domingo, 25 de febrero de 2024

Trabajando con los detalles del arma larga ... empecemos empuñándola.

Trabajando con los detalles del arma larga ... empecemos empuñándola.


Por Cecilio Andrade.


Vayamos por partes, parafraseando al despreciable destripador de Londres, primero una mano y luego otra.


Empecemos con un contexto de partida.


Cuando hablamos de la mano que empuña y presiona el disparador de un arma larga, las opiniones personales son bastante uniformes ya que, después de todo, tampoco hay tantas opciones, pero con el codo de ese mismo brazo ya es harina de otro costal, ahí si que surgen discrepancias, y muchas. 


Surgen opiniones extremas, desde los que sostienen que es mejor situarlo totalmente levantado hasta los 90º respecto a la vertical, hasta los que abogan por meterse el codo casi en el ombligo, pasando por opiniones fanáticas en todos los ángulos intermedios... imaginen el escenario.


Antes de continuar y entrar en detalles específicos de posiciones y ángulos, respóndanme a una pregunta respecto a las posiciones de ambos codos, cuando un boxeador, luchador de MMA, de eskrima o cualquier Arte Marcial, está en guardia o golpeando, ¿levanta o abre los codos exageradamente?


Luchar es luchar, independientemente de que se porte un fusil, una pistola, una espada, una lanza, o simplemente las manos, y no debe haber diferencias abismales de una a otra forma, salvo en detalles concretos y muy puntuales. Se entrenará y adoptará una posición de en guardia y a partir de ahí se agregan las armas que se deseen, con las mínimas adaptacionesque sean necesarias para su máxima eficacia y rendimiento. 


Veamos el brazo que empuña y dispara.


La función de la mano principal, además de presionar el disparador, es empujar el arma contra el hombro de forma suave, firme, sin excesos y en el lugar correcto. Y no es poco trabajo, créanme, requiere una gran precisión y exactitud de movimientos y control en su ejecución.


Brazo por "dentro" del torso.


Respecto al codo de ese mismo brazo, su posición más extrema es la situada literalmente dentro de la zona del abdomen y tórax. Buscando, hipotéticamente, reducir la silueta frontal a su mínima expresión. Esta posición es sumamente negativa e incluso dañina para una técnica eficaz y fluida de tiro de combate.

  • Meter el codo de esa forma obliga a la columna vertebral a doblarse, forzando los músculos dorsales y trapecios por alargamiento, y a los músculos pectorales por compresión.
  • Elongación que provoca enorme tensión en la zona lumbar y cervical, ya de por si tensa por el estrés de la situación misma, agravándose cuanto mayor tiempo estemos en acción.
  • La compresión pectoral genera en gran medida una reducción de la capacidad pulmonar, precisamente en los momentos en los que es necesario el máximo aporte posible.
  • Con equipo táctico, chaleco con o sin placas, portacargadores, radios, etc., resulta casi imposible de adoptar por el volumen de todo ello al frente, multiplicando todos los efectos negativos anteriores.
  • Con equipo más pesado y completo y/o con operadores de talla reducida, mi caso personal, directamente resulta imposible de adoptar, resultando para el operador la obligación de aplicar dos posiciones distintas según porte equipo o no.
  • La muñeca tiende a una torsión lateral y trasversal al antebrazo para poder alinear el arma con el objetivo, agotando los músculos exteriores y flexores lo cual repercute finalmente en imprecisiones de tiro, debido tanto al agotamiento como a la dificultad del dedo índice para realizar una presión efectiva y lineal sobre el disparador. 
  • En las rotaciones, giros y movimientos en general, se pierde fluidez y flexibilidad, generando cada vez mayor rigidez y brusquedad.
  • Rigidez y brusquedad que a su vez genera falta de estabilidad precisa y rápida del arma, lo que finalmente desemboca en una pérdida de la precisión de los disparos.
  • La necesidad de bajar y subir el arma obliga a reposicionar la culata cada vez respecto al hombro, debiendo entrar y salir de dicha posición cada vez que sube y baja el arma.

Brazo paralelo al torso.


Obviamente es más recomendable una posición del codo más natural y relajada que favorezca la acción el mayor tiempo posible. Lo cual nos lleva a colocar el codo del brazo de empuñamiento paralelo al tórax, formando un bloque con él pero sin comprimirlo, logrando así una serie de beneficios respecto a la incómoda y a veces imposible posición anterior, así como a la que veremos a continuación.

