Sube el arma… baja el arma… a ver… ¿nos aclaramos? ¿Arriba o abajo?
Un poco de generalidades sobre el asunto...
Por Cecilio Andrade.
“La vida es crecimiento.
Si dejamos de crecer,
estamos muertos técnica y espiritualmente.
Ō-sensei Morihei Ueshiba.
Si ya, lo sé, ya lo he publicado por algún otro lado, y varias veces, también lo han hecho decenas de autores y expertos infinitamente mejores y más capacitados que yo, así como muchos desinstructores; pero es otra de esas preguntas que nunca dejan de hacerme.
¿Arma arriba? o ¿Arma abajo?
Mi respuesta es simple y concisa, si arriba, si abajo, si a las dos.
¿Quedó claro?
¿No?
Bueno, a ver si con cinco mil palabras más puedo explicarme mejor
Voy a dar una experiencia personal, la mía específicamente, sobre este tema, expondré mis consideraciones sobre ambas posiciones.
Me gustaría recalcar lo de “experiencia personal”, dejando definido que con ello no pretendo descalificar la de otros compañeros e instructores... la de los destructores ni los considero.
Arma abajo, guardia baja, preparada abajo, prevengan bajo, etc.
Sin duda la posición más común y extendida.
Con arma corta se dirige el cañón hacia el suelo en el sentido vertical y normalmente sobre la zona del abdomen; mientras que con arma larga esta tiene normalmente además un ligero ángulo hacia el lado contrario del hombro de apoyo.
Con ambos tipos de armas las muñecas permanecen firmes empuñando en una posición correcta de tiro aun apuntando al suelo.
Si bien es cierto que el ángulo lateral/frontal varía mucho según las circunstancias y el entorno, aproximadamente 60º, respecto a la horizontalidad del arma ya apuntada, es el ángulo más aceptable de alerta y vigilancia, considerándose normalmente los 45º frontales una deformación del tiro deportivo.
En este punto debo decir que existen circunstancias que exigen esos aparentemente denostados 45º, ya que es de considerar, de nuevo, que el entorno es quien mejor nos definirá el ángulo necesario.
Como consecuencia de las cuestiones ya comentadas en infinidad de artículos previos, concentración, cansancio, estrés, entorno y condiciones psicofísicas, entre otras, lo normal es que los brazos tiendan a contraerse situando la boca de fuego a la altura del estómago o sus costados, en armas cortas o subfusiles y similares.
La alineación lograda de esta forma, natural y casi instintiva, queda fuera de las zonas de riesgo, siendo muy sencillo reconocer sin mirar donde está apuntando el arma en un momento dado.
Trabajando en equipo el arma siempre apuntará a la misma zona hagamos lo que hagamos, agacharnos, levantarnos, girar incluso, manteniendo el arma siempre en sectores controlados y naturales, no importando ya tanto el factor estatura de los operadores.
La visión periférica y del entorno no se ve entorpecida por el arma.
Desaparece el riesgo de golpearse la cara con arma al chocar contra un obstáculo o al ser atacados por un adversario.
Igualmente desaparece la posibilidad de ser golpeado en el rostro por el arma de un compañero que se gire de improviso llevando el arma hacia arriba.
A la hora de apuntar rápidamente a un objetivo el movimiento del arma es simplemente una elevación-extensión frontal de los brazos, con lo cual apenas hay movimiento de deriva lateral fuera de dicho objetivo.
Con un arma corta esta solo debe alinearse primero con las muñecas desde el abdomen y permanecer alineada mientras elevamos y extendemos los brazos.
Con un arma larga la culata está ya pre-posicionada frente al hombro, con lo que en un solo movimiento ascendente es posible alinear el arma simplemente elevándola pivotando sobre el hombro. Deteniéndola a la altura adecuada con la técnica de los “tres puntos” de referencia, a saber, mano de apoyo, hombro y mano de empuñe y, a modo de tope y refencia, la mejilla.
La mejilla es una referencia perfecta de control de altura ya que al estar mirando al objetivo, la mejilla también está "apuntando" al mismo.
Si un adversario logra agarrar el arma dirigida hacia abajo, con un simple gesto de agacharse el arma logra ella sola quedar alineada con el agresor, si a la vez damos un paso atrás el desequilibrio del adversario puede clavarlo contra la boca de fuego.
Otra ventaja accesoria de agacharnos es el que compañero puede golpear o incluso disparar por encima sin riesgo para nosotros.
Si además controlamos técnicas de esgrima de pistola y fusil, el "desenganchar el arma es muy simple.
