domingo, 9 de junio de 2024

Tenemos la obligación ética de mantenernos siempre a la ofensiva…

  Tenemos la obligación ética de mantenernos siempre a la ofensiva…

Por Cecilio Andrade.


El título que resultó antes de la corrección de estilo del presente artículo era mucho más descriptivo pero quizá demasiado largo. Aun así me pareció importante mantener la idea del mismo, por ello se lo transcribo: 


Tenemos la obligación vital de mantenernos siempre a la ofensiva… generando nuevas sendas, jamás donde conduzca el camino sino por dónde aun no hay camino”. 


Como dije, muy descriptivo pero demasiado largo.


La inmensa mayoría de las personas, incluidos todos los colectivos de profesionales armados, circulan por la vida adoptando una deplorable y políticamente correcta actitud puramente defensiva; con lo que cuando las cosas se salen de su cómoda rutina del “nunca pasa nada”, “se perfectamente como responder”, “he visto como lo hace Kevin Costner en Youtube”, etc., acaban como un caracol, enroscados para capear y ver como pasa el temporal. 


No pretendo decir con esto que una actitud defensiva sea incorrecta o perjudicial, muy al contrario, es algo necesario y exigible … para toda preparación previa, en el “antes”, a cualquier situación de enfrentamiento, no para el enfrentamiento en si, no para el “durante” del enfrentamiento. 


Estar atrincherados de forma permanente en una posición mental únicamente defensiva tan solo genera la actitud de esperar, desear y rezar para que las cosas salgan bien sin hacer nada. 


En mi trabajo, tanto como asesor o analista de seguridad como en el campo puramente operativo, he cultivado, afortunadamente, el hábito de ponerme siempre en el peor escenario posible y luego doblar las posibilidades de fracaso, para con ello, además de triplicar la seguridad de mis líneas de actuación, evitar que un error de juicio acabe siendo fatal. 


Diagnostíquenme un cuadro de paranoia si se sienten aliviados con ello.


Pese a todo considero que es necesario, y obligado, analizar todas las potenciales situaciones, preparándose para lo peor con planes, de contingencia, de emergencia, de evasión, llámenlos como gusten. Lo que realmente importa es que existan dichos planes genéricos, fruto de análisis previos, que les permitan actuar sin dudar a la primera oportunidad que les de una razón para activarlos. 


Para ello debemos estar siempre preparados para actuar bajo cualquier circunstancia, sabiendo sin duda alguna, de forma interna e inapelable, que “ganaremos siempre” que nos toque defender nuestra integridad o la de terceros. Para lograr todo esto es necesario cambiar de actitudes, adoptando una forma de pensar que nos permita estar a la ofensiva en toda circunstancia.


Olviden las letales tonterías mentales que implica emplear un lenguaje defensivo y políticamente correcto, el cual les generará, sin darse cuenta, que entrenen para responder lentamente o no responder en absoluto a las situaciones y amenazas reales. Cambiar el lenguaje les hará cambiar su conducta. 


Palabras incorrectas harán que su mente genere instrucciones al cuerpo para que se retire, proteja y baje la velocidad. Las palabras suscitan imágenes, si las imágenes de la mente son defensivas y débiles, así serán sus reacciones, defensivas, reactivas, débiles y dubitativas, en lugar de las que debe realizar, ofensivas, productivas, fuertes y enérgicas. De cada uno de nosotros depende el socavar o no nuestra capacidad de actuar totalmente concienciados.


Podemos ser atacados en cualquier momento y en cualquier Iugar, por lo que la forma de pensar y de abordar de forma proactiva las situaciones y amenazas determinarán si saldremos como vencedores o como víctimas. 


Cuatro son las capacidades primordiales que considero necesarias para adquirir y mantener una actitud ofensiva en todo momento y lugar, y lo que es más, en todo lo relacionado con la vida misma en general.

  • Fortaleza Mental.
  • Conciencia situacional permanente.
  • Buscar la sorpresa incluso en pleno emboscada.
  • Actuar con decisión y sin dudas.

La Fortaleza Mental pasa por la necesidad de mantener una mente positiva junto a un lenguaje y unas tácticas orientadas al ataque, buscando conservar la ventaja y mantener a los atacantes desconcertados y en actitud defensiva, rompiéndoles de forma continua su ciclo OODA de toma de decisiones. 


