domingo, 1 de septiembre de 2024

Ejercicio de Tiro I. Ejercicio OODA, la importancia de aprender a observar.

Ejercicio de Tiro I. Ejercicio OODA, la importancia de aprender a observar.

Por Cecilio Andrade.


“Sé lento con la lengua y rápido con el ojo”. 


Don Miguel de Cervantes y Saavedra.


Muchas veces se oye, y se lee, a infinidad de tiradores alegando que es imposible entrenar todas las necesidades que un enfrentamiento armado nos exige, que para hacerlo bien hay que enfrentarse a ello muchas veces, y que solo un instructor que haya “visto el toro” puede acercarse a plasmar un mínimo de lo que necesitamos para sobrevivir a ese hipotético enfrentamiento.


Pero, realmente: 

  • ¿Es esto cierto y es correcto?
  • En la sociedad actual, ¿cuántos de los catalogados, verdaderamente y no de forma inventada, como instructores han estado en la “delgada línea roja”? ¿o azul?
  •  ¿Tan difícil es diseñar entrenamientos que agudicen las capacidades que nos permitirán tener garantías de supervivencia en un enfrentamiento? 
  • ¿Necesitamos esos medios técnicos de última generación para lograrlo?  
  • ¿Necesitamos entrar “en combate” una vez al mes para poder hablar de eficacia?

Lo cierto, por más que a muchos les suene a filosofía barata, es que querer define la mitad de poder, la otra mitad es saber lo que quiero lograr y saber cómo alcanzarlo. En este caso es simple, entrenar las capacidades que nos permitirán regresar a casa por nuestro propio pie y sin más agujeros que la sabia Madre Naturaleza nos otorgó.


Hace pocos días, durante unas clases de perfeccionamiento en Túnez, planteé de nuevo el tema que ocupa este artículo:

  • ¿Hay ejercicios de galería que nos ayuden a sobrevivir a un enfrentamiento? 

Y la respuesta es simple, sí, tanto por partes como en conjunto se puede lograr.


Tan solo necesitan pensar.


No son necesarias equipaciones caras, tampoco escenarios ni escenografías inmensas, rebuscadas y circenses, ni tragarse miles de minutos de Youtube tratando de discernir si el protagonista del videoclip pretende emular al trapecista, al domador de fieras, al chimpancé malabarista o, simplemente, al payaso de ese circo virtual.


Piensen, tan solo piensen, no es mucho pedir. 


¿Qué capacidades debo generar y ampliar para mejorar mis posibilidades de resolución de un enfrentamiento? 


Pues bien, lo crean o no, para ello nada mejor que la antiquísima y, para muchos, misteriosa técnica de estudiar, analizar, investigar, probar, evaluar, volver a probar, contrastar, etc. 


Técnica no por más lógica, contrastada, comprobada y milenaria más ni mejor empleada con acierto hoy en día, en el primer cuarto del siglo XXI.


Pretendo, espero lograrlo de forma coherente y clara, comentar un ejercicio, sencillo y eficaz para entrenar de forma real en una galería o campo de tiro. 


Real no simplemente por el uso de munición letal, si no por sus aplicaciones en un enfrentamiento, así como por todas las posibilidades de ampliación y perfeccionamiento que nos puede dar con unas mínimas modificaciones. 


Lo cierto e que este ejercicio es tan antiguo, en sus distintas formas y usos, como el empleo de armas de proyectiles por la humanidad. Existen muchas adaptaciones y por ello se le ha denominado, en base a dichas modificaciones, de distintas formas, unas veces por motivos prácticos y descriptivos, pero también otras muchas veces por cuestiones más egoístas y de personalismo, como no.


Lo cierto es que yo no voy a ser menos, no soy perfecto ya lo saben, no me disculpen. Lo he bautizado, pobre de mi y de mi ego, desde un punto de vista  muy práctico y descriptivo, buscando mejorar precisamente las capacidades de observación, orientación, decisión y actuación a la hora de hacer uso, o no, de un arma de fuego, por ello lo denominé  “Ejercicio OODA”.


¿Nada sutil? ¿Verdad?

Cuestiones previas.


Es muy común, seguro estarán de acuerdo con ello tras mi descripción, observar ejercicios en los cuales el tirador, o tiradores, estando de espaldas al blanco y a una señal determinada, normalmente un pitido, giren desenfundando, para antes de terminar el giro estar disparando, con una eficacia mayor o menor según sus habilidades, hacia unos blancos definidos y perfectamente localizados previamente. 


Pero... ¿Es esto real?


Ciertamente existen casos en los cuales no solo es real su necesidad si no que es imprescindible para lograr una mínima probabilidad de supervivencia más o menos aceptable, y es imprescindible entrenarlo así de vez en cuando. 