Cuando nos desplazamos, incluso corriendo, colocando el arma larga o corta con 30º de inclinación frontal y 30º de ángulo lateral, conseguimos mantener la boca de fuego alejada del cuerpo y de otros cercanos.
Si las personas cercanas están a menos de 30 cm y el operador mide unos 2 metros de altura, lo que no es mi caso, entonces si podemos tener un riesgo potencial para nosotros.
Atentos también al caso de si en lugar de medir 2 metros lo que tenemos alrededor son niños o personas acuclilladas o tumbadas.
Al estar pegada al cuerpo donde este se mueva controla el acceso ajeno a nuestra arma, y a la vez la “defendemos” con la máxima energía al estar dentro de la denominada “zona de trabajo y/o control”.
Considero que esta es una de las posiciones de trabajo con armas más seguras, tanto para uno mismo como para operar con compañeros o civiles. Amén de más rápida y precisa para encarar, dirigir y controlar el arma.
Me atrevo a recomendarles repasar el artículo que escribí en su momento con la extremadamente polémica posición Sul.
Eso si, exige un entrenamiento esmerado, enfocado, inteligente y, sobre todas las cosas, humilde y asertivo para el dominio de su empleo. No la recomiendo para trabajar con personal poco entrenado y/o que jamás hayan trabajado juntos, por más entrenados individualmente que estén.
Dudas zanjadas… ¿O no?
Tras lo anteriormente expuesto no solo está claro que posición es “la correcta”, sino además cual es “mi posición”, ¿verdad?
No estén tan seguros, antes analizaremos otras posiciones que “también” empleo.
¿Cómo?
A ver, Cecilio… ¿tú no eras defensor a ultranza de la posición Sul?
¿Hacia abajo?
Pues no, jamás lo he sido a “ultranza” ni fanático de nada, lo que si siempre he defendido es la adaptación, donde el verdadero secreto es conocer los pros y contras de todas las herramientas, tácticas, técnicas y equipos que empleemos.
Simple.
Empleen todo lo que caiga en su saber, pero sepan responder siempre a todas las preguntas, son solo cuatro muy básicas, que les ayudarán a definir que es mejor en cada momento dado.
¿Saben que preguntas son?
A saber:
- ¿Qué?
- ¿Cuándo?
- ¿Cómo?
- ¿Dónde?
Cuatro sencillas preguntas que raramente se emplean correctamente, resolviendo todo con las simples respuestas de todos conocidas y repetidas.
Aplico aquí el tercer significado que le da la RAE a la palabra "simple" como adjetivo:
- (...) que es inocente o incauto.
Sin duda alguna todos me darán la razón de que técnicas de tiro y controversia son casi sinónimos. Siempre que una técnica es aplicada por un instructor y/o escuela con mayor o menor extensión, surgirán una enorme cantidad de opositores, llámesele escuelas, academias, instructores, tiradores y/o los, más extendidos y entendidos, “opinadores de internet”.
De forma casi endémica el contexto, entorno y situación específica es normalmente ignorado y los comentarios suelen brillar por su falta de experiencia real y/o ser esta muy limitada o extremadamente concentrada en un entorno cerrado.
Aparte de los “opinadores de internet” existe la otra especie que además de navegar y opinar también va al campo de tiro de cuando en vez, lo cual, según su inapelable opinión, los define como expertos, jueces, jurados y verdugos para guillotinar sin apelación.
Disparar un arma en condiciones medidas y controladas no me convierte en operador, al igual que rasguear y desafinar una guitarra no me convierte en cantautor.
¿Necesitamos el campo de tiro para entrenar?
Sin duda si.
¿Debe definir nuestro trabajo real cuando la vida depende de lo correcto o incorrecto que realicemos?
Sí, pero siempre con matices y análisis.
Después de todo lo primero es tener claro como trabajamos para definir como deberíamos trabajar, ya saben, aquello tan incomprendido de los centuriones romanos como es:
“Entrena como trabajas, trabaja como entrenas”.
Veamos pros y contras de su posición “opositora”, al menos para algunos/as lo es.
Arma a la Sien, Guardia Alta Vertical, Arma Arriba, Preparado Arriba, Prevengan Arriba, etc.
Desde esta posición, ya sea con un arma corta como con una larga, se dirige el cañón hacia arriba en el sentido vertical y normalmente con la boca de fuego por encima o a la misma altura que la parte más alta de la cabeza del operador.
