domingo, 29 de octubre de 2023

Incómodo artículo lleno de preguntas, ejercicios y planteamientos para pensar...

Incómodo artículo lleno de preguntas, ejercicios y planteamientos para pensar...  

Extraído de la conferencia propia: "Deontología del Instructor".

Por Cecilio Andrade.


Por algún lado hay que empezar un artículo potencialmente polémico, empecemos por lo incómodo, el resto seguro que no será tan malo... o quizá sí, ya me dirán. De todas formas... ¿somos muy mayores para un regreso al "cole"?

Síndrome del Impostor vs Efecto Dunning-Kruger.

Lo cierto es que del Síndrome del Impostor o del Efecto Dunning-Kruger, tanto para instructores como para alumnos... nadie se libra. 
Ambas casos son consecuencia de sesgos cognitivos y/o errores en el pensamiento, imposibles de erradicar aunque si de modificar, debidos a la propia forma en la que el cerebro, a modo de atajos, procesa la información. La intensidad de su influencia en cada individuo varía debido a infinidad de factores.

Lamento comenzar con tan malas noticias para todos Ud´s., sean segadores, sembradores o aprendices.

Síndrome del Impostor.

El Síndrome del Impostor es algo relativamente común en todas las profesiones, hablamos de personas muy bien preparadas y capaces, pero que aun así dudan sobre su verdadera valía, inteligencia, capacidad, habilidades y de merecer el lugar que han obtenido. A pesar de la retroalimentación que reciben de las personas a su alrededor y de todos los datos objetivos que les dicen lo contrario, piensan que son un fraude, menos inteligentes y menos competentes de lo que los demás les consideran, que ocupan un lugar que no es suyo, en resumen, que en mayor o menor medida son unos impostores con suerte.

Las personas con este trastorno dudan de si mismos, viviendo con el miedo a ser descubiertos y expuestos como falsarios intelectuales o profesionales. Este miedo les causa tal estrés y ansiedad que los convierte en una profecía autocumplida, ya que dichos sentimientos de falta de adecuación harán que no alcancen el nivel de excelencia que podrían lograr, fallando sin alcanzar sus potenciales. Tienen sentimientos y pensamientos del tipo “soy un fraude”, “mis compañeros o mis alumnos se darán cuenta de que no soy tan capaz”, “tengo muchas dudas”. 

Esta incertidumbre puede ser tanto un rasgo de la personalidad, ser inseguro, como un efecto secundario de diversos factores, su formación, presión del entorno, deseos de agradar, creer que las valoraciones que le hacen es por educación y no por el hecho de ser capaz. Sin duda un leve toque de este síndrome es sano y recomendable, preguntarse si se está a la altura sin duda equilibra y da humildad, pero más allá de ese leve toque puede convertirse en un problema muy grave.

Hay tres grupos o tres enfoques que normalmente se confirman entre si en mayor o menor medida y porcentajes:

- Sentirse un estafador.
- Atribuir el éxito a la suerte o cualquier otro factor externo.
- Minimizar los logros.

Efecto Dunning-Kruger.

El Efecto Dunning-Kruger, por el contrario, es un sesgo opuesto según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un efecto de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes y capaces que otras personas realmente más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de la realidad, lo que en definitiva es una incapacidad de reconocer su propia ineptitud. Por otro lado, individuos verdaderamente competentes, incluso con un cierto grado del Síndrome del Impostor ya que son los acompañantes ideales para las personalidades Dunning-Kruger, consideran incorrectamente que los afectados de este efecto tienen una capacidad o conocimiento equivalente o superior al suyo. Este patrón de personalidad incompetente e inconsciente de su incompetencia se replica en cualquier situación de la vida.

Las investigaciones de Dunning y Kruger coinciden con Charles Darwin y Bertrand Russel cuando sugieren que la ignorancia frecuentemente proporciona más confianza que el conocimiento, lo cual da pie a una cita del último nombrado:

“Uno de los dramas de nuestro tiempo está en que aquellos que sienten que tienen la razón son estúpidos y que la gente con imaginación y que comprende la realidad es la que más duda y más insegura se siente”.

Un muy leve toque ayuda a mantener la autoestima correctamente enfocada en crecer y mejorar, pero más allá de eso se convierten en ególatras peligrosos ya que:

- Los individuos incompetentes tienden a sobrestimar su propia habilidad.
- Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer la habilidad de otros.
- Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer su insuficiencia.

¿Sembrador o segador?

Sigamos con preguntas incómodas ¿Uds. qué buscan? ¿Sembrar para que crezca y se pueda cosechar? ¿O segar antes de que maduren y no les hagan sombra?

Vaya preguntas irreverentes y políticamente incorrectas que hago, ¿verdad?

El éxito en la vida puede ser mucho más que acumular ceros en una cuenta corriente, para algunas personas puede ser tan simple como saber su propósito en la vida, crecer hasta alcanzar el máximo potencial posible y sembrar semillas que beneficien a otro. Aunque quizás “simple” no es la palabra adecuada.

Un instructor debe explotar y potenciar sus dones y/o capacidades, ya que, después de todo, esa aplicación de dones y/o capacidades es el propósito que cumple una persona en la vida, ni más ni menos. De nada vale desperdiciar la vida haciendo alarde de cualidades y capacidades que no se poseen, dejando de lado las que si se poseen, porque no son tan “cool” ni de moda. 