Además también es positivo como entrenamiento de respuesta motora inmediata, precisa y eficaz. 


Y de nuevo un pero ¿siempre debemos entrenar en esa forma? O sólo… ¿de “cuando en vez”?


Analicen mi siguiente párrafo con calma y detalle, por favor.


Alguno de Ud´s, ya sean operadores armados o legítimos usuarios, seguramente pueden imaginarse escuchando una voz de alarma, o un pitido, durante su día día cotidiano para instantáneamente girarse mientras desenfundan y dirigen, aúnque no disparando, su arma sin más al “bulto”, o “bultos”, que están situados a su espalda. 


Insisto, hablo solo de apuntar o encañonar, ni comento si le disparan. 


Ya estén mirando su smartphone de última generación, por tanto en condición blanca, busquen uno de mis últimos artículos sobre ese tema de las condiciones del Coronel Jeff Cooper, o pendientes de su entorno y vigilantes, condición amarilla o naranja, lo más natural es que giremos la cabeza con mayor o menor prontitud para:

  • Observar que ocurre, tras lo cual el cerebro se:
  • Orienta y deduce que está pasando, para con dichos datos:
  • Decidir cual debe ser la mejor respuesta, y, ¿por último?
  • Actuamos, otra cosa es si la Actuación es más o menos veloz y efectiva

Les guste o no, lo crean correcto o no, el hecho real es que siempre actuamos así. Nuestro cerebro cubre dicho ciclo de forma natural e innata. Si esto no ocurriera no quiero ni pensar la de transeúntes que serían tiroteados/baleados, en las calles de cualquier urbe, como consecuencia de una reacción de sobresalto, giro y disparo por…. el simple y común petardeo de un tubo de escape atorado.


Lo natural e instintivo es ver antes de actuar, todos giramos la cabeza ante algo imprevisto, Ud´s lo saben y yo lo sé. Lo legal, ético y humano es saber con exactitud a que le disparo y, cuestión importante, si debo hacerlo. Ni más ni menos que así de simple.


Por último, en un enfrentamiento no habrá silbatos o pitidos, ni nada similar que haga que nuestro cerebro decida actuar. Lo más cercano serán algunas voces, y en el peor de los casos disparos dirigidos a nuestra anatomía, o a la de alguien próximo. Por ello lo recomendable es emplear el timer únicamente como herramienta de apoyo para evaluar nuestras mejoras y avances o retrocesos, no como prueba directa para nuestros compañeros de entrenamiento de lo maravillosamente rápido que disparamos.


Ahora pasemos al ejercicio, o ejercicios, me consta que les aburro con mi filosofía. Cosas de la edad, les recuerdo.


Ejercicio OODA.


Para empezar necesitaremos cuatro blancos tipo silueta humana de IDPA, o las antiguas y actualmente políticamente incorrectas de IPSC, tambien sirven las de tipo FBI. 


Sobre estas siluetas  dibujaremos las cuatro figuras básicas, círculo, triángulo, cuadrado y rombo, con un tamaño aproximado de 20 cm.


Personalmente llevo las figuras recortadas en vaciados de cartón y con spray de pintura las marco con rapidez. Un consejo práctico, lleven guantes de goma si no quieren acabar teniendo las manos como un cuadro de Dalí, hablo por experiencia, tonta en mi caso. 


Los colores serán también cuatro, les aconsejo que no sean colores vivos ni llamativos, los míos habituales son gris medio, caqui, algún tipo de ocre y azul intermedio, o lo más similares a estos.


Pintaremos las cuatro figuras en cada blanco bajo las cuatro premisas siguientes:

  • No se repite figura por blanco.
  • No se repite color por figura.
  • No se repite posición relativa de la figura sobre el blanco.
  • Una de las figuras debe estar en la cabeza de la silueta.

Con lo cual de esta forma tendremos dieciséis objetivos distintos y en distintas zonas de las siluetas.


Más adelante veremos varias modificaciones para dificultar y maximizar el entrenamiento, pero el punto de partida básico es sencillo y lineal. 


Los blancos se colocarán en línea a una distancia de entre 5 y 7 metros de la posición del tirador, partiendo este de espaldas a los mismos.


Una vez en posición un compañero puede, lo recomiendo en realidad, asistirnos para indicar de viva voz que figura es el objetivo. Tras esa información, cuando nuestro cerebro lo decida, giramos para tras "ver" la situación desenfundar y alcanzar el objetivo, u objetivos, verbalizados con un par controlado de disparos. 


Repetiremos las veces que consideremos necesarias.


Otra forma de marcar el momento del giro pueden ser sonidos grabados en ese smartphone tan inteligente y cool, disparos, frenazos, el montaje del cierre/carro de un arma, etc. Algo que desencadene la reacción de una forma más acorde con la realidad de un enfrentamiento.


