domingo, 14 de enero de 2024

Rompiendo esquemas, emplear o enfrentar un cuchillo es asumir y arriesgarse a sufrir y aplicar fuerza letal.

Rompiendo esquemas, emplear o enfrentar un cuchillo es asumir y arriesgarse a sufrir y aplicar fuerza letal.

Por Cecilio Andrade.

Veamos la escena:


- “Pero si yo lo bloqueo así, le controlo el brazo, se lo luxo y lo llevo al suelo para desarmarlo”. 


Y toda esta frase mientras le decía a su "atacante":


- “No, no, no sabes atacar con cuchillo, tienes que moverlo así y así para que yo pueda hacer mi técnica”… 


Estos comentarios podrían ser extractos de cientos de clases que he recibido o impartido a lo largo de mi vida, como muchos de Uds sin duda, y así es, la idea para este artículo surgió precisamente de una clase, y posterior conversación. Gracias Jiménez y Maldonado.

La idea de un combate de cuchillo pulcro, ordenado, metódico, con coreografías del tipo Errol Flynn actuando como pirata justiciero colgado en la borda de un galeón español, en una de las películas de fantasía precursoras de “Misión Imposible” y “007 contra el Dr No”, está muy en línea con todas esas técnicas de "desarmes" de cuchillo que abundan, en lo que Miyamoto Musashi denominaba despectivamente "esgrima florida… e inútil". Buscando hacernos creer que vencer a alguien armado de un cuchillo es cosa de saber una técnica adecuada y ya. 


Con un compañero, un cuchillo de goma y en el tatami de siempre es obvio que todo es posible de realizar… ¿y en la calle? ¿y en un operativo?… lo dejo a su imaginación. 


Algunos compañeros de la última clase lo vieron muy claro cuando antes de que lograran parpadear recibieron dos tajos en los muslos y abdomen para acabar “cortándole” el cuello… es lo que tienen los cuchillos de goma si los utilizas con mentalidad de combate y no de esgrima de pirata del Caribe… que abre mentes, y con suerte puede evitar que se “abran” otras cosas.


El cuchillo tiene varias características a su favor:

    • No se queda sin munición.
    • No sufre interrupciones.
    • No requiere una gran puntería para alcanzar su blanco.
    • Según el lugar donde impacte con 2.5 cm de profundidad es potencialmente letal por exanguinación.
    • Con 5 cm de profundidad puede alcanzar órganos vitales, como bien sabían los legionarios romanos cuando decían que ”dos pulgadas en el lugar correcto bastan”.
    • El área del filo, o punta, es menor al de una bala, lo que implica mayor fuerza de impacto por mm. cuadrado, lo que en este caso redunda en una mayor facilidad de generar una herida letal.

Como ya comenté en otros artículos, un brazo “normal” se mueve aproximadamente a una velocidad de 5.5 m/seg, uno bien entrenado puede acercarse a los 7.5 m/seg, es decir, tarda entre de 0.1 y 0.2 segundos en alcanzar un objetivo que esté en su rango de alcance.


No sé lo que opinan Uds., pero siempre me ha parecido extremadamente difícil tan siquiera ver una agresión en ese lapso de tiempo, y mucho más difícil aún si a la vez debo salir de la línea de ataque, bloquear y agarrar el brazo armado para finalmente aplicar una técnica… Tan difícil como sin duda les resulta a los alumnos que se enfrentan por primera vez a alguien que pasa olímpicamente de aplicar las reglas hollywoodienses de la esgrima florida, y acaban con “heridas defensivas” en sus antebrazos, si son afortunados de los filos de cuchillos de goma, y si no lo son de los “encantadores y electrizantes" ShockKnife, en el intento de protegerse escudándose con los brazos en un lapso de tiempo tan breve.


Añadan a lo anterior lo candoroso que es pensar que quien pretenda utilizar un cuchillo va a tener la enorme amabilidad de advertirnos antes de atacar. Salvo que el arma sea mostrada como medio de intimidación para un robo, la mayoría de las veces el agresor procurará tener oculta el arma hasta estar al alcance de su víctima para sorprenderla, incluso dando una imagen de no ser peligroso hasta encontrarse a la distancia de un brazo, lo que rompe totalmente el esquema tradicional donde el agredido siempre sabe perfectamente que va a ser atacado con un cuchillo. 


