domingo, 15 de junio de 2025

¿Interrupción, fallos, trabas...? ¿de qué hablamos cuando el arma no dispara?

¿Interrupción, fallos, trabas...? ¿de qué hablamos cuando el arma no dispara? 

Por Cecilio Andrade.

“Sin problemas el hombre no hubiese evolucionado y la herramienta clave ha sido la creatividad.


Antonio Páez Pinzón. Psicólogo colombiano.



Lo que "nunca" ocurre...

Decir que sufrir una interrupción de nuestra arma principal en pleno enfrentamiento nos pondrá nerviosos, es, cuando menos, ser muy suave en la descripción.

Personalmente cada vez que lo he vivido frente a adversarios activos, tanto un cambio de cargador reactivo como con una interrupción del tipo que sea, me han subido tanto las pulsaciones como la presión intracraneal, ya de por si muy altas en esos momentos, todo hay que decirlo.

Aparte de bajar una gran parte del santoral acompañado con palabras más o menos incorrectas, escatológicas, en su segunda acepción de la RAE, y malsonantes, mientras buscaba no perder de vista a esos adversarios a la vez que ponía en práctica real los miles de minutos y repeticiones del entrenamiento en seco de mi rutina diario.

Por que sí, las interrupciones se solucionan, pero para ello hay que saber que las produce y como solventarlas. Una vez con dicho conocimiento en la caja de herramientas personal hay que entrenarlo y repetirlo hasta que se convierta en un “reflejo adquirido”.

¿Y cómo se logra esto? 

Sencillo, invirtiendo, que no perdiendo, al menos 5 de los 1440 minutos que forman el día de todos nosotros. 

Muy sencillo ¿verdad? 

Solo se necesita voluntad y autodisciplina para día tras día buscar un lugar tranquilo, donde realizar todos esos movimientos que deseamos, y debemos, tener insertos en nuestros reflejos de combate y supervivencia, así para el empleo eficaz y seguro de las armas. 

Desenfundes, giros, movimientos, manipulaciones, recargas, y, por supuesto, interrupciones. 

Con persistencia y autodisciplina lograrán que esas acciones sean tan simples e cuasi-innatas como un simple cambio de velocidad en nuestro vehículo.

¿Cuántas veces habran hecho, a lo largo de su vida como conductores, ese sencillo, con los años, reflejo adquirido?

Por cierto, un consejo, nunca lo hagan con munición en la misma habitación o espacio que empleen, tomen su tiempo de depositarla en un lugar alejado antes de comenzar. Su seguridad, la de los suyos y la de las paredes, se lo agradecerán.

La mejor práctica en seco de alimentación del arma, ya sea en recargas o en resolución de interrupciones, es la que se realiza empleando cartuchos inertes o “alivia percutores”.

De este modo se anula la posibilidad de un disparo negligente y se evita una fatiga innecesaria del sistema de percusión del arma, sobre todo en algunos modelos con agujas percutoras de tipo “flotante”.


Saber QUÉ ocurre.

Dejando de lado lo fácil e instantáneo que resulta corregir una interrupción con Youtube Cool Tactical Academy, lo cierto es que hay que saber con exactitud que le ocurre al arma que ha dejado de disparar. Actuar sin saber es llamar a gritos al desastre. 

Necesitamos identificar que ocurre, pretender solucionar una supuesta interrupción cuando en realidad tenemos un cargador vacío es perder un tiempo del que no disponemos. Lo mismo podríamos decir si atacamos una doble alimentación como si esta fuera un fallo de extracción.

Por lo tanto lo primero es identificar que problema tenemos, y lo cierto es que esta lista de fallos es más corta de lo que pueda parecer, además de ser compartida por armas cortas y y largas.

  • Cargador mal introducido o que por alguna razón se ha desengarzado de su posición correcta.
  • Recorrido incompleto de la corredera/carro en pistolas o cerrojo en fusiles.
  • Fallo de percusión en el cartucho inserto en la recámara.
  • Fallo de extracción y/o expulsión de la vaina ya disparada.
  • Chimenea con una vaina parcialmente expulsada.
  • Doble alimentación.

No contemplo aquí los fallos mecánicos debidos a rotura o desalineación estructural del arma y/o cualquiera de sus mecanismos internos. 

Si se produce algún fallo de este tipo en pleno enfrentamiento lo mejor es descartar el arma y pasar a otras “herramientas” de respaldo. Utilizarla como objeto contundente de impacto también es una opción más que aplicable. Estos fallos requieren trabajo por parte de personal técnico y, normalmente, herramientas específicas. Obviamente en pleno combate esto no es posible.

