domingo, 1 de octubre de 2023

Entrenar lo intangible para sobrevivir… y además 10000 horas… ¿estoy loco?

Entrenar lo intangible para sobrevivir… y además 10000 horas… ¿estoy loco?

Por Cecilio Andrade.


El corto título que da pie al artículo de hoy, esa parte de “entrenar lo intangible para sobrevivir…”, me lleva a realizar dos simples preguntas, ¿de verdad es tan imposible como nos hacen creer? ¿O tan solo lo hacemos imposible porque lo consideramos monótono, poco interesante, cansado y aburrido?


Pensándolo, esas preguntas quizá no sean tan simples como di a entender… quizá…


Cuando se habla de enfrentamientos y riesgos directos a la propia vida, el principal problema no es solo otro aparentemente "simple" desajuste perceptivo, algo sobre lo que ya comenté en muchos textos y seminarios anteriores. Cuando los circuitos emocionales, y especialmente la amígdala, disparador de la respuesta de luchar o huir, detectan una amenaza inmediata, inundan de hormonas, cortisol y adrenalina entre otras, que nos predisponen en uno u otro sentido. Pero, por más que escuchen hablar y detallar sobre los posibles y potenciales peligros que asumirán durante un enfrentamiento que posiblemente les acecha en el futuro incierto de años venideros, su amígdala ni siquiera parpadeará.


Los circuitos de la amígdala, ubicados en el centro del cerebro, se activan automáticamente siguiendo un camino ascendente. Confiamos en ellos para que nos alerten de los peligros y nos digan a qué debemos prestar más atención.


Pero esos sistemas automáticos, habitualmente tan útiles para dirigir la atención ante un detalle puntual e inmediato, carecen de un aparato de registro sensorial o de carga emocional que permitan detectar y asumir emocionalmente los potenciales riesgos futuros, sus sistemas desencadenantes y sus peligros, los cual nos deja, en este aspecto al menos, inermes e incapaces de una plena y realista visualización para su entrenamiento efectivo.


Esta es precisamente la situación en la que a día de hoy nos hallamos con respecto al entrenamiento realista frente a la violencia en una sociedad “políticamente correcta”. No hay nada en este hermoso día en el polígono de tiro o campo de entrenamiento, que pueda alertarnos de lo que se vivirá realmente ante un enfrentamiento a “mi vida frente a la tuya” y “tu o yo”, simplemente no hay marcos de referencia. 


Esta falta de marco de referencia se debe a que hay dos cosas que no es imposible de recordar con exactitud jamás, al no estar, afortunadamente, programados evolutivamente para ello. A saber, el dolor y el sufrimiento emocional, que en lo que respecta al sistema límbico no son diferentes. 


Tan solo se recuerda que fue mucho o poco “doloroso”, ¿Uds. pueden ir más allá? Intenten recordar la cantidad exacta de dolor que les generó su última encía dañada, o ese cólico intestinal, o la cantidad exacta de sufrimiento emocional que recibieron ante algún evento traumático. ¿Pueden recordarlo con exactitud? ¿pueden medirlo? ¿o simplemente "definirlo" con un genérico “mucho” y “poco”?


En condiciones ideales, normalmente charlando con mayor o menor aire de suficiencia ante una audiencia de amigos y compañeros, es posible detallar acciones y respuestas ante el peligro como si fuese la lista de reyes godos que aprendimos de memoria los de mi generación de estudiantes, hace ya más de medio siglo así que relájense si no saben de que reyes hablo; pero por más que gritemos “¡Peligro! ¡Haz algo!”, no existe mensaje alguno con la carga emocional ni tan siquiera similar, que nos haga situarnos en el mismo cuadro emocional que frente a un “Glaber Simiae” dispuesto a arrebatarnos la vida. 


Por cierto ese nombre pseudo-científico, “Glaber Simiae”, es algo que me dio por inventar para definir al, traducción literal, “mono sin pelo” que somos todos nosotros, Ud´s, pacientes lectores,  y yo, por parecerme sumamente presuntuoso eso de Homo Sapiens.


Volviendo de otra de mis típicas digresiones, es difícil convencer a la amígdala con una simple descripción o teatralización de una escena, con mejor o peor escenario y coreografía, porque se produce en un horizonte temporal tan distante que le resulta indiscernible. Nuestra atención solo se ve atraída por problemas como el chasquido de la hojarasca al ser pisada, o el brillo de un cuchillo dirigido hacia nuestra yugular, pero plasmarlo en un entrenamiento no es tan fácil, sobre todo hacerlo bien y sin fantasías “hollywodienses”, o, lo mas habitual, buscando sacarle brillo al ego.