Por desgracia es un mal muy extendido, en todas las épocas, en todas las sociedades y en todos los campos del saber humano.

La capacidad de enseñar determina el nivel de eficacia de un instructor. ¿Cuántos alumnos han superado a ese instructor? ¿Cuántos están recorriendo “Caminos” nuevos gracias a él? Si son muchos es lo correcto, sin son varios también es bueno, pero si ninguno parece poder superarlo y/o seguir otras rutas da que pensar. Analícenlo, no es una cuestión para ignorar.

Los mejores instructores son líderes, desean sacar y ampliar los dones y capacidades de los demás, llevarlos a crecer y mejorar. Los mediocres, en cambio, tratan de imponer los mismos límites que se han impuesto a sí mismos. Un buen instructor se alegra de los alumnos que logran subir más allá de donde el alcanzó a llegar, lo considera un triunfo personal, un éxito en su vida. Es sencillo, se enseña para mejorar a los alumnos, si estos avanzan más lejos que uno mismo es que la enseñanza es correcta y positiva… ¿existe mayor éxito como instructor?

Un mal instructor es un segador que corta la mies de sus alumnos antes de que esta madure y fructifique, para no verse superado, obviamente. Uno bueno siembra y riega hasta que está madura y esparce sus semillas en el entorno. ¿Cuántos segadores conocen? ¿Y sembradores?

Para saber cómo es un instructor miren a sus alumnos.

Etimológicamente...


Ya saben lo que adoro la etimología de las palabras, considero que conocer su origen y significado original nos puede enseñar infinidad de cosas.


Respecto a la palabra “instructor”, su misma etimología nos da todos los datos que necesitamos para definir la ética, misión y objetivo vital de quién la utiliza.


La palabra instructor proviene del latín instructor y significa "el que enseña".


Sus componentes léxicos son:

  • El prefijo in- con el significado de “hacia adentro”.
  • El verbo struere como “juntar o amontonar”.
  • Y el sufijo -tor traducido como “agente, el que hace la acción”.

Por el otro lado está mi particular acepción del concepto “mal instructor”, me refiero a la simple, conocida y, en este contexto al menos, desagradable palabra que empleo, me refiero al término “destructor”. Permítanme exponer mis razones para su uso basándome de nuevo en la etimología.


La palabra destructor proviene también del latín destructor y significa "el que arruina, el que deshace”.


Sus componentes léxicos son:

  • El prefijo des- con el significado de “dirección de arriba abajo”.
  • Comparte el verbo struere como “juntar o amontonar”.
  • Y también comparte el sufijo -tor traducido como “agente, el que hace la acción”.

Como podemos ver, conocer la etimología de las palabras nos puede ayudar mucho a definir lo correcto e incorrecto dentro de las acciones de todo instructor,  para no pasar a ser un destructor, al menos en mi personal uso en este contexto de esta última palabra.


Por cierto ¿les interesaría que les plantease el trabajo de buscar la etimología de la palabra "construir? Podría ser interesante... ¿no creen?


Ética y liderazgo. 

Y para terminar este artículo permítanme ejercer de como me definió mi buen amigo Ernesto Perez Vera, de filósofo táctico,  necesitamos una ética y un liderazgo fuertes y firmes para atrevernos a instruir, sin todo ello acabaremos siendo alguna de las "cosas" que definí algo más arriba... y no hablo de las positivas.


Todos los profesionales que confían en un instructor llegan con unas inquietudes y necesidades de conocimientos para su propia superación, e incluso supervivencia, en el desarrollo de sus funciones. Independientemente de su edad y experiencia, deben ver en el instructor un modelo a imitar, depositario de una autoridad indudable.


En este marco, la labor del instructor consiste en compaginar autonomía y dependencia, de tal modo que favorezca la maduración de sus alumnos, quienes en sus diversos puestos tendrán responsabilidades varias, dónde tendrán que tomar decisiones así como cumplir órdenes en base a los conocimientos adquiridos. 


El instructor, en definitiva, cumplirá su papel de educador y guía, creando de forma continua, con su comportamiento y métodos utilizados, una situación en la que los alumnos obtengan conocimientos y normas de comportamiento para que, finalmente, aprendan a ejercer reflexivamente sus responsabilidades.


Si queremos enseñar, partamos por tener claro que para instruir es necesario aprender a enseñar, y para ello es necesario amar lo que hacemos.



A modo de incómoda conclusión.

Entonces, sufridos lectores, respecto a Uds. mismos, a sus compañeros y a sus instructores, cuál incómodo camarero del Restaurante “Ego Descalabrado” al preguntarles si prefieren ¿muslo o pechuga?, ¿síndrome o efecto?, ¿sembrar o segar?, ¿instruir y construir o destruir? ... ... ¿que les sirvo?

Sencillas elecciones en este test que ya finaliza... por fin (no lo nieguen, lo han pensado).

Investiguen sobre lo que se plantea en este artículo y quizá averigüen mucho de Uds y de su entorno… o quizá no… su ego hará su parte... para bien o para mal.

Cuídense y cuiden de los suyos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Agradecido como siempre por sus clarisimos articulos,saludos desde Colombia ...CTAT, siempre alumno!!.

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