En una situación de riesgo con armas empuñadas, se sobreentiende que un profesional armado solo empuñará su arma por un motivo de “verdadero riesgo”, existen una serie de factores importante a tener en cuenta, aparentemente negativos aunque no siempre como ya veremos y analizaremos.
Las muñecas y brazos se encuentran en una posición no alineada, igualmente tampoco muy firmes debido al ángulo y al movimiento ha realizar para dirigir y encarar el arma.
Como consecuencia de la concentración y enfoque tan intenso que generan estas situaciones armadas, así como el cansancio y, como no, el estrés, sin olvidar el entorno específico y las condiciones psicofísicas del operador, lo más común es que los brazos tiendan a contraerse. Lo que acaba situando muchas veces la boca de fuego de las armas cortas a la altura de los ojos o la sien. Algo que, evidentemente, implica un riesgo a tener en cuenta.
En movimiento es permite controlar al frente y donde pisar, siendo mucho más difícil el controlar lo situado sobre el nivel de la cabeza.
Por otro lado es difícil reconocer donde está apuntando el arma en un momento dado, aparte de "hacia arriba"..
En un entorno urbano exterior es muy complicado controlar la situación de balcones, fachadas y marquesinas, sin contar además los curiosos que se ven atraídos por estas actuaciones desde ventanas, pudiendo ser alcanzados tanto por rebotes como por impactos directos.
Trabajando en equipo se acaba “pasando” el arma, sobre todo las cortas, por delante de los ojos, sienes y/u oídos de los compañeros.
Es importante comentar la situación tan comprometida que sería para esos compañeros sin al agacharse el operador, y ellos permanecieran de pie o en un plano superior, pudiendo acabar con la boca de fuego dirigida al tórax o a la cabeza de estos compañeros.
Con una talla inferior a la media, específicamente mi caso, junto el trabajar con personal más alto magnifica este peligro, mi caso personal insisto.
La visión periférica y del entorno se ve entorpecida por el arma.
Así mismo existe el riesgo de ser golpeados por el arma propia al chocar contra un obstáculo o al ser atacados por un adversario.
Igualmente el golpe puede venir por el arma de un compañero que se gire de improviso llevando el arma de esta forma.
A la hora de apuntar rápidamente a un objetivo el movimiento del arma tiende, por inercia, a dejar más bajo el punto de impacto o, si se prefiere, la línea de miras. El brazo, ambos brazos en realidad, al extenderse en forma de arco, actúan como un látigo con un contrapeso en el extremo del mismo. En alguna situación extrema podemos acabar apuntando a los pies del adversario, con lo que es obvio el tiempo precioso que se pierde intentando realinear el arma.
Con un arma larga existe otro problema relativamente grave al tener la culata fuera de la zona del hombro. Para poder alinear y apuntar con eficacia primero hay que alejar un poco el arma del cuerpo, después pivotar hasta colocarla alineada con el hombro, y, por último, retrasarla hasta que entre en contacto con ese mismo hombro.
En resumen, tres movimientos para poder alinear un arma respecto a un adversario posiblemente ya preparado y apuntándonos.
Por último, si el adversario logra agarrar el arma cuando esta se encuentra aún dirigida hacia arriba se generará una situación que, pese existir técnicas sencillas de combate cuerpo a cuerpo para contrarrestarlo, significará una complicación para controlar, eludir y encarar al adversario, amén de que en un pasillo o similar no sería posible recibir el apoyo del compañero, ya que el cuerpo del mismo operador atacado interrumpirá la línea de tiro o ataque para su socorro.
Existen infinidad de entornos donde es una posición definida y exigible por el lugar y sus características, cuestiones que deben ser analizadas en profundidad y detalle. Como todo, en realidad, cuando hablamos de trabajo armado y táctico.
Normalmente es más habitual su empleo por simple costumbre que por conocimiento real de sus pros y sus contras, siendo muchas veces utilizada “porque sí” o alguna otra razón similar más que por motivos contrastables.
La primera vez que me enseñaron esta técnica, de una forma precisa, explicada y razonada al detalle, fue específicamente para maniobrar dentro de vehículos en cuestiones de uso de vehículos en intervenciones y Protección Ejecutiva, y posteriormente en entornos tubulares muy cerrados, aviones y autobuses por ejemplo.
En el caso más complicado de comprender, en Protección Ejecutiva o actuación armada con vehiculos, nos permite maniobrar con seguridad en el asiento. Todos sabemos el reducido espacio de disponemos sin apuntar el arma a alguno de los pasajeros pudiendo enfrentar tanto a amenazas interiores como exteriores.