Como ya he dicho, la utilización de un timer es útil siempre y cuando sea usado simplemente cada cierto tiempo como medio de referencia e identificación de mejoras o estancamientos de nuestro ejercicio, jamás para su uso continuo. 


Somos nosotros, nuestro cerebro, el que debe aprender a identificar que le hace tomar la decisión de desenfundar y finalmente disparar.


Jugando con barajas.

Este ejercicio puede realizarse también en solitario si previamente pintamos sobre dieciséis tarjetas de cartulina las figuras-objetivo, con su color correspondiente, y ponemos esta baraja en nuestro bolsillo tras mezclarlas de forma aleatoria.


En nuestra baraja podemos poner más figuras y colores que los que situemos en las siluetas-objetivos, lo cual nos hará muchas veces alertarnos y girar pero al no existir un objetivo ser tan solo una falsa alarma. Situación  que en la vida real es más habitual que la de hacer uso del arma, y por tanto también debemos entrenar e interiorizar, pasar a nivel rojo para descubrir que no existe nada de riesgo y terminar por obligarnos a volver a un estado más relajado.


Un compañero puede ayudarnos y emplear esa baraja para en lugar de vocalizar tan solo enseñarnos la figura que debemos localizar.


Una variable bastante lúdica, pero no menos eficaz, es fotocopiar 16 cartas de una baraja real, ya sea de póquer o española, en un formato de 20x15 cm aproximadamente, sustituyendo las figuras por dichos naipes.


En este caso, si utilizamos la baraja entera como imagen de referencia, es obvio que habrá una gran cantidad de falsas alarmas que agudizarán y magnificarán los objetivos de este ejercicio, al obligarnos a identificar, sin duda alguna, si realmente hay un objetivo al que es necesario disparar, así como el vernos obligados a no responder violentamente dos de cada tres veces.


Variaciones, la imaginación es el límite.


Las variaciones básicas son las siguientes:

  • Variar la distancia del tirador a los blancos.
  • Tirador en movimiento.
  • Escalonar la distancia de cada silueta.
    • A modo de ejemplo: el 1ª a 5 metros del tirador, la 2ª a 6 m. la 3ª a 7 m. y la 4ª a 8 m.
  • Variar la posición en altura de las siluetas.
  • Obligar a acciones mecánicas por parte del tirador.
    • Como ejemplos acerrojar, cambio de cargador, corregir interrupciones, etc.
  • Colocar las siluetas de tal forma que obligue al tirador a buscar una línea clara para que sus disparos no toquen otra silueta ya sea por estar delante o por detrás del objetivo.
  • Colocar más siluetas, con o sin figuras distintas a las designadas como objetivos, que interrumpan sus líneas de tiro anteriores y posteriores a la figura-objetivo a alcanzar, y que no deben ser alcanzadas.
  • Obligar al tirador a desplazarse hasta la línea de tiro desde un punto más o menos lejano.
  • Marcar un tiempo mínimo de respuesta para realizar los disparos.
  • Mostrar más de una tarjeta, dos, tres, etc.
  • Crear objetivos con imágenes de armas y/o caras básicas, no recomiendo caras reales, con una baraja correspondiente de referencia.
  • Variar los tamaños de los objetivos.
  • Una combinación de algunas o todas las anteriores.

Por supuesto, pueden y deben incluir en esta lista todas aquellas variables que su experiencia como tiradores o profesionales les indique y aconseje.


Puntuación versus evaluación.


La puntuación pueden  aplicarla, o no, como consideren oportuno para valorar su mejora y/o eficacia. 


Personalmente suelo usar la que sigue, aunque no siempre:

  • Figura con dos impactos:  1 punto.
  • Figura con un solo impacto: 0.25 puntos.
  • Alcanzar otra figura/silueta: - 1 punto por impacto.

Como pueden ver castigo mucho alcanzar figuras inocentes, tal cual considero debe y ocurre en la vida real, ya sea desde el aspecto legal como de nuestra propia conciencia y ética, ¿o no es así?


Les recomiento ir realizando su propia libreta de ejercicios, anotando sus avances en precisión, observación y velocidad de localización y reacción.


Un simple ejercicio más en su caja de herramientas.


Puede observarse que el ejercicio es sencillo en sus planteamientos, pero en su misma sencillez nos obliga de forma muy eficaz a mejorar la respuesta OODA, observar, orientar (entendiéndolo como identificar, definir, precisar), decidir y actuar.


En resumen, y con una simple palabra, a pensar.


La ventaja conceptual de este ejercicio es la enorme diversidad de modificaciones y variables que podemos introducir con vistas a mejorar puntos concretos de nuestra capacidad OODA. Úsenlo, adáptenlo, estudien sus resultados, repitan, analicen y repitan de nuevo sin cesar. 