Dejarnos llevar por la simple respuesta emocional junto a una mentalidad defensiva nos frenará. Un profesional armado no debe perder jamás el control de su mente ni de sus emociones, y eso es algo que no puede crearse de la nada, y mucho menos en pleno enfrentamiento. Debe ser plantado desde una semilla muy anticipadamente, regado, cuidado, protegido y cultivado con mimo y atención mucho antes de que ocurra cualquier evento.


La confianza en las propias capacidades genera tranquilidad. Tranquilidad que afianza el Control Emocional y este a su vez la Fortaleza Mental. Solo así es como se logra seguir el camino correcto hacia una vital, en todos los ámbitos de nuestra vida, Actitud Ofensiva


Y sí, se lo que están pensando, "el cerebro es muy complejo, Cecilio, con muchas sendas, innatas unas y adquiridas otras, que acaban generando trampas mentales” … y es correcto, no lo niego.


Evitar, activar y buscar.


Evitar las dudas internas, activar la intuición y buscar siempre la sorpresa, las tres patas para maximizar nuestras posibilidades de sobrevivir a un enfrentamiento.


Repasando notas y extractos para uno de los capítulos de un futuro libro, extraje una pequeña lista de siete dudas internas, trampas mentales les llaman también, que todos en mayor o menor medida hemos sufrido, sufrimos y sufriremos. Lo curioso es que son totalmente válidas para la capacitación y el trabajo con armas, tanto para instructores como para profesionales armados.

  • Evitar todo aquello de lo que se duda en Iugar de investigarlo.
  • Pensar que estamos en deuda con las personas que nos han ofrecido algo. 
  • Creer que si algo es bueno para un conocido también tiene que ser bueno para nosotros.
  • Esperar el aval de la corrección social antes de actuar. 
  • Aferrarse a las cosas, los conocimientos y/ las habilidades una vez que se poseen.
  • Incrementar el valor o la veracidad de las ideas y las acciones de figuras de autoridad, sea esta real o supuesta.

Pero la que de verdad puede afectar de una forma inapelable al resultado de un enfrentamiento, así como la capacitación y adiestramiento para el mismo, es la séptima, la del sesgo de confirmación. Permítanme que me explique.


La necesaria actitud proactiva que todo enfrentamiento exige nos obliga a hacer juicios inmediatos, así como a poseer una firmeza inquebrantable para confiar en tales juicios. 


Desgraciadamente todos sufrimos dudas internas que nos Ilevan a tener una enorme desconfianza de los juicios repentinos. Estas dudas internas hacen que opciones de importancia decisiva se conviertan en verdaderos campos minados por percepciones defectuosas. La más común de las dudas internas es el ya referido sesgo de confirmación, el mismo que que tan pronto como creemos que algo es cierto nos hace buscar la confirmación para apoyar ese punto de vista, cerrando todo acceso a la evidencia de lo contrario. 


El sesgo de confirmación es una de las principales dudas internas en las que caemos, alterando la toma de decisiones dentro del simbólico campo de minas que implica un enfrentamiento. Cuando lo cierto es que si lo piensan un momento, si sabemos localizar eficazmente las minas, es posible evitarlas y seguir adelante con seguridad y firmeza.


Pese a todas esas dudas internas que comento, lo cierto es que la mayoría de usuarios de armas, profesionales o legítimos usuarios, piensan honestamente que podrán enfrentarse a cualquiera y en cualquier situación. 


En la mayoría de los casos es una simple cuestión de incompetencia inconsciente, en unos pocos es mucho peor, es incompetencia consciente y deshonestamente escondida. 


De hecho, el estar alerta es la capacidad cuyo valor principal radica en las posibilidades que nos ofrece de evitar el peligro o el enfrentamiento, la misma que nos ayudará a sobrevivir cuando ya estamos envueltos en una lucha, pese a nuestros esfuerzos por evitarla. 


Debemos comprender que necesitamos desarrollar una auténtica confianza en nosotros mismos, y nuestras capacidades, manteniéndonos al tanto del entorno todo el tiempo, de modo que jamás seamos sorprendidos con la guardia baja ni reducidos a tan solo reaccionar a la iniciativa de otros.


Estoy seguro que la mayoría de los que me leen más o menos asiduamente conocen el Código de Colores del Teniente Coronel Jeff Cooper, el mismo que nos permite afinar el estado de conciencia a modo de un radar interno o intuición preventiva. Cada uno de los cuatro colores representa nuestros estados de conciencia, desde la desconexión del entorno hasta la acción más violenta.