Hubo un tiempo en el que la supervivencia de los grupos humanos dependía de su sintonización al entorno. Hoy en día disfrutamos del lujo de poder vivir empleando ayudas artificiales, o eso es, al menos, lo que parece, porque las mismas actitudes que nos llevan a confiar en la tecnología nos abocan a una peligrosa indiferencia relajada hacia el estado de nuestra autoconfianza y seguridad. 


Necesitamos por ello saber entrenar y enfrentar adecuadamente el reto de un mundo que ni es tan pacífico ni tan idílico como la corrección política quisiera. Los mundos de Yuppi son simple y llanamente fantasía, como muchos de los entrenamientos que “Youtube Tactic Cool-Academy” vende y muestra.


10000 horas de entrenamiento.

¿10000 horas de entrenamiento? Sin duda se preguntarán... “¿Qué te has fumado?”.


La “regla de las 10000 horas”, equivalente a 3 horas de entrenamiento diario durante 10 años, es un nivel de práctica que se ha llegado a considerar la clave del éxito en cualquier dominio, convirtiéndose en una especie de mantra que se recita en todos los talleres sobre mejora del rendimiento y páginas web. El problema es que se trata de una media verdad, tanto desde un aspecto negativo por un lado como ventajoso por otro.


La parte negativa hay referencia, como ejemplo cotidiano, a que si somos malos conductores e incurrimos una y otra vez en los mismos errores, nuestro manejo no mejorará, independientemente de que hayamos superado el listón de las 10000 horas. Seguiremos siendo igual de peligrosos sobre las cuatro ruedas, aunque, eso sí,… un poco más viejos y con los errores más firmemente asentados.


El psicólogo Anders Ericsson, de la Universidad del Estado de Florida, que ha dedicado su vida a investigar el grado de pericia adquirida tras la aplicación de la regla de las 10000 horas, comenta:


”De nada sirve la mera repetición mecánica.

Es necesario, para aproximarnos a nuestro objetivo, ajustar una y otra vez nuestra meta.

Hay que ir adaptándose poco a poco permitiendo, al comienzo, más errores que, a medida que nuestros límites se expanden, debemos ir ajustando".


Como sucede con cualquier otro entrenamiento, el fortalecimiento del músculo de la atención y el enfoque depende de la ejecución, correcta o no, del ejercicio.


Hago meditación diariamente y con cada año que pasa tardo menos en entrar en esa fase de control y de reconocer la distracción mental. Esta capacidad de enfoque y reconocimiento me resulta muy útil y eficaz en el entrenamiento en seco con armas, que realizo también diariamente. Del mismo modo me molestan cada vez menos los pensamientos irrelevantes, con lo cual me resulta cada vez más sencillo dejarlos a un lado y volver a buscar una ejecución correcta e inteligente de lo que este practicando.


Ese aumento de control de la concentración y la focalización al meditar o entrenar en seco convierte todo mi trabajo en el equivalente mental de cuando levanto pesas para hacer que en mi pequeño cuerpo de enano Gimli crezcan los bíceps, deltoides y los tan deseados abdominales “six pack”.


Como cualquier especialista en entrenamiento atlético sabe bien, para conseguir un pecho tipo Conan “El Bárbaro” no basta con el simple levantamiento de pesas sin más, es necesario llevar a cabo una serie concreta, y enfocada, de ejercicios que activen los músculos relevantes. Del mismo modo que el desarrollo de un determinado grupo muscular requiere formas especiales de entrenamiento, lo mismo sucede con el entrenamiento de la atención, la concentración, la focalización y la fluidez sin errores. 


La concentración constituye el ingrediente básico de toda forma de atención, y, ténganlo en cuenta, se trata de una capacidad que puede ser entrenada y aplicada eficazmente de muchas formas, incluidas infinitas formas incorrectas.


Los detalles son, a fin de cuentas, los que marcan la diferencia, tanto en la palestra física en la que ejercitamos nuestro cuerpo, como en el gimnasio mental en el que ejercitamos nuestra mente, como en los choques de “ tu o yo” donde afilamos y afinamos nuestra capacidad de supervivencia


Cuídense y cuiden de los suyos.

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