domingo, 7 de abril de 2024

Reflejos instintivos y reflejos adquiridos como parte del combate, algo más a tener en cuenta.

Reflejos instintivos y reflejos adquiridos como parte del combate, algo más a tener en cuenta.

Por Cecilio Andrade.

Uno de esos reflejos innatos que todos poseemos, el mismo que a veces afecta a esa parte del ego que nos hace vernos como héroes sin miedo y sin tacha, es el sobresalto, esa rápida e involuntaria contracción de los músculos diseñada para apartarnos de una súbita amenaza. Lo dispara un potente sonido o un objeto que se aproxime a gran velocidad dentro del campo visual.

 Respecto al último párrafo, siempre me ha resultado asombrosa la forma de detectar y eludir un objeto a punto de impactarnos, la increíble sutileza que implica el cálculo exacto de la relación entre la expansión simétrica de una sombra con el campo visual, siendo esta relación lo que genera el sobresalto. 

La sombra en expansión indica que se aproxima un objeto y su simetría que se dirige directamente hacia nosotros. Este seguimiento preconsciente está tan perfectamente calibrado que si la sombra se expande asimétricamente, el cerebro calcula, con un margen error de tan solo cinco grados, que el objeto no le impactará, en cuyo caso la respuesta de sobresalto no se dispara. 

El sobresalto, desde el estímulo sensorial a la contracción muscular, es excepcionalmente rápido, la reacción de apartar la cabeza se produce en tan sólo 70 milisegundos (e.a. ms); la del torso, más lejos del cerebro, es de aproximadamente 100 ms. 

En ambos casos es lo mismo que tarda un luchador profesional en apartar la cabeza e interponer su brazo en la trayectoria de un puñetazo, antes de comenzar a mover el resto del cuerpo y sacarlo de la línea de ataque. Un luchador experto, de cualquier disciplina, armas a emplear o profesión, emplea ese reflejo instintivo de sobresalto para lograr tiempos de respuesta casi inhumanos, logrando desviar y/o eludir el ataque en el brevísimo tiempo con el que cuenta si el ataque se dirige directamente a la cabeza.

Sin duda todos tenemos “poderes” dignos de los universos de Marvel o DC Cómics. ¿No lo creen así?

Los seres humanos han aprendido un amplio abanico de movimientos en los que la Evolución poco ha podido intervenir, en los deportes, la caza, la danza, el combate e incluso las relaciones sociales. 

¿Es posible que estos movimientos aprendidos lleguen a hacerse tan habituales que su velocidad se acerque a los innatos y/o a los que se requieren para sobrevivir? ¿Ya sea esta supervivencia en combate o en una reunión social? 

Lo es, y para ello es necesario conocer un principio básico en lo referente a los reflejos y conductas automáticas, a saber:

Cuanto más ascendemos en el sistema nervioso, pasando de la espina dorsal al tronco cerebral y al córtex, procesador del movimiento voluntario, más neuronas intervienen, más largas son las distancias que cubren las señales nerviosas y más lenta es la respuesta. 

Por tanto, para aumentar la velocidad de estas reacciones, el cerebro busca delegar el control del movimiento, una vez aprendido, a las regiones inferiores del cerebro, lease subconscientes, donde se almacenan los programas de acciones irreflexivas, instintivas, automáticas y habituales. Muchas de estas conductas aprendidas, y ahora automáticas, pueden ser activadas en tan sólo 120 ms. Hablamos de lo que comúnmente se denomina memoria muscular, que sin estar archivada en los músculos ni en los circuitos nerviosos que los mueven, si tiene sentido su denominación al tener sus propios grupos de neuronas y sendas hacia los mismos para gestionar estas reacciones adquiridas.