  • Blanco: Ausencia total de conciencia acerca de nuestro entorno.
  • Amarillo: Posición de alerta, rastreando amenazas y oportunidades.
  • Naranja: Escalada en la etapa de preparación, Iisto para luchar si es necesario. 
  • Rojo: Compromiso total con la acción, disparar y seguir adelante, tomando ventaja de las oportunidades mediante la sorpresa y la adaptación, haciendo lo inesperado para superar a nuestros adversarios.

Buscar como contrarrestar las dudas internas, hacer lo inesperado que recomienda el Coronel Cooper, y el sentido común, nos exige fundamentalmente mirar las cosas desde un ángulo diferente al del resto de la gente, y por ende de nuestros adversarios. 


Cuando uno entrena para ver lo que los otros no ven, generamos la adaptabilidad innata que existe dentro de cada ser humano. Por lo general casi todo el mundo espera que los demás sigan las reglas, ya sea en una competición o en una reunión social, por lo que normalmente se considera que hacer lo inesperado equivale a romper las reglas. 


Debemos enfocarnos bajo la premisa de que todas las opciones están en nuestra mano. Ni podemos ni debemos seguir las reglas del adversario, ni tampoco las nuestras si ya no nos sirven. Aferrarnos a lo establecido y ampararnos a “siempre se ha hecho así” o “todos o alguien especial lo hace así”, es sin duda la mejor forma de no poder regresar por nuestro pie a casa con la familia.


Necesitamos generar una característica clave con nuestros entrenamientos, la capacidad de saber cuándo hay que aplicar la forma de pensar poco convencional. Romper las reglas dentro de los límites éticos es una cualidad única y de nivel avanzado que es obligado cultivar y alimentar. De esta forma podremos aprovechar oportunidades donde otros no esperan que surjan o que ni siquiera son capaces de ver. Cuando una persona, una sociedad, o una institución se aferran siempre a hacer lo mismo y del mismo modo, surgirán tarde o temprano situaciones que sus rutinas no podrán enfrentar. 


Cuanto más extremas sean las circunstancias, como es el caso de un enfrentamiento armado, más extrema es también la ruptura de las reglas. Si no sorprendemos a nuestros agresores es que estamos haciendo algo mal. Es obligado pensar de forma no convencional, sobrepasando los límites de las reglas y normas de actuación aceptadas como rutina. 


Y aquí quiero terminar dejando perfectamente claro y definido que no estoy recomendando una conducta sin Ética, sin Valores y sin Principios, todo lo contrario, necesitamos de las tres para seguir siendo los buenos de nuestra particular vida de servir y proteger, portemos la ropa y la responsabilidad que sea. 


Pero sin duda alguna también necesitamos una conducta poco convencional, adaptativa y proactiva que sorprenda siempre al adversario.


Sorpresa, velocidad, agilidad y violencia.


Los cuatro términos que dan título a este apartado, sorpresa, velocidad, agilidad y violencia, son simplemente los factores que forman parte sine qua non del hecho de enfrentar una agresión … ¿o no son tan simples?


Tras muchos años de pruebas y errores me atrevo identificar siete principios comunes para enfrentar con ciertas garantías de éxito cualquier tipo de enfrentamiento, si hubiese prestado más atención a la Historia sin duda no hubiera cometido tantos errores y hallado antes esta mini “lista de chequeo”:

  • Decisión. Sabiendo y teniendo perfectamente claro lo que es necesario hacer. 
  • Adaptación. Para cambiar de tácticas y procedimientos en cualquier momento, lugar y situación, sin dudas ni vacilaciones.
  • Seguridad. Manteniendo en todo momento un control situacional y mental tal que permita comprender lo que está ocurriendo en cada instante y adaptar la propia acción.
  • Sorpresa. Que permita romper una y otra vez el ciclo OODA de todo adversario hasta lograr superarlo.
  • Velocidad. Uniendo fluidez y ritmo de tal forma que no exista posibilidad de una respuesta eficaz y coherente. 
    • Unida a la sorpresa nos permiten captar la mente de nuestros adversarios para neutralizarlos sin tiempo a reaccionar, aunque ellos hayan comenzado la agresión.
  • Agilidad. Física y mental que permite mantener la velocidad para obtener la sorpresa  junto a la eficacia y la seguridad.
  • Violencia. Aplicando todo el ímpetu, contundencia y agresividad que requiera la situación específica para salvar la propia vida o la de terceros, logrando mantener desconcertados y sorprendidos a los agresores. 