Por suerte existen infinidad de experimentos, realizados con espíritu científico y no cinematográfico, para demostrar muchas realidades. Haciendo una extrapolación matemática de varias de estas investigaciones y ejercicios experimentales, podemos extraer interesantes datos:

  • Entre el 2 y el 5% de los agredidos pudieron ver el cuchillo antes del ataque.
  • Entre el 8 y el 15% se dieron cuenta del cuchillo tras ser apuñalados varias veces.
  • Entre el 80 y el 90% se dieron cuenta de que fueron atacados con un cuchillo al terminar el ejercicio.

Todos estos experimentos tan solo corroboran que, en el peor de los análisis, el 98% de “conejillos de Indias” ni tan siquiera pudieron ver el cuchillo, algo perfectamente conocido en la calle, a saber, la mayoría de las veces la víctima no se percatará de la presencia de un cuchillo hasta que ya es demasiado tarde.


Pero aunque exista alguna pista previa de que estamos bajo ataque, este activa una respuesta de estrés de supervivencia que entre otros muchos efectos disminuye la percepción de detalles y genera la conocida visión de túnel. Si a ello le añadimos que la distancia de ataque con un arma blanca es menor a un metro, la longitud del brazo agresor, podemos darnos cuenta de lo difícil que es detectar algo tan pequeño como una navaja. Ademas, si como es usual el ataque es sorpresivo, la reacción instintiva es retroceder girando el rostro, complicando aún más al no poder fijar la vista en la dirección correcta.


Añadan otro detalle, en la mayoría de las agresiones, tanto de entrenamiento y experimentación, como también en casos sangrientos reales, el enorme síndrome de adaptación generado, el estrés, hace que los cortes y apuñalamientos se sientan como golpes. En infinidad de casos la persona agredida al observar sangre cree que es del agresor y no suya.


Siguamos “cortando" esquemas. 


Cómoda ya constatamos, creer que se va a salir indemne de un combate con armas blancas, aun venciendo, es una fantasía cinematográfica, en el mejor de los casos. En el peor, una simple y llana estupidez. Y si no me creen volvamos de nuevo a la fría y neutral estadística, la cual demuestra que enfrentados ante este tipo de armas tenemos entre un 80 y un 90% de probabilidades de ser heridos, y muchas veces.

En este punto el problema no es que nos corten, sino el procurar que dichos cortes no sean tan graves como para que nos impidan continuar luchando, neutralizar la agresión y finalmente conseguir o autoproporcionarnos asistencia sanitaria. 


Si logramos unir una correcta y previa mentalización, a un entrenamiento inteligente, es posible tener la oportunidad de superar la gran y negativa impresión que causa el sentirse herido, evitando un derrumbe psicológico verdaderamente letal.


Según Hollywood, así como muchos seguidores e “instructores” de dichas “enseñanzas”, ante un ataque de estas características es posible reaccionar de manera fría, metódica y pre-calculada, para realizar un desarme limpio y perfecto. 


Lamento ser el que rompa esta linda fantasía, ante cualquier tipo de ataque por sorpresa actuamos con y por los dos tipos de reacciones instintivas que poseemos como primates sin pelo, a saber, los reflejos innatos y los adquiridos. Algo de lo que ya he hablado en más detalle en muchos artículos y seminarios.


En base a dichos dos tipos de reacciones, tanto en grabaciones de ataques reales, como en entrenamientos inteligentes de tipo Fuerza contra Fuerza, independientemente del nivel técnico de los implicados, podemos observar un claro patrón de reacciones básicas, las cuales han sido programadas por la evolución, y la supervivencia del que mejor se adapta, a lo largo de millones de años. Veamos los cuatro principales.