Sin duda notarán mejoras.


Un arma es una responsabilidad que debe exigir el máximo de nuestras capacidades mentales, y este ejercicio, desde el nivel básico hasta el más complicado y combinado que puedan plantear, les ayudará a usar la mejor de las armas con las que la Madre Naturaleza nos ha dotado, nuestro cerebro.


Despues de todo...


 ¿No es nuestro cerebro el arma a educar? 


¿No es el pistola o fusil una mera herramienta dirigida por esa verdadera arma que portamos entre ambas orejas? 


Piénsenlo.


En nuestra sociedad, con sus respectivos y tan de actualidad jefes políticamente correctos, obsesionada con no empuñar y mostrar un arma sin una razón claramente de vida o muerte, y aun así, este ejercicio puede darles seguridad para mejorar su capacidad de saber cuándo debemos sacar ese arma y cuando no, y si lo hacemos que sea con rapidez, eficacia, precisión  y seguridad.


Otras capacidades que mejoran con este ejercicio son la focalización, el control del arma, desenfunde y empuñamiento, la precisión, en todas sus variables, el saber decidir que tipo de par dirigido a realizar según dificultad, el control de zona y líneas de tiro, etc., entre otras muchas más. 


En posteriores trabajos iré comentando diversos ejercicios para otros aspectos muy concretos del trabajo con armas.


Espero que con este ejercicio tengan un buen día, o noche, de tiro.


Un infumable epílogo pseudofilosófico y pedante.


Si gustan pueden dejar de leer aquí mismo, el tema ya ha sido más que cubierto, lo que sigue son tonterías de viejo aburrido y pedante.


La cita con la que doy entrada a este artículo, de nuestro gran genio de las letras Don Miguel de Cervantes y Saavedra, muestra que el vicio de los “bocazas” es tan eterno como la humanidad. 


Sin duda debería intentar ser un poco más “optimista” para, pasándome al lado anglosajón, transmitir las palabras de alguien aún hoy tan controvertido como fue Charles Darwin, y que dió ejemplo de lo que dijo con sus trabajos y obras.


 “Descubrí, aunque inconsciente e insensiblemente, 

que el placer de observar y razonar era mucho mayor 

que el que reside en la destreza y el deporte”.


“Sin especulación no hay ninguna nueva observación”. 


Don Mario Augusto Bunge lo corrobora cuando dijo:


“La observación es el procedimiento empírico básico”. 


Ahora les recuerdo que ver y observar son palabras similares pero raramente sinónimas, en boca de mi más que admirado Don Santiago Ramón y Cajal, alguien que sabía de que hablaba.


 “No basta examinar; hay que contemplar: 

impregnemos de emoción y simpatía las cosas observadas; 

hagámoslas nuestras, 

tanto por el corazón como por la inteligencia”. 


 Al igual que Ernst Neufert.


“La actividad del ojo puede dividirse en mirar y observar. 
El mirar sirve en primer lugar para nuestra seguridad corporal, 
la observación empieza allí donde concluye el mirar; 
conduce a disfrutar de las imágenes descubiertas por la mirada”. 


Volviendo al mundo académico anglosajón, australiano en este caso, un gran patólogo como fue William Ian Beardmore Beveridge también consideró la importancia de observar con precisión.


“La mejor actitud para llevar a cabo observaciones originales, 

es tratar de no concentrarse exclusivamente en el punto principal, 

sin intentar observar lo inesperado, 

recordando siempre que la observación no consiste en la espera pasiva, 

sino que es un proceso mental activo”. 


Bien claro, ¿verdad que sí? Y lo recalcó con otra “observación” igual de importante, 


“Una regla elemental pero importante

 es la de anotar cuidadosamente todos los detalles del trabajo experimental. 

Esta costumbre, además de proveer una constancia de lo que se hace y observa, 

ayuda a desarrollar el hábito de la observación cuidadosa”.

 

Un “cuenta cuentos”, genial también sin duda alguna, como fue René Albert Guy de Maupassant, lo supo “ver” también cuando dijo:


“Hay, en todo, algo inexplorado, 

porque estamos habituados a no servirnos de nuestros ojos, 

sino con el recuerdo de lo que se ha pensado 

antes que nosotros sobre aquello que contemplamos”.


¿Conocen a John Verdon? 


“El tiempo dedicado solo a mirar, escuchar y absorber 

tiene un valor tremendo”.

 

Terminaré esta infumable epílogo con dos frases más , la primera es de John Ruskin y la segunda de Glenn Murcutt, ¿no los conocen?, deberían.



“Sólo hay un modo de observar las cosas con justeza, 
y éste es el de verlas totalmente”.

 “Quien observa termina por ver”. 



Cuídense y cuiden de los suyos.


Tunicia, Julio 2024.

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