  • Con el codo del brazo de empuñamiento paralelo al tórax este no asoma desde un parapeto u obstáculo, en condiciones urbanas por ejemplo, antes que el arma, por lo que no ofrece un objetivo tentador al adversario.
  • Forma un bloque con el torso permitiendo una silueta homogénea y reducida sin esfuerzo.
  • Biomecánicamente y a nivel muscular, hombros, dorsales y trapecio no están forzados ni hipertensos, con lo cual el cansancio, el esfuerzo generado para contrarrestarlo y las vibraciones por la tensión, tardan más en aparecer, manteniendo la efectividad por mayor tiempo.
  • Al estar ambos brazos pegados al costado y paralelos al torso de forma natural, el esfuerzo muscular también se minimiza en gran parte al repartir el apoyo entre los huesos largos de los brazos y la propia caja torácica.
  • El hecho de trabajar con o sin equipo de protección apenas afecta al codo para la adquisición de esta posición, ya que en ambos casos, se apoya en el costado del tórax.
  • La muñeca no tiene torsión transversal, manteniendo la alineación con el antebrazo, lo que facilita una presión del disparador uniforme, cómoda y eficaz.
  • Las rotaciones y cambios de dirección corporales se ven facilitadas, incluso en movimiento, gracias a la relativa relajación de los músculos implicados.
  • En una combate cuerpo a cuerpo el control del arma es mayor, resultando más difícil bloquear el arma, reduciendo el riesgo de ser desarmado y neutralizado.

Es la más recomendable, siendo invariable respecto al lugar donde se coloque la otra mano, la de apoyo. Algo que veremos más adelante y en un próximo articulo


Brazo en 90º… una herencia histórica.


Veamos ahora la tercera y última posición del brazo que empuña, la del  hombro levantado en 90º, la  más común y hasta no hace mucho casi la única de las posiciones para empuñar y disparar una arma larga. Posición que si nos detenemos un poco a analizarla es bastante forzada, pero al ser para muchos la de toda la vida no suele cuestionarse ni requerir más estudio. 


Se suele razonar que al levantar el codo hasta esos 90º respecto al tronco se crea un hueco donde apoyar la cantonera de la culata de forma firme y sin deslizamientos. Lo cierto es que esto es como todo, correcto hasta cierto punto, pero primero recordemos un poco de Historia Militar para analizarla con detalle y un enfoque correcto. 


Es cierto que con los calibres habituales en pólvora negra, y los empleados hasta mediados del siglo XX con pólvora sin humo, este hueco creado levantando el codo permitía un relativo mejor acople de la culata con el tirador,  aunque no tanto respecto a la absorción del retroceso. Pero con los calibres de combate actuales así como las culatas más cómodas y ergonómicas esto ya es totalmente innecesario fuera de lugar. 


Por otro lado, como sabe todo aquel que haya pasado por el ejército de cualquier nación, en unidades convencionales en particular, el dogmatismo y el uso de procedimientos repetitivos, contrastados, fijos y dentro del mal aplicado concepto "de toda la vida", es la base de su adiestramiento por definición. Con la instrucción de tiro y las formaciones de batalla también, que es a donde quería llegar.


Desde la más remota antigüedad se ha usado el concepto orden cerrado para definir como se organizaban y estructuraban las tropas para presentar batalla. Desde el orden cerrado de las falanges griegas clásicas, hasta el orden abierto de los romanos o el intermedio macedonio, estas distancias se definían con la referencia del contacto con el brazo extendido, el codo o el hombro. 


En las formaciones de honderos, arqueros y ballesteros funcionaba de forma muy similar, con el añadido de requerir un espacio extra para manipular sus armas y a la vez concentrar al máximo sus lanzamientos sobre zonas concretas. 


Con la aparición de las armas de fuego la cosa no cambió mucho, la necesidad de espacio de manipulación y de recarga se debía contrapesar para conseguir disparar andanadas concentradas, compensando la baja precisión de la época con la máxima concentración de proyectiles en una zona dada. Y así se continuó empleando el milenario orden cerrado, marcando con brazos extendidos y codos las distancias e intervalos entre tiradores y líneas. 


Para enseñar de forma inolvidable se hacía repetir a los reclutas miles de veces los mismos pasos y movimientos, para que en el caos de la batalla pensar no fuera ni una herramienta ni una necesidad del soldado de línea. Un hoplita griego, un legionario romano, un arcabucero español o un granadero prusiano, podría dar muy buenas explicaciones de ello sin duda alguna. 