  1. En lugar de aplicar la regla básica, salir de la línea de ataque, tan solo retroceden.
    • Con lo cual siempre son alcanzados por un agresor que puede caminar más veloz y fácilmente hacia delante, tal y como estamos anatómicamente diseñados.
    • Caminar de espaldas siempre será más difícil e inestable precisamente por no estar diseñados para ello.
  1. Tratan de agarrar desesperadamente la mano armada.
    • Como ya comenté sobre los plazos de acción y reacción del cerebro y las manos, la mano atacante siempre irá unos milisegundos por delante de cualquier intento por parte del atacado.
    • La imposibilidad de un agarre y bloqueo de la mano armada, unido a la normalmente enorme cantidad de sangre producto de los cortes, grandes y pequeños, que recibe, generan cada vez mayor desesperación y con ello la incapacidad de actuar con eficacia.
  1. Algunos, más expertos en teoría, buscan bloquear con los antebrazos y el dorso de las manos, con menor masa muscular.
    • Por desgracia raramente logran bloquear más allá del 10 al 15% de los ataques.
  1. El agresor cierra la distancia y la víctima tiende a abrazar al agresor, con lo que provoca la caída de ambos al suelo.
    • Generando la pérdida de dos factores de seguridad primordiales en este tipo de combate, la distancia y la movilidad.

Ahora busquen en la red noticias sobre este tipo de ataques, un punto muy común que podrán leer o escuchar son frases del tipo: “la víctima recibió múltiples puñaladas”, “en las imágenes se puede observar que el agresor asestó más de 30 puñaladas en los apenas 7 segundos que duró el ataque”. Algo que también es observable en infinidad de videos disponibles. 


Lo cual demuestra que no hablamos de esgrima deportiva donde con un simple “touché” basta para paralizar toda la acción.


El promedio a nivel global en este tipo de acciones es de 15 a 30 puñaladas, y esto es así porque el cuchillo es un arma instintiva natural, convirtiendo el innato puñetazo en algo infinitamente más letal con la agregación de esa “garra” artificial, pero dejando intacto el reflejo de que una vez encima de mi enemigo golpeo sin parar hasta reducirlo.


Ya sea en pie o, con mayor facilidad aun, en el suelo, estos ataques tienden a ser acometidas caóticas, sin pausa y en distintos ángulos, con tendencia a realizarse avanzando, pero también cayendo o ya en el suelo, mientras se agarra a la víctima para evitar que escape.


Más detalles a tener en cuenta.


No es que sea la recomendación estándar ni la más políticamente correcta pero, por suerte, cada vez hay más profesionales armados que explican, con jurisprudencia por delante, que ante un cuchillo ni legal ni éticamente debemos dudar en usar un arma de fuego, después de todo, en cortas distancias un arma blanca es mucho más peligrosa que un arma de fuego.


Esta respuesta, arma de fuego vs arma blanca, es correcta en la mayoría de las ocasiones si es acorde a la situación, por lo que hay que tener en cuenta algún que otro factor asociado.

  • Las distancias en este tipo de enfrentamientos en contadísimas ocasiones permiten no solo despegarse, desenfundar y disparar, sino tan siquiera empuñar la pistola, antes de que el filo llegue a cortar o apuñalar.
  • A menos que el disparo sea certero (cabeza, corazón, área cervical), una persona herida aún es capaz de continuar atacando y apuñalando hasta caer por la pérdida de sangre.

El desconocimiento de todos los factores mostrados en este artículo, generan que la mayoría de los entrenamientos inicien sus técnicas con el agresor mostrando el arma y fuera del alcance del defensor, algo que es, como hemos podido deducir y observar, totalmente opuesto a lo que sucede en la letal realidad. 


Uno de mis más antiguos maestros de Artes marciales, ya fallecido, enseñaba que:


 “Defensa personal es correr e irse a casa, si tu te peleas eso no es defensa personal”.


Situaciones y cuestiones particulares aparte, esta sentencia es tan válida hoy como cuando la escuché por primera vez hace más de 45 años. Si añadimos a esta cita esa otra que cualquier operador armado debe aplicar a modo de oración religiosa:


"Mantén las cosas tan simples como sea posible, pero no más”.


Ya va siendo muy fácil deducir que todas esas técnicas que exigen movimientos complejos no toman en cuenta los tres factores fundamentales que hemos observado.

  • Reacción natural ante el ataque.
  • Patrones reales de ataque.
  • Imposibilidad para ejecutar técnicas complejas en situaciones reales.