La mayor parte de los fallos arriba reseñados se deben a tres razones.

  • Fallos de la munición.
  • Fallos del arma.
  • Fallos del “animal” que empuña.

Fallos de la munición.

En el primer caso si la munición está en mal estado, mal mantenida o vieja pueden producirse fallos de percusión, de extracción/expulsión, de acerrojamiento incompleto y chimeneas.

Estos casos pueden considerarse en según circucnstancias como fallo del usuario por no identificar dicho deterioro y subsanarlo.

Con munición aparentemente perfecta existe un porcentaje relativamente pequeño de riesgo, en los cuales aún siendo de fecha de producción muy reciente, conservada y almacenada en temperaturas estables, en buen estado aparente, pueden fallar al ser percutidas o carecen de la fuerza necesaria para mecanizar su expulsión y alimentación del siguiente cartucho.

Lo anterior es relativamente común en municiones con malas recargas manuales o en fabricantes con malos controles de calidad. Con municiones de productores con controles de calidad profesionales es un fallo de muy baja incidencia estadística, incidencia que crece si esa munición ha sufrido un mal almacenamiento por humedad o cambios bruscos y/o extremos de temperatura.

Otro detalle muy común generador de interrupciones, a veces graves, y achacable a las municiones, son aquellas que generan tal cantidad de residuos tras la deflagración que tras pocos disparos llegan a inutilizar los mecanismos del arma. Muchas municiones del antiguo Bloque del Este sufrían de este detalle. Hoy en día aún existen algunos fabricantes que mantienen este fallo grave en las calidades de sus pólvoras.

Los diseños de las armas de esa zona del globo y época lo tenían muy en cuenta, por lo que como regla general y de forma personal siempre seguí una norma:


“Armas del Este con munición del Este.

Armas Occidentales con municiones Occidentales”.


Norma que seguí muy a rajatabla durante años, tan definida en su momento, pero que a día de hoy se ha difuminado bastante. Ya no es tan sencillo definir diferencias de calidad de municiones en base a fabricantes y nacionalidades.

El mejor consejo que puedo darles es simple, evalúen siempre calidad y resultados de cada tipo, modelo y fabricante de todo cartucho que utilicen para trabajar. Para entrenar todo vale, en teoría al menos y salvo casos puntuales, pero para trabajar siempre lo más seguro, lo más fiable y lo que mejores resultados nos puedan dar.

En otro orden de cosas, estadísticamente los cartuchos que suelen dar más porcentaje de problemas son el primero y segundo de los cargadores que portamos habitualmente. 

¿Porqué?

Para aquel personal que trabaja con cartucho en recámara lo común es introducirlo al comienzo de la jornada y retirarlo al final de la misma. Si no se rotan las posiciones de los cartuchos desde esa primera posición, su inserción diaria en la recámara, de nuevo al cargador, así como todo el movimiento e inercia generado día tras día, al empujarlos correcta pero bruscamente a la recamara, suele provocar varios defectos que a la larga se hacen visibles de varias formas.

  • El proyectil va perdiendo sujeción con la vaina, o crimpado, lo que a su vez provoca dos efectos.
    • Excesiva inserción del proyectil, lo cual genera excesivas presiones estructurales.
      • Este cartucho debe ser descartado.
    • El proyectil pierde el crimpado con lo cual la presión ejercida en el disparo se puede dispersar, en mayor o menor medida, antes de que el proyectil logre alcanzar el rayado del ánima del canon. 
      • Lo cual a su vez genera:
        • Disparos erráticos sin precisión.
        • Que no exista suficiente potencia para generar la realimentación del siguiente cartucho.
        • En cartuchos de tipo largo si el proyectil se desalinea demasiado puede dificultarse su inserción en la recámara.
        • Se puede dar el caso de que el proyectil llegue a caerse de su lugar en la vaina.
        • En el peor de los casos ese proyectil se quede atorado en el rayado del cañón. 
  • El fulminante, pistón o cebo del cartucho también suele sufrir deterioro y desgaste, sobre todo con agujas percutoras de tipo flotante o similar, que poco a poco lo van “marcando”. 
      • En los pistones de tipo blando, este “deterioro” repetido en el mismo punto, puede acabar provocando un disparo involuntario.
  • Las vainas, dependiendo del tipo y material, tambien pueden sufrir deformaciones que afecten a la mecanización del arma al disparar.

