Recién desempaquetados… llegados de allende del charco, de las bellas tierras de la plata, vía enlaces de amigos y amigos… a la vieja y entrañable usanza, de mano en mano.
Me llegaron dedicados los libros que deseo atesorar en mi cueva biblioteca, porque de eso se trata el virus de la bibliofilia congénita adquirida….
De atesorar joyas de negro sobre blanco.
Y ya están aquí, la trilogía, por ahora, de Oscar A. Szymañsky.
Sus libros combinan pasión y entrega.
Puede que el tiempo demuestre errores en sus ensayos, después de todo a pesar que el cerebro está perfectamente cartografiado aun desconocemos la mayor parte de las sendas que existen debajo del bosque de neuronas, y toda investigación como las de Oscar no nos lleva a los descubrimientos mediante un proceso ordenado y aséptico sin errores.
Escribir, transmitir y enseñar es una actividad humana y por lo tanto, plena de las grandes virtudes y los vicios de esta especie de monos sin pelo que somos todos nosotros. Pero todo el verdadero trabajo, y todo la verdadera Ciencia que lo hace posible, la realizan personas que usan una herramienta mucho más poderosa, flexible y potente que cualquier artefacto que hayamos fabricado, usan el cerebro humano.
Para todo profesional armado, operador o instructor, el estudio del cerebro, la Neurociencia, es la disciplina científica más importante en estos momentos. Cada vez entendemos más sobre cómo interpretamos el mundo, las deficiencias que nos afligen, dónde reside la consciencia y el subconsciente, cuál es el sustrato del potencial único de la especie humana para sentir, pensar, crear y soñar.
Pues eso es exactamente es lo que está haciendo el Comisario Inspector (R) Oscar A. Szymañsky en el presente ensayo, transmitir su saber y experiencia, mínima para algunos, basta para muchos, esperando que Ud ́s como profesionales generen sus propias inquietudes y sendas, ampliando el saber de esta maravillosa vocación de servir y proteger al ciudadano y, por ende, a la humanidad. Pero sobre todas las cosas animarles a explorar ese misterio, ese universo de kilo y medio de peso, que es el cerebro humano del operador armado.
Les hablo de un profesional que en el futuro reconocerán como un “abridor de sendas”.
Gracias Oscar por tu siempre entrañable ABRAZO TÁCTICO.
Gracias David por la preocupación cual pony express con la noble intención de ayudar, pero sobre todo por el aprecio demostrado sin habernos visto nunca… y, se me olvidaba, por el parche de ITEPOL.
Cecilio Andrade.
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