Para cualquier militar moderno la cosa no ha cambiado apenas nada en ese sentido, no tanto para presentar batalla como entonces, sino para esas odiadas formaciones y desfiles, así como para inculcar la pertenencia a un colectivo y minimizar la individualidad del recluta.


El levantar el codo para marcar las distancias entre fusileros, y en teoría aguantar mejor el culatazo del arma, formó parte del discurso de los instructores militares de forma tan repetida a lo largo de varios siglos, que para todo el mundo se convirtió en sinónimo de tiro con arma larga. 


La repetición sistemática y sin dudar hasta que se generó ese reflejo adquirido que ha llegado a través de los siglos, y de los millones de reclutas a los que se le implantó de forma tan firme. Incluso personas que jamás han usado un fusil o escopeta levantan el codo de forma aparentemente natural. Pero lo cierto es que al contrario que una lanza o una piedra usar armas de fuego no es natural, pese a lo cual este gesto ya ha pasado al acerbo del ser humano de forma casi innata.


Veamos unos puntos, entre muchos otros:

  • Lo cierto es que para el tiro en sí no mejora en gran medida la precisión ni la estabilidad del arma.
  • Mantener el codo levantado genera cansancio en operaciones de gran duración y exigencia.
  • La desalineación transversal de la muñeca puede, no a todo el mundo ciertamente, generar tensiones que afecten a la forma de presionar el disparador y a la precisión.
  • Si bien levantar el codo puede ayudar en cierta medida a guardar el equilibrio vertical en una posición estática, en la realización de movimientos, aun los simples de avance y retroceso, estos tienden a ralentizarse y perder fluidez.
  • En movimientos que impliquen cambios de dirección, ritmo o alineación del arma estos cambios tienden a ser sincopados, bruscos y poco fluidos.
  • Bajar el arma de la línea de tiro genera una mayor tensión en el hombro si se quiere mantener el codo levantado.
  • Si se baja el codo con el arma al volver recuperar la posición de tiro se generan mayores vibraciones en la adquisición de la posición.
  • En una ataque muy cercano, de contacto, habitual en entorno urbano, es muy fácil bloquear codo y brazo alzado para con un sencillo gesto inmovilizar y/o desarmar al operador .
  • El codo ofrece un blanco muy rentable en las condiciones del combate cercano y/o urbano.
  • Por último, en condiciones urbanas o con obstáculos verticales, es muy fácil golpearse este codo de una forma más o menos severa, algo de lo que puedo dar un doloroso ejemplo.


Una leve pincelada sobre el brazo de apoyo.


Nada mejor en este caso que empezar con una cita.


“El campo de las Artes Marciales abunda particularmente de esgrimas vistosas, con popularización comercial y aprovechamiento (…) 

La consecuencia de esto es que (…) 

las Artes Marciales de aficionados son origen de grandes heridas”


Bonita cita ¿verdad? Pareciera extraído de algún artículo de cualquier revista, web o blog tan en boga en nuestros tiempos. Lo cierto es que no es así, fue escrito en 1643 por un “tal” Miyamoto Musashi, un “simple” espadachín de la época. 


Si son un poco curiosos podrán localizar infinidad de textos similares y de muchos otros autores y épocas, por lo que imagino que esta cuestión debe ser algo intrínseco al ser humano, y por ello nada nuevo independiente de época, sociedad o cultura. Esto es lo que convierte analizar, contrastar, evaluar, probar y, en definitivas cuentas, pensar, en el verdadero y único arsenal que necesitamos. 


Después de todo ¿cuál es la más poderosa de las armas que posee el ser humano?


En muchas publicaciones anteriores e seminarios prácticos ya comenté el cansancio como factor a considerar, y aún así seguro que muchos de Uds. pensarán cosas del tipo como:


 “Eso demuestra que es un mal operador”.

“Eso se arregla entrenando hasta que no se note el peso del arma”

Sobre lo primero es más una cuestión de grandes egos que de otra cosa así que por tanto mejor dejaré su estudio a profesionales más capacitados.