Si se pudiera iluminar, en realidad se puede hasta cierto punto y contexto, la actividad cerebral de un profesional armado mientras realiza ejercicios de aprendizaje con armas, veríamos iluminarse grandes zonas del cerebro, debido al complejo proceso de aprendizaje, asociación y control de movimientos voluntarios. Una vez que se dominan las técnicas los movimientos se convierten en reflejos adquiridos, por lo que la actividad cerebral del córtex desciende. El cerebro consume mucha menos glucosa y oxígeno, a la vez que su velocidad de reacción se ha incrementado notablemente. Lo que traducido a algo más cotidiano implica que una vez dominada la técnica ya no se piensa para actuar.

Estudios realizados en esta línea de trabajo apoyan un antiguo concepto de aprendizaje y conducta humana, según el cual, cuando el aprendizaje está en sus comienzos se es inconsciente de la propia incompetencia, para pasar posteriormente a la fase en la que se toma conciencia de dicha incompetencia. posteriormente, cuando comienza el aprendizaje, se pasa a la competencia consciente, y es entonces, al dominar la nueva habilidad y al final del entrenamiento, cuando se llega a la competencia inconsciente

Pensar para actuar es algo que se hace cuando no sé es suficientemente hábil en una actividad.

En este punto, por cierto y por desgracia, muchos egos deciden quedar anclados  voluntariamente en las primeras partes del aprendizaje, conscientemente incompetente, o peor aun, en la del intencionalmente incompetente... después de todo les resulta menos arriesgado para su ego...  y se suda menos... Aunque sin duda habla mucho y mal de su ética profesional.

Enfrentamiento, combate, estrés y fisiología.

Antes de continuar, siendo irreverente, el encabezamiento de este apartado es algo sobre lo que todo el mundo sabe y entiende.… ¿verdad que sí?

Muchos textos técnicos sobre estrés y fisiología son realmente eso, totalmente técnicos, ya que la mayoría de las veces están dirigidos a personal especializado, con unas necesidades profesionales muy concretas y en muchos casos lejos de las calles y campos de batalla. También hay otros trabajos no tan específicos que siendo dirigidos a personal menos técnico, y con necesidades más de andar por casa, se vuelven inexactos y enrevesados. 

Como con todo, a veces es mejor un término medio para intentar hacer más accesible un tema tan específico, a modo de un primer y firme paso que genere el interés y cimientos suficientes para introducirse en los trabajos más especializados de buenos profesionales.


Primeras cuestiones:

  • ¿Cómo reacciona el organismo ante el estrés y la ansiedad?
  • ¿Desde el aspecto de la biología?
  • ¿Y el de la fisiología
  • ¿Cómo la mente afecta al organismo


Nada nuevo, tan solo  la ya vieja jihad interna entre pensamientos, emociones y cuerpo. 

Partiendo de que ansiedad y estrés son popularmente consideradas sinónimas, sin duda por las interrelaciones tan íntimas y profundas, así como sus efectos muy similares a nivel corporal, debemos tener claro que no siempre son lo mismo ni surgen de la misma vía o razón. 

Ante una entrevista para un empleo, una reunión con el/la “ex” con quien no se terminó del todo bien, un trabajo para el que no estamos seguros de estar capacitados, un oficial de protección, un policía o militar que entra en una zona que sabe que no es segura y no será bien recibido, etc., es muy común sentir ansiedad, y que esta acabe desembocando en un cuadro de estrés. 

Ante un ataque por sorpresa, una agresión, un susto en lenguaje coloquial, directamente se genera estrés, sin pasar por la fase de ansiedad, que normalmente aparece posteriormente. 