Por ejemplo, la necesidad de agarrar la mano que porta el arma, algo que para cualquiera que haya entrenado con simples cuchillos de goma, con rotuladores gruesos a modo de cuchillos, y aun mejor, los odiados por muchos shockknife, sabe lo prácticamente imposible que es ese hipotético agarre dada la velocidad a la que se puede mover una mano armada. En factores de milisegundos como ya vimos. 


Añadan a esta ya enorme combinación de factores el shock incrédulo del ataque, en algunos casos el dolor y sorpresa de los cortes, en entrenamiento no hay tal cosa, junto a lo extremadamente difícil que resulta cualquier agarre con la lubricación que genera la sangre, y ya tienen una ecuación con múltiples factores negativos y un resultado sumamente letal. 


El combate con y contra armas blancas es por definición fluido y dinámico, por lo que defendernos desde una posición estática con una “simple” técnica o un golpe, más simple aun, es cuando menos irreal y fantasioso. Cualquier forcejeo por el arma, buscando quitarle el cuchillo, implica acercarse lo suficiente como para lograr hacerlo, y ahora sabemos que cerrar la distancia genera el reflejo de agarrar en ambos luchadores, algo muy peligroso con un cuchillo en manos de alguien que sabe que si lo pierde muy probablemente morirá.

Algo con lo que no es nada fácil lidiar.

Sé que ya lo he dicho de manera harto repetitivo, pero insistiré ya que va la vida en ello, es el contexto de la situación el que dicta nuestro proceder, o de forma más técnica, el que dicta nuestra estrategia y táctica. En una situación de combate y/o enfrentamiento nos vemos afectados por cientos de factores externos e internos, que en cualquier caso tienen mayor relevancia que la técnica. Algo que muy pocos instructores raras veces introducen en sus clases y entrenamientos.


Un ejemplo que uso a menudo es:


¿Ha considerado si tiene otro cuchillo?

¿U otra arma? 


Yo mismo raramente porto una única herramienta de defensa, ¿porque los posibles adversarios van a actuar de otra manera? En mi experiencia personal raramente un agresor armado lleva una única arma, del tipo que sea, y aún suponiendo que logro desarmarlo de la primera sigo actuando como que estoy ante un individuo “aún” armado.


Debemos también considerar algo que para muchos es una incongruencia, y para unos pocos una verdad absoluta, el hecho de portar un arma, sea esta un arma blanca o una de fuego, en ningún caso implica que tiene la sartén por el mango, y no tenga nada que temer. Ya se porte una navaja, lo mas usual, o cualquier otra arma de impacto o de fuego para defensa personal, debemos tener tres cuestiones muy en cuenta. 

  • La sorpresa.
  • El “desenfunde”.
  • El tiempo que tardará el agresor en "caer" una vez impactado.

Sobre la sorpresa ya he hablado en muchas ensayos anteriores. Respecto al “desenfunde”, piensen en ello con los dos parámetros más básicos a considerar incluso estando alertas, estamos en distancias muy cortas y en medio de un ataque. Como podemos deducir, el simple gesto, bien ensayado y repetido en los entrenamientos controlados, se convierte en, cuando menos, muy difícil e improbable de repetir de forma 100% perfecto. Y mucho más si pensamos que en esas distancias de contacto la respuesta-reflejo innato por razones evolutivas, con un 25% de conexiones neuronales en las manos y un 15% en los brazos, es la de levantar e interponer las extremidades superiores, y es muy difícil que el reflejo adquirido de quitar la mano y llevarla al costado por una arma surja de forma eficaz.


Como instructor de tiro sé que desenfundar y disparar en un rango de entre 1.5 a 2 segundos es una buena marca. Por otro lado, si entrenamos mucho y de forma más o menos diaria, es factible sacar una navaja y abrirla para en el mismo gesto cortar o apuñalar en menos de medio segundo. Incluso es factible desenfundar un cuchillo y emplearlo en menos de un segundo. Imaginen el intervalo si la navaja o cuchillo ya están en la mano. 


Si cruzamos todos esos intervalos de tiempo en una ecuación, descubrimos un dato más que revelador, podemos recibir más de 5 puñaladas mientras estamos intentando sacar el arma que portemos.


