Buscar acertar el primer disparo con total precisión desde la inmovilidad suele implicar que el malo también acierta con su ataque. En teoría tenemos un empate, en la realidad les dejo a Ud´s elegir lo que les haga ilusión pensar.

Pero se piense lo que se piense, y se actue como actue, los adversarios reales jamás se comportarán como inermes blancos de cartón.

En el momento que se asume esto es cuando comienzan los verdaderos problemas, al menos eso es lo que algunos piensan y expresan a quien les quiere escuchar.

Los disparos ya no quedan como una bonita, eficaz y diminuta agrupación, ya no se pueden ver claramente los elementos de puntería, se difuminan, desaparecen e incluso, gran sacrilegio, muchas veces ni recuerdan como buscarlos durante la acción de disparo.

¿Realizar una serie controlada de disparos? mejor ni hablamos, acaban disparando hasta que aparentemente el agresor está neutralizado, o en el peor y menos deseable de los casos, hasta que el arma un "sorpresivo" click... ¡¡¡está sin munición!!!


Ineficacia en la instrucción.

Otro argumento que sale a la palestra sobre esta cuestión hace referencia a la supuesta dificultad de instruir de manera rápida, segura y eficaz a gran cantidad de alumnos si hay que realizar movimientos, manipulaciones y fuego. Permaneciendo inmóviles es sencillo y muy seguro adiestrar a gran cantidad de alumnos en poco tiempo. Pues bien, lamento decir que la realidad vuelve a decirnos que esto es incierto.

Teniendo claros los parámetros de trabajo, las medidas de seguridad y el nivel de los alumnos, en el mismo tiempo que logramos hacer que agrupen en un naipe, podemos conseguir que se muevan y alcancen eficazmente con sus disparos al blanco, eso sí, quizás no todos queden contenidos en ese anhelado naipe.


Mantener la habilidades.

Otro alegato muy común es el de que para conservar esas habilidades de tiro en movimiento se requiere invertir mucho tiempo en su mantenimiento, ya que en una situación real bastantes dificultades tendremos para disparar con eficacia como para complicarlo más con el movimiento.

¿Es real esa excusa? ¿La verdad? Cuando alguien quiere lograr algo busca la forma, quien no lo desea busca la excusa.

Cuando alguien nos intenta golpear con el puño, un palo o un cuchillo, ¿cuál es la reacción más natural? ¿Apartarnos de dicho ataque? ¿Esquivarlo?

Entonces, si la reacción instintiva natural ante una agresión es la de evadir ¿qué más necesitamos entrenar? Solo la parte más técnica del uso eficaz y preciso de un arma de fuego durante dicha evasión, algo que de todas formas tendremos que hacer igualmente si buscamos permanecer inmóviles. ¿Me equivoco?

La realidad es que no requiere más tiempo, solo una mejor percepción de lo que implica una acción real, cómo se reacciona, cual es la pauta más probable, la más peligrosa, y sobre todo conseguir, mediante el entrenamiento efectivo, encauzar unas reacciones instintivas naturales de forma correcta, mientras buscamos conjugarlas eficazmente con unas reacciones instintivas adquiridas.


Realismo.

En muchos de mis trabajos previos intenté dejar lo más claro posible que sin un trabajo de doble acción, de fuerza contra fuerza (FonF), cualquier planteamiento de adiestramiento realista sería, cuando menos, impreciso. Igualmente estoy intentando demostrar, en el presente trabajo, que los ejercicios exclusivamente de puntería no bastan.

Hay que ponerse a prueba en los entrenamientos, hacerlo en plena acción suele desembocar en un desastre, buscar aprender o hacer algo nuevo en combate no es una gran idea. Debe hacerse bajo un contexto que simule de la mejor manera posible una situación real, de tal forma que se logre educar nuestros reflejos, innatos y adquiridos, de una forma acorde.

¿Cuántos ejercicios pueden diseñarse en movimiento? Podemos realizar infinidad de ejercicios de tiro en movimiento, evidentemente siempre estaremos limitados por la seguridad, ya sea en un campo o en una casa de tiro.