Pensemos en un cartucho, el modelo y calibre es lo de menos, con el en mente analicemos las manipulaciones diarias a los que son sometidos, añadan todo tipo de movimientos más o menos bruscos, carreras, saltos, caídas; ahora súmenle cambios de temperatura, sol, humedad exterior y de nuestro propio sudor, polvo, etc, y para terminar, ¿se les han caído cartuchos al suelo que luego colocan sin más preocupación en los cargadores de sus armas de servicio? 

Una vez analizado todo lo anterior, con sus efectos, físicos, estructurales y también, no lo olviden, químicos, piensen en todo ello sumado día tras día, mes tras mes y, por increíble que parezca, en algunos usuarios año tras año.

Para minimizar los riesgos y efectos de lo comentado debemos seguir unas sencillas pautas.

      • Junto con la limpieza y mantenimiento del arma en si debemos realizar el de los cargadores y munición.
      • Durante dicha limpieza se desecharán para uso de servicio todos los cartuchos que ofrezcan la más mínima duda de sus efectividad al 100%.
      • Algunos de los desechados quizás se puedan emplear en entrenamientos y prácticas, otros se descartarán definitivamente.
      • Con la munición de servicio se procederá de forma cíclica y periódica a cambiarlos de orden en el cargador, ello además ayudará a mantener la calidad de tensión del muelle.


El 85% de los fallos achacabas a la munición son detectables con un mínimo de observación, sabiendo que buscar y detectando los signos delatores de un potencial mal funcionamiento, con lo cual son responsabilidad del usuario. 

Ténganlo en cuenta.



Fallos del arma.

Sin entrar en rupturas o fallos mecánicos esta situación general suele ser consecuencia de varios motivos principales.

      • Deficiente mantenimiento continuado del arma.
      • Falta de limpieza puntual.
      • Munición generadora de un exceso de restos. 
      • Problemas de extracción.
      • Problemas de expulsión.
      • Problemas de percusión.
      • Mal empuñamiento que genera frenar la corredera/carro.

Fallos de “higiene”

La falta de una higiene precisa y esmerada del arma, o una mal realizada, que es lo más usual y a veces mucho peor, ya sea a consecuencia de desconocimiento, negligencia personal, despiste puntual e incluso de munición “ensuciadora”, suele ser la principal causa dela mayoría de fallos.

Generando que:

      • La corredera/carro de las pistolas, y el cierre en los fusiles, no se deslicen de la forma suave y correcta por sus carriles.
      • Los cartuchos sufran fricción al entrar o salir de la recámara.
      • El extractor no logre enganchar eficazmente el culote del cartucho a consecuencia de la suciedad que tiene en su interior, o incluso en el muelle que le da apoyo.
      • El expulsor no reciba el impacto que requiere para sacar la vaina de su alineamiento.
        • Esto es más por la falta de velocidad de retroceso de los mecanismos del arma, ya que el expulsor es una pieza con un movimiento muy limitado y sencillo, que hace su trabajo al recibir el impacto del cartucho/vaina expulsado de la recámara. 
        • Normalmente la fricción generada entre la corredera o el cierre contra sus railes, llenos de suciedad y restos varios, hacen que dicha extracción no pueda realizarse a la velocidad mecánica requerida.
      • El percutor no puede realizar su trabajo ya que su alojamiento está tan lleno de “mugre”, exceso de aceite o, lo más usual, atorado de una mezcla de carbonilla y aceite, que apenas tiene espacio para desplazarse.
      • Si la suciedad y restos son extremos pueden afectar al retén del cargador, desalojándolo de su lugar a la más mínima vibración o golpe.
      • Igualmente el disparador/gatillo, se ve afectado en su recorrido y recuperación tras cada disparo por esa falta de limpieza correcta.

Mal empuñamiento.

El usuario puede colocar los dedos de las manos que empuñan, o las manos completas, en posiciones que generen fricciones, bloqueos, movimientos incompletos, etc. que acaban resultando en interrupciones más o menos graves.

Ciertamente este tipo de interrupción es más común en pistolas que en fusiles, si bien en estos últimos su diseño estructural varía según fabricante y modelos, favoreciendo o reduciendo este tipo de fallos, ambos tipos de armas las sufren.