Sobre lo segundo, lamento decir que es uno de los errores más comunes, olvidar que todos nos cansamos, que los músculos tienen límites, aun siendo la persona más fuerte y en forma del mundo. Que además el estrés, con su coctel químico y hormonal, aumentan fuerza y respuesta en un muy corto plazo de tiempo, pero a mayor esfuerzo y duración de este, esta capacidad no solo desaparece si no que deja las capacidades mermadas muy por debajo de lo normal. Es por ello que muchos operadores, tras una acción armada, comentan los grandes dolores musculares que sufren. El cuerpo ha trabajado a máxima capacidad y pasa factura. 


Pregunten a los fanáticos de los vehículos carreras, ¿qué ocurre con un motor potente si además de la mezcla de gasolina le añadimos el oxido nitroso de "Rapidos y Furiosos" de forma continuada? Pues ese mismo motor somos todos operando con estrés. 


Guste reconocerlo o no, nadie está libre del agotamiento, y si bien el entrenamiento físico ayudan a retrasar su aparición, una combinación correcta y adaptada de técnicas variadas permite retardar mucho más su aparición, siendo operativos más tiempo sin ver mermadas sustancialmente las habilidades vitales.


El codo del brazo de apoyo puede estar situado bajo el arma, casi en su vertical, o lo más cerca posible del eje longitudinal del arma sin que se encuentre incómodo o forzado. Desde esta posición resultará relativamente fácil cambiar de objetivos con ligeros toques, empujando o tirando. Lo cual es mucho más eficaz, seguro, rápido y preciso que rotar todo el tronco superior.


La dirección general del brazo de apoyo debe dirigirse hacia el objetivo, sin tomar una posición exageradamente forzada ni tensa, sin forzar articulaciones ni músculos. El codo no debe levantarse ni aletear, aunque en algunas posiciones no apuntara hacia abajo si no a un costado, aun así mantendrá la dirección definida por el hombro y mano respecto al arma y el objetivo a batir. Sin ejercer una excesiva fuerza de agarre que genera temblores en la alineación, además de una pérdida más rápida de capacidades motoras por agotamiento.


Tras esto, ¿dónde situar la mano de apoyo? 


Dependiendo de a quien se pregunte puede listarse un catalogo demasiado largo de posiciones de tiro con arma larga según el instructor que decida enseñar dónde y cómo se sitúe la mano de apoyo. 


Resumiendo todo un poco realmente todo se queda en tan solo tres posibilidades, a modo de algo válido para por lo menos hacerlas manejables a nivel de estudio y adiestramiento, definiendo ventajas y desventajas según capacidad personal, situación y entorno. A saber:


- Posición recogida.

- Posición extendida o alargada.

- Posiciones intermedias.


Pero su detalle lo dejaré para un futuro artículo.


Antes de terminar permítanme una digresión. 


Habrán notado, unos más que otros, que utilizo conceptos como mano o brazo de apoyo y de empuñe, y también sé que tienen en mente otros términos como mano/brazo fuerte y débilhábil e inhábil  cuando no directamente tonta o torpe, o la simple diferenciación de derecha e izquierda. También habrán notado que analizo mucho el tema del subconsciente, y por ello aprendí que este no tiene sentido del humor. Decirle a una parte de nuestra anatomía débil, torpe o tonta, es el mejor camino para convertirlo en realidad. Usen siempre términos positivos para describirlo, ayudará a sacar mejor uso de ese miembro. 


Por otro lado, la supuesta mano tonta, torpe o débil, monta el cerrojo del fusil, cambia cargadores, subsana interrupciones básicas, dirige y alinea el arma, soporta el peso…. ¿se me olvida algo? 


Y mientras, la mano que empuña ¿qué hace? Si, manipula selector de tiro, en algunos fusiles el reten del cargador (no en todos), presiona el disparador, mantiene el arma apoyada con la cantonera en su lugar del hombro. 


Visto así, de verdad creen que esas definiciones negativas ¿se ajustan a la realidad? 


El empleo de los conceptos mano que empuña y mano de apoyo, en lugar de los términos de derecha e izquierda surge por la simple razón de que el 13% de la humanidad varón es zurda natural, a día de hoy hablamos de cerca de 500 millones de individuos; en el caso de las féminas es el 9%, con casi 360 millones de damas zurdas. 


Es por todo ello que prefiero aplicar un concepto general para que cada cual emplee y aplique la técnica a su particular lateralidad.


Cuídense y cuiden de los suyos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente nota maestro, gracias 💪🏼

Publicar un comentario

Gracias por su tiempo y su comentario.
Por motivos de seguridad se requiere revisión de todo lo comentado, en breve se autorizará su publicación.
Cuídese y cuide de los suyos.