Principios Básicos respecto a Técnicas Avanzadas… ¿de verdad son incompatibles?
Por Cecilio Andrade.
Un cuestión sin duda alguna ya clásica respecto al tiro y el trabajo con armas ... “Principios Básicos versus Técnicas Avanzadas”. E insisto en la pregunta del título, ¿de verdad son incompatibles?
“No existe eso de Técnicas Avanzadas de tiro, en realidad solo son aplicaciones avanzadas de los Principios Básicos de siempre”.
Esta frase de Ron Avery, por nombrar a uno de los grandes Maestros de Armas que de una forma u otra la han pronunciado a lo largo de la Historia, otro más antiguo fue Miyamoto Musashi, es una de las más grandes verdades que se pueden leer y/o escuchar en referencia a la lucha en general, aunque él la aplicó a su especialidad concreta del trabajo con armas de fuego.
A todo el mundo le gusta pensar que descubre o inventa algo innovador, algo en lo que nadie ha pensado, y que solo se le ha ocurrido a él. Pero lo cierto es que pocas cosas son 100% nuevas.
¿No me creen? Piensen en Robin Hood o Guillermo Tell, y ahora pregúntense si les resultaría tan difícil comprender los principios aplicables al tiro con un Remington 700 para alcanzar un blanco lejano con precisión.
Pues lo mismo podemos hacer con todos los demás Principios Básicos aplicables al combate. Ciertamente, como decía madame Pompadour :
“No hay nada nuevo bajo el Sol”.
La función de cualquier posición de tiro, de cualquier modalidad y arma, desde lanzar piedras a mano a disparar una pieza de artillería, es simplemente conseguir la estabilidad que permita la precisión necesaria para alcanzar un objetivo con seguridad y efectividad.
Lo que significa que absolutamente todas las posiciones de tiro que un operador puede y debe usar son simple y llanamente modificaciones y adaptaciones, que en todos los casos deben cumplir los mismos Principios Básicos, no importa si ese tiro es estático o dinámico.
En este contexto, pese a que muchas veces se aplique solo para posiciones a cubierto en estático, en el ámbito del tiro táctico la posición en pie debe considerarse siempre eminentemente dinámica. Pero aún considerando las posiciones desde conceptos estáticos, esto no debe hacernos pensar de forma inmovilista, sería el mayor de los errores en el ámbito del tiro operativo.
Por muy estática que sea una posición, a la hora de ejecutar la acción de fuego debe cumplir dos parámetros dinámicos muy claros, a saber:
- Rapidez de adopción.
- Rapidez de modificarla para moverse y/o cambiar de objetivo.
Ambos puntos implican características dinámicas, que aunque fáciles de cumplir en apariencia, en algunos de los casos y posiciones que es necesario estudiar, pueden generar detalles adversos que hay que tener en cuenta para cada situación específica.
Una posición rápida de adoptar y de deshacer suele implicar, aunque no siempre, baja estabilidad en el tiro. Lo cual no las hace desaconsejables en todas las circunstancias, ya que la calidad y cantidad del entrenamiento previo, el entorno operativo donde se aplicará y la propia capacidad personal, entre otros factores, serán los condicionantes que permitirán ejecutar cualquier acción y/o posición con éxito.
Para comprobar que una posición de tiro es correcta, el cuerpo, por medio de la Propiocepción, debe reconocer y ser capaz de aplicar lo que en tiro estático se denomina parada. Y aquí viene la pregunta “¿Hacer Parada? ¿En el tiro dinámico?
Pues si, hablamos básicamente de que el cuerpo logre su equilibrio y estabilidad para poder colocar la línea de fuego del arma exactamente dónde y cómo se necesita, una y otra vez. Esto se consigue con apoyos en los huesos, no en los músculos. Músculos que pueden sufrir mayor o menor tensión, agotamiento, extensión, contracción, etc. variables e inconstantes. Los huesos por otro lado son fijos y no modifican sus características respecto al tiro.
Con un entrenamiento metódico y continuado es muy fácil lograr reconocer de forma instintiva si la posición es correcta. ¿Recuerdan qué ya les comenté algo sobre el sentido de la Propiocepción en otros artículos? Pues sí. Al definir la parada de cada posición a adoptar, cada una de ellas generará sus propias sensaciones específicas, debiendo reconocer la relación corporal de esta respecto al control sobre el blanco. De esta forma, aparentemente sencilla, al adoptar la posición de tiro el arma queda alineada de manera natural sobre el objetivo, sin apenas necesitar corrección alguna.
Una vez logrado esto, es necesario seguir repitiéndolo hasta que no haya que realizar ajustes. Entonces es cuando se deben agregar nuevas situaciones, nuevos obstáculos y/o nuevos escenarios, con la idea de buscar alcanzar de nuevo esa relación propioceptiva identificable y repetible para cualquier circunstancia, buscando conseguir de forma repetida y repetible la naturalidad y suavidad en su aplicación.