Obviamente todo lo anterior es muy genérico, demasiado resumido dirán muchos justificadamente, sin considerar lo que diría un profesional de la Psicología, y pido disculpas sobre ello. Siguiendo con la filosofía de escribir una artículo de andar por casa, la ansiedad se apoya en cuatro puntos que parten de uno inicial, pensamientos que anticipan situaciones negativas. A saber:
  • Lo que se piensa anticipadamente.
  • Lo que los pensamientos afectan a las emociones.
  • Lo que las emociones generan al organismo.
  • Y como se comporta el cuerpo y la  mente a consecuencia de ello, su proceder.
Como ya comenté en textos anteriores, el cerebro recibe muchísima más información de la que es posible procesar conscientemente. Y si bien este proceso subconsciente es de gran ayuda a la supervivencia como especie e individuo en general, en algunos casos genera problemas como la ansiedad, que comparada con un iceberg es tan solo lo ínfimo que asoma a la superficie. 

A veces mucha información es demasiada información, lo que lleva a actuaciones erróneas y negativas. La ansiedad surge del pensamiento consciente, pudiendo desde ella llegar al cuadro de estrés. Es obvio que ansiedad y estrés sin ser lo mismo suelen ir de la mano, apoyándose íntimamente.

Normalmente es el sistema descendente o consciente el responsable de las acciones, el sistema ascendente o subconsciente solo emite datos fríos y concretos, siendo el consciente el que no interpreta correctamente la información que recibe del subconsciente. Añadan a eso los problemas y trabas que la sociedad, cultura y educación recibida pone a esa información y su interpretación, y ya tenemos la escena del drama.  

Pero el estrés producto de una agresión directa y sorpresiva no pasa por el primer punto, el pensamiento consciente ya no actúa, entrando en liza directamente las emociones. Ante un ataque sorpresivo el orden sería:
  • Frente al ataque aparecen determinadas emociones, normalmente sorpresa e incredulidad o negación.
  • Las emociones actúan sobre el organismo generando reacciones químicas, hormonales y nerviosas.
  • En base a dichas reacciones se actúa y responde físicamente.
Respecto a los factores de pensamiento y emociones, es necesario generar autoconfianzaautoevaluacióncapacidadeshabilidadesescucharse a uno mismo, observar y ver, etc. en definitiva, mejorar y ampliar la capacidad de captar y procesar información interna y externa. Saber es poder, enseña el dicho popular, lo que no puede ser más cierto que en el caso que nos ocupa. 

Lo que la biología hace con el organismo, con la fisiología del mismo, es necesario verlo desde una ventana muy amplia y general, una ventana apta para todo tipo de observadores, no solo para operadores armados de unidades de élite o psicólogos especializados.

La importancia de observar activamente.

Algo que se escucha y se lee muchas veces en boca de infinidad de tiradores, es sobre lo imposible de entrenar todas las necesidades que un enfrentamiento armado exige, que para hacerlo bien hay que enfrentarse a ello muchas veces, que solo un instructor que haya visto el toro puede acercarse a plasmar un mínimo de lo que se necesita para sobrevivir.

Realmente, en la sociedad actual:
  • ¿Es esto cierto?
  • ¿Cuántos de los catalogados como instructores han estado en esa delgada línea roja? ¿o azul? ¿o caqui? 
  • ¿Tan difícil es diseñar entrenamientos que agudicen las capacidades que permitan tener garantías de supervivencia en un enfrentamiento?
  • ¿Se necesitan carísimos medios técnicos de última generación para lograrlo? 
Lo cierto, por más que a muchos les suene a filosofía barata, es que querer es la mitad de poder, la otra mitad es saber que se quiere lograr y cómo alcanzarlo. Lo que en este caso es relativamente simple:


Entrenar las capacidades que permitirán regresar intactos a casa por el propio pie.


En casi todas las clases que imparto, tanto teóricas como prácticas, surge el mismo punto, con todas las capacidades para generar y ampliar, ¿existen ejercicios que ayuden a ello y a sobrevivir a un enfrentamiento? 

La respuesta siempre es la misma, sí, tanto por partes como en conjunto, y para ello no son necesarias caras equipaciones, ni escenarios o escenografías inmensas, rebuscadas y circenses, tampoco tragarse miles de minutos de Youtube tratando de discernir si el protagonista del videoclip, pretende emular al trapecista, al domador de fieras o simplemente al payaso de ese circo virtual.