En el caso de las pistolas lo errores más usuales son:

      • Los dedos pulgares, uno solo o ambos, presionan el carro/corredera lateralmente frenando su movimiento de mecanización.
      • Colocar el dedo pulgar de la mano de apoyo sobre la muñeca de la mano que empuña, tras la línea de la pistola, de tal forma que al disparar, y retroceder la corredera, esta impacte o roce este dedo, reduciendo y frenando el recorrido necesario.
      • En posiciones con el arma retraída sobre el cuerpo, combate muy cercano, el carro/corredera roza o impacta con la ropa y/o el cuerpo del tirador.
      • Colocando la mano de empuñamiento muy por debajo de la rabera, la parte extrema superior de la empuñadura del arma, con lo cual al disparar el movimiento de balanceo modifica las fuerzas de inercia dificultando la realimentación del arma. 
        • Este caso no es habitual en pistolas modernas bien mantenidas y lubricadas; siendo más común en casos de falta de mantenimiento correcto y/o en armas relativamente antiguas.
      • Un agarre de la pistola poco firme y sólido provoca que con el disparo y retroceso se produzca una sobreelevación irregular y descontrolada del arma, lo cual genera inercias mecánicas irregulares que pueden modificar la inercia y movimiento de la corredera.
      • Golpear la base del cargador excesivamente al introducirlo, algo muy hollywoodiense, lo cual en cargadores viejos o ya deteriorados, además de poder acabar dañando el retén de los mismos, se aplasten sus labios e impidan la introducción de un cartucho en la recámara.
      • Respecto al punto anterior, otro efecto muy común de esa tan cool palmadita al cargador, sobre todo con armas más antiguas, es que cuando el cargador queda demasiado “dentro” acaba rozando la corredera desde debajo y dentro del arma, ralentizando su movimiento. 

Las diferencias entre pistolas son mínimas, incluso con todas las variaciones de fabricantes y modelos en el mercado moderno, exceptuando diseños muy especializados y puntuales, existe una uniformidad bastante asumible para poder trabajar con los mismos procedimientos con una pistola u otra. Las diferencias de trabajo son infimas en base a dos o tres puntos estructurales muy específicos y fáciles de asumir al cambiar de arma, incluso en pleno enfrentamiento.

Con los fusiles, aun manteniendo de forma general lo comentado con las pistolas, hay varios detalles a tener en cuenta.

Para empezar recordemos que los diseños de los fusiles son mucho más dispares que con las pistolas. Las posibilidades de palancas, retenes, movimientos mecánicos internos, ergonomía, etc. es tan grande que en muchos casos las técnicas deben adaptarse específicamente a cada modelo.

Con todos los fusiles aún manteniendo las normas generales de recarga e interrupciones, debemos entrenar y trabajar de manera concreta las correcciones de estas situaciones. La estructura física tan dispar de estas armas requiere mucho más trabajo definido, particular y puntual.

Aún así podemos añadir a los comentarios con las pistolas algunos puntos más.

      • En algunos fusiles la palanca de montar es solidaria con el cierre, por lo que cualquier contacto indebido con dicha palanca suele generar que se produzcan interrupciones.
      • Igualmente el tamaño y posición de la mano de apoyo a veces bloquea la ventana de expulsión.
      • La casi totalidad de los fusiles poseen su ventana de expulsión en el lado derecho, facilitando el trabajo a los tiradores diestros, pero algunos modelos permiten cambiar los mecanismos y estructura para expulsar tanto por el costado derecho como por el izquierdo según lo deseemos. 
        • Igualmente podemos vernos obligados, en una situación táctica determinada, a disparar desde el hombro izquierdo. 
        • La cercanía del rostro a la ventana de expulsión, en algunos modelos, junto a una habitual menor habilidad postural para este caso, puede dificultar la expulsión de las vainas, generando la indeseable interrupción.

Fallos del “animal” que empuña el arma.

Tras escribir más de 3000 palabras el capítulo final es muy sencillo de desarrollar.

Ya sea por una incorrecta “higiene” y mantenimiento, por técnicas y procedimientos incorrectos, inexactas manipulaciones y empuñamiento, o imprecisas revisiones y controles, el 95% de las interrupciones son directamente atribuibles al “animal” que maneja y porta el arma.

Si a estas alturas del texto no me creen, hagamos un ejercicio, repasen todo lo leído y subrayen cada vez que una de las cuestiones generadoras de potenciales interrupciones puedan ser detectables por el usuario. 

Tras lo cual sumen por un lado las veces que son imponderables y por otro las veces en las que el “animal” usuario puede detectarlo y prevenirlo de alguna forma.

¿Con qué resultado creen que se encontrarán?

Debemos utilizar técnicas correctas y efectivas de revisión, mantenimiento, higiene, porte, empuñamiento, manipulación, disparo y subsanación de imprevistos. Con ellas de la mano las interrupciones pueden quedarse reducidas a un simple 5% imputable a imponderables y razones imposibles de detectar sin medios técnicos avanzados.