Si a ello añadimos dos cuestiones anatómicas más, la ecuación del combate contra un arma blanca toma tintes más que surrealistas.

  • La mayoría de las muertes por corte y/o apuñalamiento son causadas por la pérdida de sangre.
    • Si se pierde sobre el 30%, lo que equivale a más o menos a 1.5 litros, sobreviene el colapso. 
  • Pero perder esa cantidad lleva un tiempo, mayor o menor según se vean afectadas o no las arterias.
    • Mientras sobreviene el colapso el agresor aún tiene capacidad lesiva letal.

Debemos descubrir inmediatamente si estoy herido y si lo está el agresor, y en que grado. Este dato puede ser crucial. Y todo esto a la vez que buscamos tener muy claro cuales deben ser nuestras acciones tras el enfrentamiento, respecto a  uno mismo, al compañero, al agresor/es y el entorno.


Por muchas clases que quiera escribir o impartir es imposible explicar como manejar técnicamente el problema de enfrentar armas blancas, a lo más que me atrevo a aspirar es a intentar  que empleen el menos común de los sentidos, ya saben, el esquivo sentido común.

  • Si no puede eludir el ataque busque cualquier objeto que le ayude a defenderse, una silla, una mochila, su chaqueta a modo de escudo, etc. buscando sobre todo que le permitan mantener distancias. La distancia es amiga.
  • Evite, por todos los medios posibles, que en un enfrentamiento se cierren distancias.
  • No pierdan de vista las manos del agresor.
  • El agresor siempre estará armado, aunque no veamos un arma.
  • Pero sobre todas las premisas, si ve un cuchillo y puede correr… ¡¡¡CORRA!!!

Para terminar les dejo varias cuestiones que parten del último punto de mi personal  triqueta operativa, ya saben, el antes, el durante y el después de cualquier combate, partiendo todas ellas del mentado, y tan ausente, sentido común.

  • Tras cualquier enfrentamiento revísese, y revise a sus compañeros, en busca de heridas.
  • Si está herido busque calmar la respiración para disminuir el ritmo cardíaco y reducir la pérdida de sangre.
  • Si debe moverse es mejor hacerlo lentamente para no acelerar el latido cardiaco, de por si ya más que acelerado.
  • Con heridas en extremidades es necesario mantener la zona afectada en alto.
  • Presionaremos la/s herida/s para detener la hemorragia.
    • Empleando cualquier medio, más técnico o más circunstancial, que permita taponar la pérdida de sangre.
    • El torniquete, por ejemplo, es indudablemente la mejor opción, si hemos aprendido y practicado como usarlo correctamente.
  • La voluntad de vivir es primordial, lo que lo mantendrá con vida si se repite  constantemente que va a vivir, que va a vencer.
  • El subconsciente no tiene sentido del humor ni entiende de matices, si le dice que vencerá, con toda probabilidad así será, si le dice “me va a matar”, ya está Ud. derrotado.

Como expreso en el título, emplear un cuchillo es arriesgarse a sufrir y aplicar fuerza letal. 


Algo con lo que no es nada fácil lidiar y para lo que es necesario una enorme preparación psicológica.


Cuídense y cuiden de los suyos.

5 comentarios:

JÓSE GARZON CARREÑO dijo...

DR. CECILIO ANDRADE, excelente material expuesto por usted, muy propositivo, de gran utilidad y conocimiento. Gracias por compartir e impartir estas instrucciones y capacitaciones

Beñato dijo...

Como siempre un exhaustivo y detallado artículo. Muchas gracias por compartir su tiempo y conocimiento mediante este tipo de escritos.
Un fuerte saludo desde el Norte Don Cecilio.

Anónimo dijo...

Coincido con lo expuesto por Cecilio. Muy bueno el artículo presentado.

Anónimo dijo...

Excelente artículo, maestro.
Tal como deriva la sociedad (por desgrácia) se me antoja literalmente imprescindible.
Muchas grácias.

Anónimo dijo...

Algunos Mtros de defensa personal, venden la fantasía de salir avante, en un conflicto mano armada(cuchillo) cuando la realidad es otra, un artículo para muy interesante, felicidades sigan los éxitos Totales Mtro. Cecilio Andradre. Antetatamente Rolando Hernandez

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