La aprendí para intervenciones desde vehículos y para proteger a VIP, pero la asimilé de igual forma cuando viajaba solo, con mi familia, compañeros contratistas y militares. Por ende lo enseñé, y enseño, a policías, militares, oficiales de protección y legítimos usuarios.
Al embarcar y desembarcar de un vehículo con el arma empuñada también previene disparos negligentes a zonas sensibles del vehículo, tanto los que favorezca rebotes como daños personales o mecánicos. Igualmente evitamos en esta situación, al embarcar, apuntar tanto a nuestras piernas como a personal no adversario que se encuentre en el entorno.
Respecto a primer punto del párrafo anterior, debe considerarse su empleo de igual forma respecto los movimientos que realicemos en el entorno del vehículo al movernos mientras lo empleamos de parapeto.
Con arma larga esta posición es recomendada, y casi de obligado empleo, en entornos extremadamente confinados y “apretados”. Hablamos de pasillos muy estrechos, bosques cerrados, interiores tubulares como aviones y/o autobuses, plantas industriales con gases inflamables, acciones con mucho personal comprimido en espacio reducido, etc.
En estos casos si el compañero de delante se agacha, ante una agresión muy cercana por ejemplo, al segundo le resulta muy fácil encarar y dirigir el arma al frente sin pasar la boca de fuego por el cuerpo de su compañero adelantado.
Hoy en día una situación Amok, de tirador activo o terrorismo ya no parece una novedad, realmente nunca lo fué, pero es una buena opción, con matices, llevar el arma en posición sien, sea arma larga o corta, ante una situación de evacuación masiva por alguna de estas situaciones.
Sobre particularidades de como controlar las armas en esta posición para que al encogernos instintivamente, ante disparos muy cercanos o entradas en parapetos, no acabe la boca de fuego en nuestra sien o frente a los ojos, hablaremos en un próximo articulo más detallado.
¿Ahora sí? Todo aclarado... ¿o no?
Lo he repetido tantas veces que con toda seguridad más de uno suspirará de aburrimiento, no lo lamento ni me disculparé, todas las técnicas son ni más ni menos que herramientas de nuestra caja virtual.
Para quienes solo tienen martillos, todo serán clavos.
Pero una caja surtida y eficaz, con muchas herramientas variadas que sepamos emplear eficazmente y con seguridad, y aunque al final del día el 95% de las situaciones las solucionemos con las tres o cuatro herramientas básicas, necesitamos dominar y poseer todas las demás para completar ese 5% restante de situaciones que, a fin de cuentas, nos convierte en verdaderos profesionales armados.
Sea la técnica que sea, para su aplicación y empleo el contexto es lo realmente importante.
Tomemos la mejor técnica del mundo, avalada, empleada y defendida por todas las unidades especiales y “cool” del universo Star Wars y Star Trek, saquémosla fuera de su contexto y sin duda será una simple moda más o menos duradera, más o menos arriesgada.
Los polígonos de tiro son lugares ordenados, con suelo perfecto, blancos correctos, sectores y ángulos definidos por defecto, donde todas los proyectiles vuelan en un sentido único con preferencia de paso, sabiendo todos donde tienen su parada final, con mayor o menor precisión.
Podemos simular entornos estructurales de viviendas y seguiremos teniendo todo perfectamente delimitado y definido.
Podemos visitar polígonos de tiro en Katmandú, París, Dallas o Guatemala, y seguirán teniendo esos parámetros definidos y seguros de una u otra forma y estructura.
Y ahí está la cuestión, necesitamos esos campos de tiro, para entrenar como trabajaremos de forma segura y controlada. Pero, desgraciadamente al trabajar como entrenamos, si lo segundo no lo hemos hecho de la forma correcta, descubriremos que el mundo real no es tan medido, ordenado, seguro y definido como el polígono; y en el mundo real las balas no tienen preferencia de paso pero si de parada, en nuestro cuerpo si no vamos con atención y cuidado, o en la de inocentes o compañeros si no controlamos nuestras armas.
No existe nada que se pueda definir como técnica perfecta, existen situaciones perfectas para una u otra técnica, y de nosotros, de nuestra mente, de nuestra capacidad de adaptación, de nuestro entrenamiento y experiencias previas, de nuestras funciones cognitivas de Homo Sapiens, o de Glaver Simiae en mi opinión, dependerá como y cual emplear.
Entonces… ¿siguen teniendo una técnica perfecta?
No puedo evitarlo... la parte filosófico-pedante.
Lo más o menos interesante ya lo han leído, pueden dejar el resto en el limbo.