Pese a todo lo que se diseñe e invente, para recrear la tesitura de un enfrentamiento armado, siempre faltará la impredecible realidad de un enfrentamiento ante un agresor humano. Como se suele decir, un profesional es predecible, pero el mundo está lleno de aficionados y debemos entrenarnos para ello.

Es por lo que deben estudiarse, diseñar y gestionar escenarios, en los que el alumno desconozca la mayoría de los parámetros de actuación, tal y como le sucederá en la vida real. Habrá escenarios en los que el alumno no deba disparar, otros en los que sí, algunos donde se busca que estudie la situación previa, y luego evalúe su proceder buscando posibles variantes a las acciones instintivas.

Hay que estudiar las acciones previas al ejercicio, la reacción en y durante el mismo, y las acciones posteriores, mucho más que la puntuación de los disparos en una hipotética e irreal diana. Existe el riesgo que se busque formas de actuación demasiado prematuras, que se actúe sin fundamento alguno, o que se acabe frustrado debido a un supuesto bajo rendimiento o fracaso, con lo cual el temor a repetir ese fracaso le haga bajar aún más su capacidad de reacción.

Para eso el instructor debe respetar una regla, que para mi es ley:

 Jamás dejar salir a un alumno de un entrenamiento

con la sensación de derrota y fracaso.


Sin engañarlo debe buscarse que su final del día sea positivo y provechoso. Debe percibir la sensación de eficacia y efectividad, en mayor o menor medida, pero jamás de inutilidad y pérdida de tiempo.


Tiempo al tiempo.

Todo lo anterior requiere su tiempo, un paso a paso, escalón por escalón, que viene marcado por una comprensión gradual junto a una, más gradual aún, puesta a punto.

Imaginemos un boxeador amateur que lleva años pegándole a un saco, sin realizar un solo ejercicio más, ni sombra, ni golpear a las guantillas de su entrenador, ni por supuesto, mucho menos aún, combates con sparrings o adversarios reales.

Ahora llevemos a ese boxeador amateur imaginario más allá, obliguémosle a realizar su primer combate con alguien del nivel Mohamed Alí en su mejor época. ¿Qué creen que sucederá? Lo que ocurrirá es más que sabido ¿o no?

Todo tiene un tiempo, todo tiene unas fases y una forma. Si no se quiere caminar hacia el engaño, ya sea tanto de optimismo como de pesimismo excesivo, debe darse ese tiempo necesario generador de la comprensión y captación de las enseñanzas necesarias para fomentar y estimular las habilidades precisas.


Nadie muere.

Es obvio que en un ejercicio de entrenamiento nadie muere, nadie resulta herido, salvo quizá alguno en su amor propio. Es por ello que la realidad no es todo lo real que se busca recrear.

Sabemos también otra cosa evidente, alguien hará algo; algo a lo que debemos responder de alguna forma previamente comentada, analizada y estudiada. 

¿Es el mundo real así de previsible?

Ese saber previo es lo que aparentemente lo convierte en irreal y en ineficaz herramienta de aprendizaje. Pero ello no es totalmente cierto. Piénsenlo.

Cuando somos receptores de varios impactos, más o menos dolorosos, más o menos humillantes, de munición de pintura, de bolas de airsoft o de un cuchillo simulado, nos damos cuenta de lo sencillo que es morir. Ver la velocidad a la que se desenvuelve un ataque real cambia mucho los puntos de vista.

Para llegar a ese cambio de punto de vista debemos ir paso a paso, “morir” muchas veces en entrenamientos aparentemente planificados, analizar muchas humillantes reacciones  aparentemente “erróneas”.


Criterio de adiestramiento.

En algunos programas de adiestramiento se enfatiza la inmovilidad y la estabilidad, en muchos de ellos empleando una ropa y equipación que proporcionan una comodidad de la que no se dispone en el día a día profesional.