Pensar, tan solo algo tan simple y natural como pensar, y ahí con ello es cuando surge la antiquísima y, para muchos, misteriosa técnica multifuncional de leer, analizar, investigar, probar, evaluar, volver a probar, contrastar, etc. Técnica no por más lógica, contrastada y milenaria es más o mejor usada hoy en día. 

Es posible crear coherentes, claros, sencillos y eficaces ejercicios para entrenar de forma realista. Y no solo real por el uso de munición, si no por sus aplicaciones en un enfrentamiento, así como por todas las posibilidades de ampliación y perfeccionamiento que pueden aportar con mínimas modificaciones. 

Existen ejercicios tan antiguos, en distintas formas y objetivos, como el mismo uso de armas de proyectiles por la humanidad; y los mejores generan muchas adaptaciones, modificaciones y distintas variaciones, unas veces por motivos prácticos y descriptivos, pero también por cuestiones más ególatras y de personalismo. Los más interesantes buscan mejorar las capacidades de observación, orientación, decisión y actuación (OODA) a la hora de emplear, o decidir no hacerlo, un arma de fuego.

Es muy común observar ejercicios en los cuales el tirador o tiradores, de espaldas al blanco, a una señal determinada, normalmente un pitido, giren desenfundando, para antes de terminar el giro estar ya disparando, con una eficacia mayor o menor según sus habilidades, sobre unos blancos bien definidos. ¿Es esto real? 

Ciertamente existen casos en los cuales no solo es necesidad si no además es imprescindible para lograr una mínima probabilidad de supervivencia, y es bueno entrenarlo además como respuesta motora inmediata y eficaz. Pero, alguno de Uds., operadores armados o legítimos usuarios, ¿imaginan escuchar una voz de alarma para instantáneamente girar mientras desenfundan y dirigen su arma al bulto situado a su espalda? Y hablo solo de apuntar o encañonar, ni comento si disparan. 

Estén mirando su Smartphone de última generación, por tanto en condición blanca, o pendientes de su entorno y vigilantes, condición amarilla o naranja, lo que ocurrirá es lo que sigue:
  • Girarán primero la cabeza, con mayor o menor velocidad, para Observar que ocurre.
  • Tras lo cual el cerebro se Orientará deduciendo que está pasando.
  • Con dichos datos Decidirá cual debe ser la respuesta más eficaz y correcta.
  • Y por último Actuará, si esa actuación es más o menos eficaz y correcta ya es otro cantar.
Les agrade o no, lo crean correcto o no, el hecho real es que siempre se actúa así, el cerebro cubre dicho ciclo de forma innata. Si esto no funcionara imaginen la de inocentes transeúntes que serían “baleados “ en las calles de cualquier urbe como consecuencia de una reacción de sorpresa, giro y disparo por…. el petardeo de un tubo de escape atorado. 

Lo correcto, natural e instintivo es ver antes de actuar, girar la cabeza ante algo imprevisto. Lo legal y ético es observar y saber con exactitud a que se dispara y si debe hacerse, así de simple. 

"¿Observar primero? Tonterías.
Lo único que cuenta es ser el más rápido, el resto son excusas de  ineptos..."  

Es lo que suelen decir ¿verdad? Lo cierto es que si ud, estimado lector, no pretende actuar como un mal sicario debe aprender a observar activamente, debe aprender a ver antes de actuar.

Por último, en un enfrentamiento no habrá silbatos, pitidos ni nada similar que haga que un cerebro decida actuar, lo más cercano serán voces, y en el peor de los casos disparos. Por ello los timer deben ser empleados como herramientas de apoyo para evaluar mejoras y avances o retrocesos, no como prueba directa de lo maravillosamente rápido que disparamos ante los que nos observan desde Youtube u otras redes sociales.


Cuídense y cuiden de los suyos.

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