En un próximo trabajo los aburriré con los procedimientos para corregir a posteriori, o lo que es lo mismo, una vez ya tenemos la interrupción entre las manos.


Mientras tanto los emplazo a otro ejercicio, analicen todo el texto de nuevo y sigan el siguiente esquema:

      1. Enumeren lo que Ud´s sí hacen en la fase de prevención de interrupciones.
      2. Hagan lo mismo con las cosas  que no hacen.
      3. Creen su propia lista ordenada con lo que deben hacer y con que periodicidad, diario, semanal, mensual, trimestral, semestral, anual.
      4. Por último generen su propio ritual, o rituales, de revisión, mantenimiento y prevención.

No es gran cosa, lo sé, pero estoy muy seguro de algo, se sentirán tan seguros y confiados con sus armas y municiones, que las demás técnicas les resultarán más fáciles de entrenar, reforzar y mantener.

La seguridad es un concepto psicológico que, como todo en este ámbito, debe reforzarse con acciones físicas que la apoyen y secunden.



El final pedante ya clásico.

A Madeleine L´Engle le gustaba comentar que...


 “…  en el antiguo arte chino los grandes pintores siempre incluían un fallo deliberada en su trabajo, la creación humana nunca es perfecta.” 

A mi también me lo parece. 

En el error, el fallo, la traba, la interrupción está el germen de mejorar, evolucionar y aprender. Analizando el error nos obligamos a pensar, y ese “pensar” es el secreto único del verdadero aprendizaje. 

Akio Morita y Henry Ford, respectivamente, lo plasmaron mucho mejor de lo que yo lograré hacerlo jamás.


 “Lo importante en mi opinión no es echar la culpa de un error a alguien, 

sino averiguar qué causó el error”.


 “El único error real es aquel del que no aprendemos nada.” 


El acierto nos hace regodearnos del mismo, el fallo nos obliga a actuar, miles de “expertos” de toda época lo confirman, como por ejemplo Nassim Nicholas Taleb.


El método de ensayo-error supera a los conocimientos académicos.” 


Filósofos como Aristóteles.


“Un error mínimo al principio puede ser máximo al final”.


 Confucio.


“Cometer un error y no corregirlo es otro error”.


Horacio.


“Es un error afligirse sin cesar”.


La “sabiduría popular” con sus refranes y dichos.


“Juez mal informado, fallo desacertado”.


“Para gallo sin traba, todo terreno es cancha”. 


Todos ellos, e infinidad de muchos más, supieron de la importancia de trabajar y avanzar paso a paso tropezando en esas piedras que nos dan experiencias y lecciones. 

Experiencia, madre de todas las ciencias, como nos recordó Renny Yagosesky.


“El antídoto para el error es la experiencia.” 


Los errores, los fallos, las trabas, las interrupciones ocurrirán en todo lo que hagamos, con nuestra colaboración o sin ella, con nuestras mejores capacidades pero más posibles sin ellas, con nuestra buena intención o sin ella. Debemos trabajar sobre esos fallos para poder reconocerlos y corregirlos, para poder preverlos y evitarlos. 

Recuerden también que aprender de nuestros errores nos hace demostrar inteligencia, aprender de los errores de otros nos hace sabios, si esto es así, aprender de los errores y aciertos ajenos nos acerca a la divinidad de la sabiduría.

¿No me creen? 

Mejor termino este pedante final de artículo y les emplazo al tema del trabajo de hoy, las interrupciones en las armas de fuego. Esos sucesos que normalmente nos hace maldecir y renegar en arameo mientras intentamos solucionarlo a la mayor velocidad posible, sabiendo que el de “enfrente” puede estar relamiéndose de placer con un aparente indefenso blanco perfecto, nosotros. 

Lo cual me recuerda, ¿como no? dirán algunos de Ud´s, el comentario de Antonio Páez Pinzón.


“¿Por qué cuándo tienes un problema crees que eres desafortunado? 

Cada complicación tiene una lección de vida que debes aprender para evolucionar 

y si no lo logras nuevamente aparecerá en tu vida la misma traba 

y continuará apareciendo en esta y otras vidas hasta que asimiles a lección.” 


Si sobreviven a ella, por supuesto.

Imagino que ya saben reconocer mis “filosofadas” pedantes, ya ni me disculparé por ello.


Y para terminar, por ahora al menos, ya saben…


Cuídense y cuiden de los suyos.



Artículo esbozado en la ExpoSeguridad de la Ciudad de México, Octubre del 2017.

Ampliado, reestructurado y dividido en dos en la ciudad de Žatec, República Checa, Marzo del 2025.

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