Un entrenamiento realista debe finalizar la sesión dejándonos cansados y empapados en sudor, posiblemente doloridos, en muchos casos heridos en nuestro amor propio. Debe ser considerado un verdadero y agotador entrenamiento de artes marciales, ya que eso es lo que es, ni más ni menos e independientemente de la modernidad de las armas que se empleen.

Para ello necesitamos un correcto criterio de adiestramiento junto a compañeros en nuestra misma filosofía profesional. Con ambas cosas de la mano es relativamente sencillo constatar la eficacia de determinadas técnicas, de establecer unos parámetros de respuesta eficaz e instintiva.

Tanto el agresor, o agresores, como el defensor, pueden, y deben, sacar muy buenas conclusiones y lecciones aplicables a futuras actuaciones reales o simuladas. Para ello cada uno debe tener unos conceptos directores y unas metas claras.

El profesional armado debe responder a la acción agresiva, y esa es la cuestión primaria, responder, jamás podrá anticipar ya que ello convertiría el ejercicio de entrenamiento en irreal, y la acción real en delictiva.


Pensar como el malo.

Todo lo anterior nos acerca a otro concepto muy importante, pensar como el malo. Nuestros compañeros, actuando como agresores, deben ser verdaderos chicos malos, ello repercutirá en el adiestramiento de dos formas.

  • Primero haciendo que el atacado pueda verse en una acción de respuesta real, tanto en tiempo como en astucia e improvisación y/o premeditación.
  • Segundo, al agresor, por su parte, le permitirá ponerse en el papel de chico malo, lo cual le dará una compresión clara y cabal de la otra cara de la moneda.


Eso sí, y esto es muy importante, el ego personal debe permanecer fuera de estos ejercicios, de no ser así solo estaremos perdiendo el tiempo, amén de generando deducciones y respuestas erróneas potencialmente fatales ante el mundo real.


Duración del escenario.

Por último hay que controlar la duración de los escenarios para evitar que un exceso de energía acabe degenerando en un juego del tipo “te he dado más veces que tú a mi”.

La munición de entrenamiento o de airsoft no tiene capacidad de parada, aun cuando duelan un poco al acertar ciertas partes del cuerpo, resulta muy fácil acabar el ejercicio en un simplemente intentar dar tantos bolazos como nos han dado a nosotros.

Hay que mantener el control en todo momento, como ocurrirá en la realidad, realizando las acciones precisas y necesarias, ni una más ni una menos, tal y como se nos exigirá en la realidad. Esa es la otra faceta que también hay que entrenar como profesionales armados, el empleo efectivo de la “mínima fuerza necesaria”. Despues de todo, si lo piensan un segundo, esa es la verdadera diferencia entre buenos y malos ¿no creen?


Regresando al Gran Maestro.

Regresando al Gran Maestro que parafraseé al comienzo de este artículo, alguien dirá que plagié, debemos tener en cuenta varios puntos que él nos resaltó: 

Si el enemigo piensa en la montaña, imponle el mar; 

y si él piensa en el mar, imponle la montaña. 

Éste es el Camino de la Estrategia. 

Esto es propio para que lo investigues cuidadosamente”.



¿Cómo lo ven? ¿Complicado? Piensen entonces en esto otro aspecto:

“Es absolutamente imposible escribir esta ciencia 

con la precisión con la que la entiendo en mi corazón. 

Sin embargo, aunque las palabras sean insuficientes, 

los principios deben ser evidentes por sí mismos”.


Son esos principios evidentes los que intento transmitir con mis textos, trabajos, conferencias, seminarios y cursos, con mayor o menor acierto lo reconozco. De todas formas lo que quisiera es que pusieran...

 “… en su corazón para entrenarse en el camino de la estrategia.

Si no miras las cosas desde una amplia perspectiva 

será difícil que llegues a ser un experto en la estrategia”.


Sin espíritu personal de combate no somos más que jugadores de un juego más o menos enérgico y/o violento. Sobrevivir implica tanto espíritu de lucha como comprensión de sus técnicas y procesos.

Debemos cultivar ambas cuestiones.

Gracias Maestro Miyamoto.

Cuídense y cuiden de los suyos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Exacto

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