Un pequeño inciso para no confundir, en muchos manuales y artículos se usa el acrónimo anglosajón NPOA (Natural Point Of Aim), punto natural de puntería, para definir lo mismo que en castellano se aplica con el termino parada. Si al traducir el acrónimo le sustituyen Point (punto) por Position (posición) quizás la definición se ajuste más y les ayude a visualizar mejor el concepto en castellano.
La excelencia partiendo de lo básico y simple.
Buscar esa hipotética, e inalcanzable, excelencia partiendo de lo básico y simple es…¿sencillo? Sin duda alguna no lo es… requiere tres bienes cada vez más escasos y caros, disciplina, esfuerzo y sacrificio.
Existe una muy vieja sentencia que en distintos formatos y combinaciones culturales, viene a decir algo como que:
“El luchador victorioso estudia antes y combate después, los demás, los perdedores, luchan primero y son vencidos.”
Personalmente le añado:
”…y si por suerte sobreviven, y son medianamente inteligentes, analizan porque perdieron”.
Aunque es bien sabido lo común que es culpar a los astros, los espíritus, la envidia, un suelo poco amistoso o cualquier otra excusa. Tranquilidad, hoy no diré mi frase escatológica sobre las excusas y una parte mal olorosa de la anatomía.
Me consta que en la políticamente correcta, y voluntariamente mediocre, sociedad actual usar el término perder y derrotado pueda parecer muy típico de un censor crítico y pagado de sí mismo. Por desgracia, la vida real, en su aspecto de luchar por algo, no suele ser amable ni condescendiente con los errores, y, por cierto, muy políticamente incorrecta.
Luchar por un segundo puesto, cuando el precio de la derrota es la vida, solo da como único resultado la derrota definitiva. Por ello es tan importante dominar las bases del trabajo con armas, sin concentrarnos exclusivamente en hacer “lindos” agujeritos perfectos en un cartón numerado. Es necesario tener perfectamente claro que tan importante como presionar el disparador y apuntar bien, es tener antes el arma bien empuñada, reconociendo que ese buscado y necesario buen empuñamiento parte no del arma ya enfrentada a un agresor, si no desde el mismo momento en el que se coloca sobre el cuerpo, desde la portación.
Es por ello que el adiestramiento previo cobra tal importancia, la repetición metódica y sistemática de un procedimiento y su secuencia para lograr convertirla en una acción instintiva adquirida, en un reflejo como vimos en algún artículo anterior. Perfeccionándola hasta el punto de hacerla tan propia como los instintos más primarios, atávicos y biológicos. Sin un esmerado entrenamiento previo esto no será posible.
Igualmente, descuidar el mantenimiento de este reflejo adquirido implica que su ejecución pierda suavidad, sutileza y fluidez, aun en el caso de que no perdamos la capacidad del todo. Recuerden el ejemplo de la bicicleta, que sin perder la habilidad de mantener el equilibrio una vez lo aprendimos, si perdemos la capacidad de hacer “caballitos” como cuando éramos adolescentes.
Respecto al adiestramiento con armas, mi pasado militar me ha imbuido del concepto de aprendizaje “por tiempos”, aplicado principalmente para el orden cerrado, pero muy útil para dominar cualquier técnica que requiera habilidades motoras más o menos complicadas y/o finas. La idea, estoy seguro de ello, es clara para todos, aprendemos cada movimiento aislado hasta que lo dominamos, haciendo lo mismo con cada movimiento requerido para la secuencia completa. Al final unimos y enlazamos esos movimientos, aprendidos de forma aislada, para convertirlos en una secuencia única y fluida. Lo “curioso” es que esto es válido para cualquier aprendizaje mecánico, no solo con armas.
Tomemos como ejemplo el desenfunde y presentación de una pistola. Para ello primero localizaremos los tiempos que debemos analizar y entrenar, pudiendo definir los actos principales para desenfundar una pistola partiendo de tan solo tres puntos, los cuales parecen muy sencillos si obviamos que cada uno de ellos tiene una infinidad de microgestos y detalles, los cuales necesitan un trabajo detallado, esmerado, profundo, analítico e inteligente para ser capaces de dar suavidad, fluidez, efectividad, precisión y seguridad a la acción completa. A saber:
- Traslado de la mano y agarre.
- Extracción del arma.
- Presentación final.
No importa que las posiciones corporales de partida, antes de cada desenfunde, pueden ser tan infinitas como las circunstancias que se enfrenten, para aprender y perfeccionar es obligado comenzar con una forma sencilla y básica.
Un tirador diestro, por ejemplo, se colocará de tal manera que su cadera este en aproximadamente 45º respecto al objetivo usado como referencia. Con ello se logra que el pie izquierdo, adelantado, apunte al objetivo; y el derecho, un poco atrasado, se dirigirá unos 90º aproximados a la derecha. La distancia de ambos pies será más o menos la misma que la anchura de los hombros, en la forma más cómoda y relajada posible dadas las circunstancias.
Si se dan cuenta es una simple posición de alerta y vigilancia, de guardia sin guardia, que dirían los practicantes de artes marciales tradicionales. Los ojos jamás pierden de vista a la amenaza, antes, durante, ni después de la acción puntual.
Partiendo de lo básico.
Cuídense y cuiden de los suyos.
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