Dudar, pararse, pensar demasiado en pleno enfrentamiento tan solo sirve para perder impulso y oportunidades, quedando bloqueado mientras los agresores actúan a sus anchas a nuestro alrededor. 

Es necesario aprender y entrenar para planear y actuar con la velocidad vertiginosa a la que se producen los enfrentamientos. Logrando que disparar, avanzar y comunicar con agilidad y velocidad sean los atributos y componentes esenciales de una forma de pensar ofensiva. 

Un profesional armado perfectamente atento y capaz se mantiene alerta gracias a su consciencia de la situación, desarrollando y aplicando sólidas habilidades y capacidades, reforzando acciones ante situaciones críticas e incluyendo la posibilidad de contingencias y errores en sus planes, controlando la capacidad de cambiar de táctica en un momento, para ejecutar nuevas acciones sin miedo al fracaso ni a los fallos. 


Esa agilidad, táctica, física y mental, permite al operador mantener la velocidad durante su acción.


Para todo lo anterior una herramienta que utilizan los mejores profesionales armados por todo el mundo, para acrecentar la agilidad y a la vez mantener la velocidad, es el circuito OODA mediante el proceso de “disparar, avanzar y comunicar”. 


El proceso OODA, acrónimo de Observar, Orientar, Decidir y Actuar, fue desarrollado por el Coronel John Boyd para depurar las rápidas decisiones de vida o muerte durante un combate aéreo, pero este proceso es precisamente lo que necesitamos para enfrentar con rapidez y eficacia un enfrentamiento armado. 


El circuito OODA es un modelo mental que nos obliga a procesar y responder a la información rápidamente, lo que nos permitirá llegar a ser muy buenos tomando decisiones instantáneas, evitando analizar las cosas exhaustivamente o quedar atrapados en las ineficaces soluciones que suelen salir bien en un seguro campo de entrenamiento, pero no son capaces de adaptarse a la acción sorpresiva e inesperada habitual de todo enfrentamiento. 


La sencilla, pero incontestable, observación del Coronel Boyd fue que si logramos acelerar nuestro propio ciclo de toma de decisiones mientras desaceleramos el de nuestros oponentes, los resultados se inclinarán a nuestro favor. 


Debemos lograr acelerar el ciclo de respuesta, con un inapelable entrenamiento previo inteligente y efectivo, una planificación adaptativa y flexible y una toma de decisiones agresiva. A la vez se buscará ralentizar el ciclo de los enemigos distrayéndolos con velocidad y sorpresa, obligándolos a reaccionar y manteniéndolos a la defensiva. 


Quien desarrolle con más rapidez el ciclo OODA obtendrá siempre la ventaja. El profesional armado ofensivo no se dedica a planificar en exceso; más bien cuando la situación cambia, como siempre lo hace, lo hará con ella apoyado en dicho  ciclo OODA. 


Utilizará, merced de ese entrenamiento inteligente previo, un concepto psicológico de las artes marciales que designa un estado mental al que se accede durante el combate, caracterizado por una ausencia de pensamientos y emociones, permitiendo a la mente permanecer abierta y adaptable a todas las circunstancias. Lo que los antiguos samuráis denominaban Mushin, sin pensamiento, o lo que es lo mismo, de forma inconsciente.


Pensar en el ataque de forma continuada hace que mente y espíritu confluyan en un impulso hacia delante, en un esfuerzo activo que nos permite abordar cualquier enfrentamiento, del tipo que sea, con una inquebrantable confianza en nuestra capacidad de vencer. 


Mientras los agresores dedican su energía a protegerse o a compensar sus errores ante nuestras acciones sorpresivas, nosotros estaremos centrados en avanzar con intensidad, registrando los cambios y haciendo ajustes sobre la marcha para lograr una ejecución eficaz. Gracias a una profunda concentración nos moveremos tan ágil y velozmente que nuestros adversarios no podrán responder con eficacia.


Esta es la actitud que ha permitido desde el más remoto pasado hasta hoy en día, y sin duda alguna lo permitirá por muchos siglos, que un profesional armado venza en cualquier situación, siempre con los Principios, Valores y Ética de quien sabe que cumple su Deber de Proteger y Servir. 


Ni más ni menos.


Cuídense y cuiden de los suyos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ha escrito y descrito un pilar fundamental en el dia a dia de las fuerzas de seguridad.
Comparto.
Muchas grácias.

Anónimo dijo...

Muy interesante la interactividad dinámica de la consciencia situacional entre el código Cooper y el ciclo OODA, muy funcional.
Excelente temática..!

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