Sin duda alguna el orador motivacional, o simple vendedor según algunos, Brian Tracy está en lo cierto cuando nos dice que...
“El crecimiento personal es un gran ahorro de tiempo.
Cuanto mejor te vuelves, menos tiempo te lleva alcanzar tus objetivos”.
También es justo reconocer que su comentario no lo pensó para el violento y políticamente incorrecto mundo de las armas, sino más bien para el de los negocios y el mercado.
Pero, que quieren que les diga, crecer es crecer, aprender es aprender, y evolucionar es evolucionar, el entorno dónde se desarrollen esas acciones es lo de menos.
Me gusta reconocer mis propios cambios y evoluciones en un mundo tan inmovilista y anclado en dogmas arraigados y casi sagrados como es la sociedad global actual, y más específicamente en los temas que trato del mundo táctico y del trabajo con armas. Así que si, mis técnicas y enseñanzas evolucionan, año tras año, experiencia tras experiencia, lección tras lección. Lo que me parecía perfecto e inmutable hace unos años hoy lo veo como un...
...“si en su mayor parte, pero en este otro caso podemos hacer esto otro…”.
Reconozco que los cambios son cada vez más lentos y menos extremos, quiero pensar, o quizá mi ego necesita creerlo así, que esa ralentización en los cambios es porque ya cada vez tengo menos que cambiar. Pensar eso me daría tranquilidad, sin duda, pero lo cierto es que un diablillo suele salir de cuando en vez a sembrar cizaña en mi conciencia profesional y personal...
¿No será que me hago viejo y menos adaptable?
¿No será que mi ego no soportaría hacer cosas nuevas que no serían ni la mitad de perfectas que las viejas que “siempre” he hecho?
Lo cual me lleva a pensar en uno de mis autores favoritos dentro del campo de la Psicología Humanista, Abraham Maslow.
“Uno puede optar por volver a la seguridad o avanzar hacia el crecimiento.
El crecimiento debe ser elegido una y otra vez;
el miedo debe superarse una y otra vez”.
Pensar en esto me relaja a nivel profesional, pero el maldito ego personal, ese que nos hace querer ser perfectos e inmaculados me la sigue jugando a la hora de hacer cambios de técnicas, de criterios, de tácticas, de opiniones.
Cambiar es bueno, eso lo tengo claro, estancarse es el primer paso para involucionar y poco a poco perder todo lo logrado, después de todo Darwin ya sabía que todo aquello que no se utiliza se atrofia y acaba desapareciendo. Simple y clara ley evolutiva.
“En este mundo estás creciendo o estás muriendo,
así que ponte en movimiento y crece”.
Muchos de Ud´s me habrán leído, o escuchado, mi frase estándar parafraseada de la anterior y de la versión más académica del entrenador Lou Holtz...
“El movimiento es vida”.
La mayoría creen que solo la aplico a temas puramente tácticos, pero no, la aplico a todo en la "vida", ya sea profesional o personal. Para quien conozca mi hoja de ruta curricular lo deducirá, soy lo que vulgarmente se llama un “culo inquieto”.
Me gusta, y lo disfruto, poner en mi palestra particular técnicas, ejercicios, criterios y procedimientos, analizando todo lo que implique confirmación o cambio para, lo deseable, mejorar.
Considero, al igual el escritor sobre liderazgo Robin S. Sharma, que...
“Invertir en ti es la mejor inversión que harás.
No solo mejorará tu vida, mejorará las vidas de todos los que te rodean”.
Mejorar la vida de los que me rodean no lo sé, es esa mi intención sin duda alguna, que lo logre ya es otra cuestión.
Finalmente resulta que termino un artículo con más de cinco mil palabras ... definitivamente me gusta “enrollarme” y dar vueltas al mismo hilo, cosas de la edad… seguro.
Cuídese y cuiden de los suyos.
2 comentarios:
Todavía me acuerdo de cuando me enseñabas los tres puntos apoyo en la antigua sala negra, que por cierto, creaste tú para uso y disfrute de muchos
Disfruté mucho la parte filosofico-pedante :)
Jeje en teoría no sé nada y en práctica menos. Pero me gusta leer tus blogs, siempre los he disfrutado.
Seguramente las armas seguirán siendo muy atractivas y más si con tecnologías logran que cualquier mequetrefe las use. Sin embargo considero que solo un verdadero hombre y guerrero sabe porqué especifica razón empuñar un arma. Los demás son niños jugando al Call of Duty en las calles sin respetar las vidas de ellos y menos la de los suyos.
Gustazzzoooo
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